La Década Infame y el ascenso del peronismo en Argentina (1930-1945)

La Década Infame (1930-1943)

El golpe de Estado de 1930 y el gobierno de Uriburu

La etapa 1930-1945 fue un periodo convulso en Argentina, conocido desde diferentes perspectivas. Desde una óptica, se la denomina Década Infame, caracterizada por la exclusión política, el fraude electoral, la represión y el favorecimiento de una élite conservadora. Otra perspectiva la describe como una etapa de Restauración Conservadora, destacando el papel de los sectores conservadores en el poder.

El golpe de Estado de 1930, liderado por José Félix Uriburu y continuado por Agustín P. Justo, instauró un proyecto corporativista. Uriburu impuso una doctrina de facto, donde la legitimidad del gobierno militar se basaba en la aceptación de la justicia, so pena de no existir república. Su objetivo era reemplazar la Constitución liberal por una autoritaria, excluyendo a la mayoría política. Uriburu, un líder represivo y autoritario, admirador del fascismo italiano, buscaba un Estado corporativo, reprimiendo a comunistas y de izquierda, implementando la pena de muerte y creando organizaciones para actividades policiales, como la Legión Cívica.

Oposición y la Concordancia

La fuerte oposición a Uriburu, que le impidió llevar a cabo sus reformas, anuló elecciones ganadas por el radicalismo (UCR). La tensión electoral llevó a la UCR a no participar, aunque continuó denunciando el fraude. La Concordancia (alianza conservadora, radical antipersonalista y socialista) llevó a Agustín P. Justo a la presidencia en 1932.

Contexto socioeconómico

Movimiento Obrero

El gobierno de Uriburu y la crisis económica generaron un movimiento obrero crítico. Sindicatos socialistas y anarcosindicalistas, junto a la Confederación General del Trabajo (CGT), la principal central obrera argentina, se unieron para fortalecer el movimiento obrero.

Economía

La influencia del capital internacional, especialmente británico, obligó a cambios económicos. Se buscó sustituir las importaciones y potenciar la producción local, impulsando el crecimiento de las industrias textil, alimentaria y metalúrgica.

Política económica

La política económica se centró en evitar la salida de divisas, la fijación de la moneda nacional y evitar la convertibilidad en oro. Agustín P. Justo siguió un modelo similar al estadounidense, ayudando a grandes productores, especialmente exportadores de carnes y granos. Se crearon juntas reguladoras para controlar los precios y la exportación. El Banco Central de la República Argentina supervisó las actividades financieras y monetarias.

El Pacto Roca-Runciman y sus consecuencias

El Pacto Roca-Runciman (1933) fue un acuerdo comercial entre Argentina y Gran Bretaña. Gran Bretaña se comprometía a seguir comprando carne argentina, pero a cambio, Argentina aceptó condiciones que perjudicaron su economía. Gran Bretaña se aseguraba el control del 85% de las exportaciones de carne argentina, manejadas por frigoríficos extranjeros. Las ganancias debían reinvertirse en empresas británicas, se eliminaron impuestos a productos británicos (ej. textiles), y el acuerdo se mantuvo en secreto, beneficiando a empresas con capital británico.

El escándalo de las carnes

El escándalo de las carnes (1934) puso en evidencia los beneficios del Pacto Roca-Runciman para exportadores de carne y empresas británicas. Lisandro de la Torre, senador de Santa Fe, denunció el perjuicio al país, investigando las ganancias ocultas de los frigoríficos extranjeros. Su propuesta de nacionalización de frigoríficos y la formación de cooperativas rurales terminó con su asesinato en 1935. En 1936, se renovó el tratado con Gran Bretaña, en términos aún peores para Argentina.

Oposición política

La oposición política se vio limitada por el fraude electoral y la corrupción. Marcelo T. de Alvear, tras la muerte de Hipólito Yrigoyen, cambió su postura y no participó activamente. La UCR logró victorias electorales en Córdoba y obtuvo representación en el Congreso. Dos importantes grupos de oposición surgieron:

  • FORJA: Grupo nacionalista que rechazaba la dependencia del capital extranjero y reivindicaba la figura de Yrigoyen.
  • Comunistas: Atrajeron a jóvenes y obreros, influyendo en grandes gremios y defendiendo ideas revolucionarias.

También surgió un nacionalismo de derecha, autoritario, antidemocrático y jerárquico, que veía en el ejército y la Iglesia los pilares de la sociedad. Buscaba una estrecha relación entre el Estado y la Iglesia, generando críticas por su vinculación con el nazismo y el fascismo europeos. Se creó la Alianza Libertadora Nacional.

El movimiento obrero y la industrialización

El crecimiento industrial impulsó las demandas de mejores salarios y condiciones laborales. Los gremios se transformaron en sindicatos por rama industrial, generando disputas ideológicas internas. Las corrientes anarquistas desaparecieron de la CGT, reemplazadas por socialistas y comunistas, marcando una transformación política significativa.

La presidencia de Ortiz y Castillo (1938-1943)

Roberto Ortiz (1938-1942) intentó frenar el fraude y acercarse a la democracia, enfrentándose a los conservadores y debilitando la Concordancia. Su enfermedad lo obligó a dejar el cargo, asumiendo Ramón Castillo, quien mantuvo posturas conservadoras y una neutralidad frente al franquismo y la Segunda Guerra Mundial.

Crisis de la Concordancia

Ortiz, presidente a través del fraude electoral, adoptó un discurso favorable a la democracia y la defensa de las instituciones liberales para ganar apoyo político. Sus decisiones, como la intervención en provincias para frenar el fraude, lo enfrentaron con los conservadores y debilitaron su gobierno, contribuyendo a una crisis política.

Industrialización y el Plan Pinedo

La Segunda Guerra Mundial impulsó el Plan Pinedo (1934), un proceso de industrialización con la creación de fábricas en ciudades importantes. Su objetivo era ayudar al sector agropecuario y fortalecer el mercado interno, creando empleo a través de obras públicas. Sin embargo, la Concordancia y el radicalismo lo rechazaron, oponiéndose al mayor control estatal de la economía.

Oposición ante la guerra

Ante la Segunda Guerra Mundial, Ortiz mantuvo inicialmente una postura neutral, apoyada por la población. Sin embargo, la expansión de la guerra llevó a presiones para romper relaciones con el Eje (Alemania, Italia y Japón) y apoyar a los Aliados (Reino Unido, Francia, Estados Unidos y Unión Soviética). Ortiz estuvo de acuerdo, pero su enfermedad impidió su implementación. Castillo mantuvo la neutralidad, siendo acusado de cercanía al fascismo.

La sociedad ante la guerra

La postura neutral dividió a la sociedad:

  • Aliadófilos: Querían romper relaciones con el Eje y apoyar a los Aliados (radicales alvearistas, socialistas, comunistas, algunos conservadores y militares).
  • Neutralistas: Preferían la neutralidad (FORJA, nacionalistas de derecha pro-Eje, conservadores cercanos a Castillo, la mayoría del ejército).

Autarquía y politización de las fuerzas armadas

La Segunda Guerra Mundial generó problemas para Argentina en el abastecimiento de equipamiento militar y transporte. Castillo aumentó el presupuesto militar y creó la Dirección General de Fabricaciones Militares, con el objetivo de producir armas en el país. La idea de la autarquía, la capacidad de fabricar lo necesario sin depender de otros países, se fortaleció, impulsada por la necesidad de soberanía nacional.

La presión estadounidense para que Argentina rompiera con el Eje generó un boicot que afectó el abastecimiento de armas. Esto impulsó aún más la industrialización nacional, vista como beneficiosa para la economía y la política, mejorando la vida de los trabajadores, evitando problemas sociales y manteniendo la unidad nacional.

En 1943, el Grupo de Oficiales Unidos (GOU), formado por tenientes, entre ellos Juan Domingo Perón, apoyaba la neutralidad y se oponía a la injerencia estadounidense. También buscaban terminar con el gobierno conservador (considerado corrupto) y reorganizar Argentina para frenar el comunismo. Las fuerzas armadas se involucraron cada vez más en la política.

El golpe de Estado de 1943

La situación política empeoró cuando Castillo propuso a Pedro Pablo Ramírez como candidato presidencial en 1943. Ramírez, empresario salteño conocido por su trato a los trabajadores y su apoyo al fraude electoral, generó descontento. El ejército, con el apoyo de varios sectores políticos, llevó a cabo un golpe de Estado, llamado Revolución de Junio. Los golpistas tenían diferentes expectativas:

  • Liberalismo conservador (Ramírez): Gobierno alineado con Estados Unidos y un régimen conservador.
  • Nacionalismo restaurador (Pedro Pablo Ramírez): Orden social pre-industrial y menos participación de los trabajadores.
  • Nacionalismo populista: Favorecía la industrialización y la participación política de los trabajadores (frente peronista).

Tras el golpe, se intentó formar un gabinete con ministros de diferentes corrientes, pero la imposición de la voluntad fue imposible. Ramírez, con el apoyo del GOU, impuso una política más autoritaria.

Perón y los trabajadores

En 1944, Perón se acercó a los sindicatos y asumió cargos como Ministro de Guerra y Vicepresidente. Con el apoyo del presidente Farrell, impulsó mejoras para los trabajadores: negociación colectiva, tribunales laborales, control de jornadas laborales, vacaciones pagas, aguinaldo, descanso dominical, Estatuto del Peón (protección a trabajadores rurales) y estabilidad laboral. Sin embargo, también persiguió sindicatos opositores y creó sindicatos paralelos con apoyo gubernamental.

Perón buscó la “armonía de clases”, acercando a sindicatos, empresarios y políticos. Sin embargo, sus medidas no fueron bien recibidas: los sindicalistas de izquierda lo acusaron de fascismo, los empresarios temían las leyes laborales, las clases medias criticaban el autoritarismo, y muchos militares rechazaron su enfoque en los trabajadores. Para ganar apoyo empresarial, creó el Banco de Crédito Industrial, pero la hostilidad empresarial aumentó.

Influencia del contexto internacional

En 1945, ante la posibilidad de victoria del Eje, el gobierno de Farrell declaró la guerra a Alemania e Italia para evitar el aislamiento internacional, restableciendo libertades públicas y partidos políticos. Los opositores a Perón aprovecharon para intentar sacarlo del poder.

En 1945, empresarios, la Corte Suprema y el embajador de EE. UU. criticaron a Perón, organizando protestas. En octubre, el gobierno lo destituyó y encarceló, calmando a sus críticos, aunque Farrell no entregó el poder a la Corte como se pedía.

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