La Desamortización en España: Consecuencias y Repercusiones

La Desamortización en España

1. Antecedentes y Objetivos

Siguiendo el ejemplo de la Revolución Francesa, la desamortización consistió en un proceso jurídico-económico por el cual los bienes amortizados, en manos de la Iglesia o de los municipios, eran nacionalizados para después ser vendidos en subasta pública al mejor postor, pudiéndose pagar a plazos, en metálico o con títulos de la deuda pública. El objetivo fundamental de esta fórmula era sanear la Hacienda pública, así como, en el plano más teórico, fomentar la propiedad privada, como tipo de propiedad más adecuada al progreso económico, según la mentalidad liberal.

La desamortización liberal, con precedentes en España desde el reinado de Carlos IV, tuvo una dimensión puramente económica, dejando a un lado motivaciones sociales, por eso se pone en duda su verdadero carácter de reforma agraria.

2. Etapas de la Desamortización

1. Primera etapa (1808-1823):

  • Se produjo con el cambio de siglo.
  • Empezó con Godoy, afectando a los bienes de la Iglesia, para seguir más tarde con las medidas adoptadas en el reinado de José I sobre bienes del clero regular y de la aristocracia que se resistió a la invasión francesa, aunque apenas tuvo repercusión.
  • Será durante el Trienio liberal, cuando el proceso se intensifique, beneficiándose de ello las grandes rentas.

2. Segunda etapa (1836-1844):

  • Comenzó con las leyes desamortizadoras del ministro de hacienda J.Á.M., que se prolongó hasta 1844, cuando el gobierno moderado de Narváez la paralizó.
  • Ésta afectó fundamentalmente a los bienes del clero regular (conventos y monasterios), y desde 1841, al clero secular, vendiéndose finalmente hasta el 60% de los bienes que hasta entonces poseía la Iglesia.
  • Objetivos:
    • Sanear la Hacienda pública.
    • Sufragar los gastos de la primera guerra carlista.
    • Crear una clase de propietarios.
  • Por otra parte, la desamortización que afectó a los bienes señoriales, que después de la abolición del mayorazgo y del régimen señorial pasaron, en su mayor parte, a ser propiedad de los antiguos señores.

3. Tercera etapa (1855-1874):

  • Tuvo lugar en 1855 con la ley impulsada por Pascual Madoz, que afectó especialmente a los bienes comunales y municipales, y que se aplicó hasta la Restauración.

3. Consecuencias de la Desamortización

1. Consolidación de la estructura de la propiedad agraria:

  • Lejos de modificar, la desamortización provocó un fortalecimiento del régimen de propiedad existente: latifundismo en el centro y sur del país, minifundismo en el norte.

2. Aparición de una nueva élite social:

  • Junto a la vieja nobleza propietaria, ahora se define un nuevo grupo de poderosos: la burguesía terrateniente, gran beneficiaria del proceso (alta burguesía capitalista).
  • Ésta traicionó a su idiosincrasia emprendedora y buscó una equiparación con la nobleza, con la compra de tierras.

3. Absorción de capital:

  • La venta de tierras distrajo a lo largo de todo el siglo XIX una cantidad de capital enorme, que faltó de otros sectores más dinámicos como la industria.

4. Aumento de la superficie cultivada y de la productividad:

  • Muchos propietarios fueron introduciendo mejoras en la explotación de las tierras, con métodos más racionales y modernos, lo que permitió la entrada progresiva de la agricultura española en el mercado capitalista.

5. La cuestión social:

  • El proceso desamortizador supuso una auténtica ruina para los sectores más desfavorecidos del campo español, que empeoraron sus niveles de vida; unos perdieron sus tierras, arruinados por el aumento de los arrendamientos, otros vieron frustrada sus ansias de tierra y por si fuera poco perdieron el acceso a las comunales y a sus recursos.
  • La iglesia española y los municipios perdieron casi todas sus propiedades y las rentas derivadas. El mantenimiento de la Iglesia pasó a manos del Estado, que a pesar de la venta masiva de Tierras no resolvió finalmente sus problemas de liquidez. Los ayuntamientos, por su parte, sin recursos económicos por la venta de sus bienes, dejaron de poder sufragar los pocos servicios educativos y sanitarios que prestaban.
  • Todas las causas referidas ayudan a explicar el apoyo que la causa carlista recibió del mundo rural y campesino (ya que prometía la vuelta al Antiguo Régimen económico), mientras la desamortización era vista como el instrumento de los liberales, identificados con los ricos y poderosos que gobernaban la España de aquel siglo.

4. La Agricultura Española en el Siglo XIX

Estructuralmente la producción continuó siendo tradicional. La clásica triada mediterránea formada por trigo, olivo y vid, ocuparon, junto a las leguminosas, hasta finales del siglo XIX el 90% de las tierras cultivables y su valor representaba el 80% del producto total agrícola. La política proteccionista, aplicada por el arancel de 1891, pretendió frenar la gran crisis agraria de fin de siglo. Pero esta política difícilmente podía ocultar la baja productividad de la agricultura española, especialmente en los cereales, por el atraso técnico, las estructuras arcaicas, la escasa inversión, etc. Otras producciones, orientadas a las exportaciones (aceite, vinos, cítricos…) comenzaron a destacar.

  • La agricultura fue durante todo el siglo XIX un sector clave, pero menos dinámico que en otros países europeos.
  • Es verdad que aumentó la superficie cultivada; sin embargo apenas se modificó la población activa dedicada a estas tareas (65%) y los niveles de consumo y productividad fueron muy bajos.
  • La producción agraria no creció más por la escasa capacidad de demanda, la reducida demanda urbana (solo un 9% de la población vivía en ciudades de más de 100.000 habitantes a finales de siglo) y la baja calidad de la dieta alimentaria. A pesar de ello, España pasó de ser exportadora de trigo y harina durante la primera mitad del siglo XIX, a importadora de cereales extranjeros a finales de siglo. La producción nacional, no bastaba para satisfacer la demanda de una población en rápido crecimiento.
  • Por último, tampoco la agricultura fue motor de arrastre de la demanda de productos industriales para su aplicación en el campo y no aportó capitales de forma notable.

Podemos concluir, que el estancamiento de la agricultura fue una de las causas básicas del atraso de la economía española durante el siglo XIX.

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