La Crisis Económica de 1921: Causas, Consecuencias y la Hiperinflación Alemana

La Crisis de Posguerra

El período comprendido entre 1920 y 1923 se conoce comúnmente como la «crisis de 1921«, ya que fue entonces cuando en un gran número de países se quebró la coyuntura alcista de precios y producción que había acompañado a la guerra y a los dos años posteriores al armisticio. En algunos casos, como Alemania, se mantuvo la tendencia alcista gracias a un proceso inflacionario que acabó provocando una crisis mucho más grave en 1923. Tras la contienda, la producción de bienes se puso en marcha porque la demanda era mayor que la oferta, tanto en lo relativo a bienes de equipo como a bienes de consumo: era preciso reponer lo destruido y adquirir lo aplazado tras cinco años de guerra. Las necesidades de reconstrucción, el potencial impositivo limitado y las administraciones débiles produjeron una continuación de las políticas inflacionistas. Cuando determinados gobiernos intentaron poner fin a la situación, lo hicieron con tal brusquedad que agravaron los problemas en vez de resolverlos. Es lo que sucedió con las políticas económicas deflacionistas aplicadas por diversos gobiernos, especialmente Estados Unidos, Gran Bretaña y Suecia. El objetivo era correcto, pero las políticas en cuestión se aplicaron tarde y con excesiva dureza, por lo que acentuaron la situación de crisis. En Estados Unidos, la crisis impulsó a reducir las importaciones y a frenar los préstamos a Europa, con el resultado de que el volumen de dólares proporcionado a los extranjeros se redujo en un 50% entre 1919 y 1921. El recorte de las importaciones y de los préstamos al extranjero en 1920-1921 fue un golpe durísimo para los países europeos que luchaban por recuperarse. Si las autoridades americanas hubiesen estimulado la demanda en la primavera de 1920, en vez de deflactar, el proceso de reconstrucción hubiese sido más fácil y algunos de los peores excesos de las políticas inflacionistas podrían haberse evitado.

El Caso Alemán: La Hiperinflación

El modelo de «crisis de reconversión» más contrario al inglés y americano fue la hiperinflación alemana. El fracaso de la Paz de Versalles para conseguir un arreglo realista de las reparaciones de guerra obligó a Alemania a pagar unas cantidades enormes en plena crisis. Como se encontraba ante dificultades crecientes para exportar debido a la política proteccionista que la crisis había impulsado desde Estados Unidos a Europa, solo quedaban una de estas soluciones: u obligar a la población a un enorme empobrecimiento inmediato o sostener artificialmente la demanda interior mediante una política de dinero fácil. Una vez en marcha, la hiperinflación alemana colaboró a agudizar la hiperinflación mundial porque, al desvalorizarse tan extraordinariamente el marco en términos de oro, supuso para el país afectado:

  • Una protección frente a las importaciones del resto del mundo, dado el envilecimiento del marco frente a las restantes monedas.
  • Una rebaja permanente del valor monetario en términos oro de las exportaciones por esa razón.
  • Una reducción de valores reales ínfimos de los pagos por reparaciones, perjudicando a Francia.

Pese a que de momento Alemania escapó artificialmente a los efectos de la crisis, ello fue a coste de otros problemas peores. Una subida de precios de estas características acaba destruyendo la liquidez empresarial y, en general, todo el ahorro y capital privado, imposibilitando toda importación necesaria a la producción interior. A finales de 1923 el marco estaba totalmente destruido, se había caído en una economía de trueque y no circulaba más moneda que algunas divisas extranjeras. La inflación había arruinado a las clases medias tradicionales y el paro comenzó a crecer, mientras que los especuladores y los poderosos empresarios industriales amasaban grandes fortunas comprando propiedades a bajo precio.

La Vuelta a la Normalidad y el Plan Dawes

Hacia 1922, en todos los países se era consciente de la necesidad de poner orden en la situación económica de cada uno de ellos y, asimismo, en la escena internacional. Dadas las ideas de la época, se pretendía hacerlo volviendo al Patrón Oro y, por medio de él, a la convertibilidad de las monedas nacionales. En la Conferencia Internacional de Génova se acordó:

  • La normalización de los precios internacionales a través de las monedas nacionales y la vuelta a la ortodoxia presupuestaria.
  • El restablecimiento de la convertibilidad, aunque fuese a paridades de antes de la guerra, ya que prácticamente todos los países devaluaron la moneda, excepto Gran Bretaña.
  • Dada la escasez de oro, se adoptó el Patrón-cambio oro, por el cual las reservas de los bancos emisores podían estar formadas por divisas convertibles y por oro, y la convertibilidad se haría cuando fuese estrictamente necesario, en lingotes y no en piezas monetarias.

De acuerdo con estos principios, se estabilizaron monetariamente los países de Europa Central y Balcánica. Para ello se les concedieron préstamos que sirvieron como reservas para emitir moneda en relación con ellas. Para conseguir un arreglo realista de las reparaciones de guerra, se recurrió a solicitar nuevos créditos a Estados Unidos para que ayudara a Alemania a pagar. Este fue el objetivo del Plan Dawes (1924). Alemania se comprometía a pagar por reparaciones unas anualidades que se elevarían progresivamente de 1 a 2,5 millones de marcos-oro en función de la prosperidad económica del país, aunque no se fijaba el número de estas anualidades. Alemania obtuvo así una rebaja del monto total a pagar y, sobre todo, un préstamo de 800 millones de marcos-oro para sostener y garantizar el pago de la primera anualidad en 1926.

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