La Crisis del Antiguo Régimen y la Lucha por la Independencia en España (1808-1898)

1. La crisis del Antiguo Régimen (1808-1814)

Al iniciarse el siglo XIX, la guerra contra la invasión francesa originó en España una profunda crisis del Antiguo Régimen.

1.1 La crisis de la monarquía borbónica

La reacción de la monarquía de Carlos IV, frente a la Revolución Francesa, fue declarar la guerra a Francia. La guerra fue un fracaso y, a partir de 1799, Manuel Godoy, el ministro más influyente, dio un giro radical a la política exterior. Se alió con Napoleón y autorizó al ejército francés a atravesar España para atacar a Portugal (Tratado de Fontainebleau, 1807). El descontento de parte de la población con las decisiones de Godoy provocó el estallido del Motín de Aranjuez (1808). Napoleón decidió convocar a Carlos IV y a Fernando VII en Bayona, donde les hizo abdicar y aceptar el nombramiento de su hermano José Bonaparte como nuevo rey de España.

1.2 La guerra de la independencia (1808-1814)

Estos acontecimientos provocaron la rebelión popular y, el 2 de mayo de 1808, el pueblo de Madrid se levantó contra las tropas francesas. Se crearon Juntas, coordinadas por una Junta Suprema Central, mientras grupos de patriotas se organizaron en guerrillas. El curso de la guerra cambió en el año 1812, cuando la campaña de Rusia obligó a Napoleón a desplazar parte de su ejército a aquel país. La ayuda ofrecida por las tropas británicas, bajo el mando de Wellington, resultó decisiva para que, a finales de 1813, los franceses empezaran a abandonar el territorio español. Se firmó el Tratado de Valençay, por el que Fernando VII recuperaba la corona.

1.3 Las Cortes de Cádiz

En 1810, la Junta Central convocó una reunión de Cortes en la ciudad de Cádiz, el único territorio no ocupado por los franceses. Con enormes dificultades, se reunieron representantes de todos los territorios y la mayoría defendieron en las Cortes las nuevas ideas del liberalismo. La primera decisión tomada por las Cortes fue revolucionaria: todos los presentes, con independencia de su origen, se reunían en una única Asamblea y su voto tenía el mismo peso. Redactaron una Constitución, aprobada en 1812, que reflejó los principios básicos del liberalismo político: soberanía nacional, división de poderes, sufragio universal masculino y amplia declaración de derechos. Las Cortes de Cádiz aprobaron también unas leyes destinadas a abolir el Antiguo Régimen.

2. El enfrentamiento entre absolutismo y liberalismo

2.1 La restauración del absolutismo

Fernando VII, llamado el Deseado, regresó a España en 1814. Los liberales pretendían que el monarca jurase inmediatamente la Constitución de 1812, pero los absolutistas presionaron para que restaurase el absolutismo y derogase toda la legislación liberal de las Cortes de Cádiz. El rey, convencido de la debilidad de los liberales, impulsó un golpe de estado mediante el cual clausuró las Cortes y anuló la Constitución. En los meses siguientes se produjo la restauración de todas las antiguas instituciones y se restableció el régimen señorial. Era la vuelta al Antiguo Régimen. Los opositores del absolutismo organizaron múltiples pronunciamientos.

2.2 El trienio liberal

Un pronunciamiento protagonizado por el coronel Riego en Cabeza de San Juan logró triunfar, inaugurando el Trienio Liberal. El rey se vio obligado a acatar la Constitución de 1812, decretar una amnistía y convocar elecciones. Las nuevas Cortes restauraron gran parte de las reformas de Cádiz. Se creó la Milicia Nacional, un cuerpo de voluntarios armados que defendían el orden liberal. Este proceso reformista no contaba con la simpatía de Fernando VII, quien pidió ayuda a las potencias europeas para restaurar el absolutismo. La Santa Alianza encargó a Francia la intervención militar en España, y, en 1823, los llamados 100,000 hijos de San Luis, bajo el mando del duque de Angulema, entraron en España, derrotaron a los liberales y repusieron a Fernando VII como monarca absoluto.

2.3 La quiebra del absolutismo

La vuelta del absolutismo (1823-1833) fue seguida de una gran represión contra los liberales y de la destrucción de toda la obra. Pero los gobiernos de Fernando VII se mostraron incapaces de dar solución a los graves problemas que tenía que afrontar el país. En primer lugar, existía una difícil situación económica. Era, pues, imprescindible una reforma fiscal que obligase a los privilegiados a contribuir con sus impuestos. Se produjo el conflicto dinástico. Fernando VII había tenido solo hijas y la ley sálica impedía a las mujeres reinar en España. Para garantizar el trono a su hija mayor Isabel, el rey dictó la Pragmática Sanción, que derogaba la ley anterior. Muchos absolutistas no aceptaron el cambio y defendieron que el trono correspondía al príncipe Carlos, hermano del rey.

3. Independencia de las colonias americanas (1808-1826)

3.1 Las causas de la independencia

A principios del siglo XIX, el malestar en las colonias desde hacía décadas estalló en forma de guerras de independencia.

  • La difusión de las ideas ilustradas y de los principios de libertad e igualdad.
  • Éxito de la revuelta de las colonias británicas de América del Norte, que acabó con la proclamación de la independencia de Estados Unidos.
  • Descontento de la burguesía criolla (raza blanca nacida en América). Veían a España como freno para la economía, ya que obstaculizaba el comercio e imponía fuertes cargas fiscales. Además, les marginaba de la vida política y administrativa de las colonias y les discriminaba.

3.2 El fin del Imperio Americano

El estallido de la Guerra de la Independencia en España suscitó la formación de Juntas que no acataron la monarquía de José Bonaparte. Estas juntas pronto se convirtieron en organismos de poder que pretendían actuar al margen de España. Los miembros eran criollos que sustituyeron a las autoridades españolas y se negaron a aceptar la Junta Central Suprema. Los focos más importantes de secesión se organizaron en Venezuela y en el virreinato del Río de la Plata: Paraguay y Argentina fueron las primeras naciones independientes. Tras el fin de la guerra contra los franceses, las tropas españolas consiguieron restablecer momentáneamente el dominio sobre las colonias. Pero la insurrección se generalizó de nuevo:

  • El general San Martín dirigió una expedición que, atravesando los Andes, derrotó a los españoles y logró la independencia de Chile.
  • En el norte, Simón Bolívar derrotó a los españoles y fundó la Gran Colombia, que después se dividiría en Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá.
  • La rebelión protagonizada por Iturbide, en México, logró la independencia, que fue seguida de la de toda Centroamérica.
  • Antonio José de Sucre derrotó a los españoles en Ayacucho y emancipó Perú y Bolivia.

Tras la derrota de Ayacucho, España perdió todas sus colonias excepto Cuba, Filipinas y Puerto Rico.

3.3 Los problemas de las nuevas repúblicas

Las nuevas repúblicas americanas nacieron con problemas, ya que los intereses de los líderes impidieron la creación de una América unida, y esta se fragmentó en múltiples repúblicas. Se consolidó el poder de los jefes militares y la intromisión del ejército en la vida política.

4. La revolución liberal (1833-1843)

4.1 La guerra carlista

A la muerte de Fernando VII, su hija y heredera Isabel tenía solo tres años. Los sectores más absolutistas apoyaron los derechos al trono del hermano de Fernando VII, Carlos. Para defender los derechos de su hija, su madre María Cristina, que era la regente, buscó el apoyo de los liberales. Se inició así una guerra civil. Los partidarios del carlismo (nobleza agraria, clero y campesinado del Nordeste español) eran los defensores del Antiguo Régimen. Frente a ellos, los isabelinos presentaban un conglomerado de intereses. La propia monarquía y la nobleza cortesana, la unión con los sectores liberales, era la única forma de enfrentarse al carlismo. Al frente isabelino se unieron también la burguesía, las clases populares urbanas y el campesinado del centro y sur peninsular, partidarios de un cambio de régimen basado en las ideas del liberalismo. La guerra se prolongó durante siete años (1833-1840). Los focos más importantes de la insurrección carlista surgieron en el País Vasco, Navarra, Cataluña, Aragón y Valencia. El ejército liberal impuso claramente su dominio. El convenio de Vergara puso fin a la guerra.

4.2 Las reformas progresistas

Los liberales se hallaban divididos en dos facciones: los moderados, partidarios de reformas más limitadas, y los progresistas, que querían desmantelar toda la estructura del Antiguo Régimen. Para contar con el apoyo de los liberales, María Cristina impulsó la formación de un gobierno liberal. Primero intentó hacerlo con los moderados, pero una serie de levantamientos militares y populares la forzaron a llamar a los progresistas al gobierno. Entre 1835 y 1837, los progresistas, encabezados por Mendizábal, implantaron un régimen liberal. Este proceso culminó con la Constitución de 1837, que inauguró un largo período de monarquía parlamentaria en España.

4.3 La regencia de Espartero (1840-43)

La regente se vio obligada a dimitir en 1840. El progresista general Espartero fue nombrado regente, pero las medidas librecambistas, que perjudicaron a la naciente industria española, y el autoritarismo con que gobernó le valieron la oposición de buena parte del país. En 1843, Espartero dimitió y las Cortes adelantaron la mayoría de edad de Isabel II y la proclamaron reina.

5. La etapa isabelina: el liberalismo moderado (1843-1868)

5.1 La década moderada (1843-1854)

El liberalismo moderado frente al gobierno consolidó el liberalismo en España, pero con un carácter conservador y centralista. Impusieron el sufragio censitario, una gran intervención de la corona en la política y la limitación de libertades. El ejército continuó teniendo una enorme influencia y la administración del estado se configuró de forma centralista y autoritaria. Aristocracia, iglesia y burguesía conservadora.

5.2 Del bienio progresista a la crisis del sistema isabelino

En 1854 triunfó un pronunciamiento militar (Vicálvaro) apoyado por progresistas y moderados descontentos que habían fundado la Unión Liberal, dirigida por O’Donnell. Entre 1854-56 (bienio progresista), los progresistas de Espartero intentaron restaurar los principios del régimen constitucional de 1837 y realizar reformas económicas. Así, Madoz llevó a cabo una nueva desamortización, que afectó a los bienes de los ayuntamientos y también impulsó la construcción del ferrocarril. La última etapa del reinado de Isabel II (1853-68) fue de alternancia en el poder entre los moderados y la Unión Liberal. Se impulsó una política colonialista que tuvo en la guerra de África (Marruecos, 1859-60) su máximo exponente. En el interior, la actuación del gobierno fue muy autoritaria y ejerció una fuerte represión. La oposición al régimen fue en aumento y surgieron nuevos grupos políticos como los demócratas, que defendían el sufragio universal masculino, y los republicanos, que abogaban por la abolición de la monarquía.

6. Sexenio democrático (1868-74)

A lo largo de seis años se intentó la construcción en España de un régimen democrático. Esto significaba superar el liberalismo conservador de la etapa anterior e introducir los principios democráticos: sufragio universal masculino, amplios derechos políticos y reformas sociales.

6.1 La revolución de 1868

A partir de 1866 se produjo una grave crisis económica (agrícola, industrial y financiera) que, unida al desgaste político del régimen isabelino, desencadenó una revolución contra la monarquía. Los sublevados: unionistas, progresistas y demócratas se unieron para presentar una alternativa al sistema (pacto de Ostende). El movimiento, encabezado por los militares Prim y Serrano, estalló en septiembre de 1868 con la sublevación de la escuadra del brigadier Topete en Cádiz. El pronunciamiento fue seguido por revueltas en las principales ciudades. Las tropas fieles al gobierno y a la reina fueron vencidas en Alcolea e Isabel II marchó hacia el exilio. Se formó un gobierno provisional a cuyo frente se colocaron Prim y Serrano, que impulsaron un programa de reformas, incluyendo el sufragio universal masculino. Se eligieron unas nuevas Cortes que aprobaron la Constitución de 1869 de carácter democrático.

6.2 La monarquía democrática (1870-73)

La Constitución de 1869 establecía la monarquía como forma de gobierno y hubo que buscar un rey entre las dinastías europeas. El elegido fue Amadeo de Saboya. Este contó siempre con la oposición de los moderados, los carlistas y la iglesia. Además, el nuevo rey tuvo que hacer frente al estallido de dos conflictos armados: una insurrección en la isla de Cuba y una nueva guerra carlista. Falto de apoyos y con demasiados problemas, renunció al trono en febrero de 1873.

6.3 La primera república (1873-74)

Las Cortes españolas votaron por una gran mayoría la proclamación de la república, pero este resultado no reflejaba un apoyo real, ya que la mayoría de diputados de la cámara eran monárquicos. Pero la república tuvo que enfrentarse a un gran número de problemas: las guerras carlista y cubana crecieron en importancia, las divisiones no aceptaron el régimen republicano y empezaron a organizarse para restaurar la monarquía en Alfonso, el hijo de Isabel II. En enero de 1874, un golpe de estado protagonizado por el general Pavía disolvió las Cortes y entregó la presidencia del ejecutivo al general Serrano.

7. La restauración monárquica (1874-98)

En diciembre de 1874, el general Martínez Campos proclamó en Sagunto a Alfonso de Borbón, hijo de Isabel II, como rey de España.

7.1 El sistema canovista

El nuevo sistema político configurado por Antonio Cánovas del Castillo tenía un carácter claramente conservador y se fundamentaba en un sistema parlamentario liberal, pero escasamente democrático.

  • El Partido Conservador, liderado por Cánovas, defendía la Iglesia y el orden social.
  • El Partido Liberal, encabezado por Práxedes Mateo Sagasta, se mostraba inclinado a un reformismo de carácter más democrático, laico y social.

Ambos eran partidos de notables, coincidían ideológicamente en lo esencial. La estabilidad del sistema vino favorecida por la redacción de una nueva Constitución en 1876, de carácter moderado. También contribuyó la pacificación bélica, que se consiguió tras el fin de la guerra carlista.

7.2 La alternancia en el poder

Conservadores y liberales se pusieron de acuerdo para alternarse en el ejercicio del poder (turno pacífico), controlando la vida política española. Llegar al gobierno no tenía nada que ver con ganar las elecciones, sino con el partido escogido por el rey para formar gobierno. Esta situación era posible gracias a un sistema electoral corrupto que manipulaba las elecciones, utilizando todo tipo de prácticas coercitivas, sobre todo en las zonas rurales (caciquismo).

7.3 Los nacionalismos

  • Cataluña: El fuerte impulso de la Renaixença, un movimiento que reivindicaba la lengua y la cultura catalanas, dio paso al surgimiento de organizaciones políticas que demandaban la autonomía.
  • País Vasco: Creación del Partido Nacionalista Vasco.
  • Galicia: Se mantuvo durante muchos años como un movimiento cultural, con pocas repercusiones políticas.

7.4 La crisis del 98

En 1895 estalló una nueva insurrección en Cuba por la incapacidad de la administración española para hacer reformas políticas en la isla, dotarla de autonomía y reducir el control económico ejercido desde España. Estados Unidos apoyaba a los insurrectos. El fin llegó en 1898, cuando EE. UU. declaró la guerra a España. Después de una corta guerra, España fue derrotada y perdió Cuba, Puerto Rico y Filipinas. La derrota de 1898 provocó en la sociedad y en la clase política española un estado de frustración y pesimismo. Como reacción, surgieron movimientos regeneracionistas que pedían una verdadera democratización del estado y el fin del caciquismo.

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