La Crisis de la Restauración: Intentos de Reforma y Creciente Tensión
El reinado de Alfonso XIII, que abarcó desde 1902 hasta 1931, se puede dividir en dos periodos: la crisis del sistema de la Restauración (hasta 1923) y la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930). Este periodo coincidió con la Primera Guerra Mundial a nivel internacional. Al inicio de su reinado, Alfonso XIII pretendía mantener el sistema de la Restauración establecido por Cánovas del Castillo en 1875. Sin embargo, su reinado se caracterizó por:
- Interferencia en asuntos políticos, aprovechando la soberanía compartida que le otorgaba la Constitución de 1876.
- Inestabilidad de los partidos del turno, con crisis de liderazgo tanto en el Partido Conservador (Maura) como en el Partido Liberal (Canalejas).
- Crecimiento de fuerzas políticas opuestas al bipartidismo: nacionalistas, republicanos y socialistas.
- Aumento de la conflictividad social, impulsada por la acción de los movimientos obreros.
- Protagonismo de los militares, especialmente a raíz de la Guerra de Marruecos.
- Anticlericalismo popular, que consideraba a la Iglesia católica como un obstáculo para el progreso del país.
Durante la primera década del reinado de Alfonso XIII, el turnismo entre conservadores y liberales se mantuvo, aunque ambos partidos llevaron a cabo intentos de reforma con un carácter regeneracionista. Esta línea de actuación se conoció como revisionismo, ya que ambos gobiernos se propusieron revisar el sistema político, introduciendo cambios puntuales.
El Revisionismo de Maura y Canalejas
Antonio Maura, líder de los conservadores, gobernó en dos ocasiones (1903-1904 y 1907-1909). Durante su segundo mandato, conocido como el Gobierno largo, promovió la «revolución desde arriba», un programa de reformas que incluía:
- Un plan de reconstrucción de la flota de guerra, con el objetivo de que España pudiera ejercer un papel más relevante en el escenario internacional.
- El establecimiento de una jornada semanal de descanso para todos los trabajadores.
- La modificación de la ley electoral (Ley de Reforma Electoral de 1907) para dificultar el fraude electoral.
- La aprobación de la Ley de Administración Local, apoyada por los nacionalistas, que otorgaba mayor autonomía a los ayuntamientos y diputaciones.
En 1909, durante el gobierno de Maura, se produjo la Semana Trágica de Barcelona, un estallido social que tuvo como detonante la Guerra de Marruecos. La Conferencia Internacional de Algeciras de 1905 había reconocido a España derechos sobre la región del Rif, en Marruecos. Sin embargo, la población rifeña, liderada por Mohamed ben Abd el-Krim el-Jattabi, opuso una fuerte resistencia a la presencia española, lo que llevó al desastre militar del Barranco del Lobo en 1909. La llamada a filas de los «reservistas» para sofocar la rebelión rifeña provocó protestas populares en toda España. En Barcelona, inmersa en un clima de anticlericalismo y antimilitarismo, las protestas se convirtieron en una insurrección popular, con ataques a iglesias y enfrentamientos con las fuerzas del orden. La ejecución del pedagogo anarquista Francisco Ferrer Guardia, acusado de ser uno de los instigadores de la revuelta, desató una ola de protestas en España y en Europa.
Tras la dimisión de Maura, el Partido Liberal, liderado por José Canalejas, asumió el poder. Las elecciones de 1910 dieron la victoria al Partido Liberal, pero por primera vez un partido obrero, el PSOE de Pablo Iglesias, obtuvo representación parlamentaria en alianza con los republicanos. El gobierno de Canalejas implementó un programa reformista que incluía medidas como la supresión del impuesto de consumos, la aprobación de la Ley de Mancomunidades, que otorgaba cierta autonomía a Cataluña, y la Ley Candado, que regulaba las congregaciones religiosas. Tras el asesinato de Canalejas en 1912, España atravesó un periodo de inestabilidad política, con varios presidentes sucediéndose en el poder. En 1914, al estallar la Primera Guerra Mundial, el gobierno de Eduardo Dato declaró la neutralidad de España.
Fortalecimiento de la Oposición y Radicalización del Movimiento Obrero
Durante el periodo que abarcó desde la dimisión de Maura hasta el final de la Primera Guerra Mundial, la oposición al régimen de la Restauración se fortaleció. Surgieron nuevos partidos republicanos, nacionalistas y socialistas, mientras que el movimiento obrero se radicalizaba. La Unión Republicana, fundada en 1903, ganó representación parlamentaria. El nacionalismo catalán, liderado por la Lliga Regionalista, fundada en 1901, buscaba la autonomía de Cataluña. En el País Vasco, el Partido Nacionalista Vasco, fundado en 1895, se dividía entre radicales e independentistas y moderados.
El movimiento obrero experimentó un importante crecimiento durante estos años. La Unión General de Trabajadores (UGT), sindicato ligado al PSOE, aumentó considerablemente su número de afiliados, especialmente entre los mineros y los trabajadores ferroviarios. El PSOE, aunque minoritario en el Parlamento, colaboraba con los republicanos. Pablo Iglesias fue elegido diputado en 1910. El anarquismo, que rechazaba la participación en política, tenía una fuerte presencia en zonas industriales y urbanas de Cataluña, así como entre el campesinado andaluz y extremeño. En 1910 se fundó la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), que sería ilegalizada en 1915 debido a sus actividades políticas y a la convocatoria de huelgas.
El Impacto de la Primera Guerra Mundial y la Crisis de 1917
La Primera Guerra Mundial (1914-1918) tuvo un profundo impacto en España, a pesar de la neutralidad del país. La guerra estimuló el crecimiento económico, ya que España se convirtió en proveedora de productos para los países beligerantes. Sin embargo, la llegada de capitales extranjeros provocó una fuerte inflación, que empobreció a las clases populares. La oligarquía, propietaria de tierras e industrias, amasó grandes fortunas, pero la riqueza no se distribuyó de manera equitativa. El final de la guerra supuso el cierre de muchas empresas, el aumento del paro y la agudización de la conflictividad social.
La guerra también agudizó las divisiones políticas en España. Los germanófilos, mayoritariamente conservadores, simpatizaban con Alemania y Austria-Hungría, mientras que los aliadófilos, liberales y parte del movimiento obrero, apoyaban a Francia, Reino Unido y Rusia. El desgaste provocado por la guerra y la Revolución Rusa de 1917 contribuyeron a crear un clima de inestabilidad en toda Europa.
En España, la crisis del sistema de la Restauración se hizo patente en 1917, cuando el país se vio sacudido por una triple crisis: militar, política y social.
- Crisis militar: Los militares, descontentos por sus bajos salarios y por el sistema de ascensos, que favorecía a los africanistas (militares destinados en Marruecos), crearon las Juntas de Defensa, desafiando la autoridad del gobierno.
- Crisis política: Se produjeron numerosas manifestaciones contra el fraude electoral y se exigieron elecciones libres y justas.
- Crisis social: La UGT y la CNT convocaron una huelga general en agosto de 1917 para protestar por el alza de los precios. La huelga fue brutalmente reprimida por el ejército, causando muertos, heridos y detenidos.
Aunque el sistema político de la Restauración logró sobrevivir a la crisis de 1917, no pudo superar la crisis económica que siguió a la Primera Guerra Mundial. El cierre de empresas provocó huelgas y conflictividad social. El miedo a una revolución social similar a la rusa llevó a los gobiernos a aprobar algunas leyes sociales, como la jornada de ocho horas y las pensiones. Sin embargo, la conflictividad social no desapareció. Entre 1918 y 1920, se produjo el Trienio Bolchevique, un periodo de intensa agitación social en el campo andaluz. En Cataluña, el pistolerismo, la violencia ejercida por grupos armados de pistoleros a sueldo de la patronal contra los líderes sindicales, se extendió entre 1919 y 1923.
El Desastre de Annual y el Auge del Militarismo
La Guerra de Marruecos se convirtió en un factor determinante en la crisis de la Restauración. Tras la Conferencia de Algeciras de 1906, España se había asegurado el control de la región del Rif, en el norte de Marruecos. Sin embargo, la resistencia de la población local, liderada por Abd el-Krim, no se había extinguido. En 1921, las tropas españolas sufrieron una humillante derrota en Annual, que causó gran conmoción en España. El Desastre de Annual tuvo graves consecuencias:
- Políticas: Se exigieron responsabilidades por la derrota y se abrió una investigación parlamentaria conocida como el Expediente Picasso.
- Sociales: Aumentó el resentimiento de las clases populares hacia el sistema político.
- Militares: El ejército, que culpaba a los políticos de la derrota, ganó protagonismo político.
El 13 de septiembre de 1923, el general Miguel Primo de Rivera, capitán general de Cataluña, protagonizó un golpe de Estado con el apoyo de Alfonso XIII, de un amplio sector del ejército y del empresariado catalán. El golpe de Estado triunfó debido a la crisis del sistema de la Restauración, al auge del nacionalismo en Cataluña, al ascenso de los partidos republicanos y socialistas y al temor a una revolución social.
La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)
Miguel Primo de Rivera estableció una dictadura militar que duraría siete años. En un manifiesto, se presentó como el salvador de España y prometió un periodo de regeneración nacional. Suspendió la Constitución de 1876, disolvió las Cortes, prohibió los partidos políticos, censuró la prensa, militarizó la administración, nombró alcaldes afines a su régimen y suprimió la Mancomunidad de Cataluña. Para controlar la oposición, creó un partido único, la Unión Patriótica.
La dictadura de Primo de Rivera se puede dividir en dos etapas:
El Directorio Militar (1923-1925)
En esta primera etapa, Primo de Rivera gobernó con un directorio militar. Sus principales objetivos fueron restablecer el orden público, resolver el problema de Marruecos y aprovechar la coyuntura económica internacional favorable. En Marruecos, Primo de Rivera logró la victoria sobre Abd el-Krim en 1925 gracias al Desembarco de Alhucemas, una operación conjunta hispano-francesa. Este éxito militar reforzó el prestigio de la dictadura.
El Directorio Civil (1925-1930)
En diciembre de 1925, Primo de Rivera sustituyó el Directorio Militar por un Directorio Civil, formado por militares y civiles afines a la Unión Patriótica. Este cambio respondía a la voluntad de institucionalizar la dictadura, inspirándose en el régimen fascista de Mussolini en Italia. Se convocó una Asamblea Nacional Consultiva, formada por miembros de la Unión Patriótica, organismos del Estado, la Iglesia, la judicatura y el ejército, para elaborar una nueva Constitución. Sin embargo, la Constitución de 1929 nunca llegó a aprobarse.
En el ámbito económico, la dictadura llevó a cabo una política intervencionista, basada en el proteccionismo comercial y en el fomento de las obras públicas. Se crearon monopolios estatales como Telefónica y CAMPSA, y se impusieron aranceles para proteger la industria nacional. Esta política, aunque beneficiosa a corto plazo, aumentó el gasto público y no se acompañó de una reforma fiscal profunda.
En el ámbito social, la dictadura trató de imponer la «paz social» mediante la prohibición de la CNT y la creación de los comités paritarios, órganos formados por empresarios y trabajadores para negociar las condiciones laborales. Sin embargo, la oposición al régimen creció, especialmente entre los intelectuales, los estudiantes universitarios y las fuerzas políticas que habían sido apartadas del poder. En 1926, un grupo de militares intentó derribar a Primo de Rivera mediante un pronunciamiento militar conocido como la Sanjuanada. El fracaso de la Sanjuanada convenció a Alfonso XIII de que debía distanciarse de la dictadura para evitar que la monarquía se viera arrastrada por su caída.
La Caída de la Dictadura y el Fin de la Monarquía
A finales de la década de 1920, la dictadura de Primo de Rivera se encontraba cada vez más aislada. La oposición, que reclamaba el restablecimiento de la Constitución y la convocatoria de elecciones, se intensificó. En enero de 1930, consciente de la pérdida de apoyos, Primo de Rivera presentó su dimisión a Alfonso XIII. El rey encargó entonces al general Dámaso Berenguer la formación de un gobierno que debía conducir al país hacia la normalidad constitucional. Sin embargo, la oposición, que ya no confiaba en la monarquía, exigió la proclamación de la República.
En agosto de 1930, los principales partidos de la oposición, republicanos, nacionalistas y socialistas, firmaron el Pacto de San Sebastián, en el que se comprometían a luchar por el fin de la monarquía y la instauración de la República. El Pacto de San Sebastián contó con el apoyo de la CNT, aunque esta organización no se integró formalmente en el mismo. En diciembre de 1930, se produjo un pronunciamiento militar republicano en Jaca, liderado por los capitanes Fermín Galán y Ángel García Hernández. La sublevación fracasó, pero Galán y García Hernández fueron fusilados, convirtiéndose en mártires de la causa republicana.
En febrero de 1931, Alfonso XIII encargó la formación de un nuevo gobierno al almirante Juan Bautista Aznar. El gobierno de Aznar convocó elecciones municipales para el 12 de abril de 1931. Los resultados de las elecciones municipales fueron interpretados como un plebiscito a favor de la República. Aunque las candidaturas monárquicas obtuvieron más votos en el conjunto del país, las candidaturas republicanas triunfaron en las principales ciudades. El 14 de abril de 1931, Alfonso XIII abandonó España sin abdicar formalmente. Ese mismo día, Niceto Alcalá-Zamora, presidente del Gobierno Provisional de la República, proclamó la Segunda República Española desde el balcón del Ministerio de Gobernación, en la Puerta del Sol de Madrid.