La Desamortización en España: de Carlos IV a la Crisis del Antiguo Régimen

A lo largo del siguiente tema abordaremos los episodios desamortizadores que se llevan a cabo desde el siglo XVIII (Godoy en el reinado de Carlos IV) hasta mediados del siglo XIX (gobiernos liberales), haciendo especial hincapié en las desvinculaciones que llevaron a cabo Mendizábal y Madoz.

¿Qué es la Amortización de la Propiedad?

Entendemos por amortización de la propiedad el proceso de alejamiento del mercado de bienes inmuebles pertenecientes a la nobleza, la Iglesia y los municipios. Dicho proceso se inició en la Edad Media, extendiéndose hasta la Edad Moderna. Los bienes inmuebles quedaban vinculados a personas jurídicas, que disfrutaban de las rentas producidas, sin poder disponer libremente de ellos. Estas vinculaciones se habían producido por la institución del mayorazgo, en el caso de la nobleza, o de donaciones testamentarias (manos muertas), en buena parte de las Iglesias.

Como consecuencia del desarrollo de la amortización, en el siglo XVIII la propiedad de la tierra se encontraba fuera del mercado. La existencia de estas tierras perjudicaba al comercio, porque producían poco.

¿Qué es la Desamortización?

Por desamortización entendemos el conjunto de medidas jurídicas que permitirán que las propiedades vinculadas dejen de serlo, pasando a propiedad particular y entrando en el mercado.

Contexto Histórico: España a comienzos del siglo XIX

A comienzos del siglo XIX, España era un país sobre todo agrario. La población se dedicaba a la agricultura. La alta nobleza y la Iglesia poseían la mayoría de las tierras, pero estas apenas se cultivaban. La causa era la concepción rentista. Puesto que su más importante fuente de ingresos eran las rentas que los campesinos pagaban por el usufructo de estas tierras, los propietarios no tenían motivación para mejorarlas. Los rendimientos agrícolas eran, pues, bajísimos. Aunque la natalidad era muy alta, el crecimiento lo frenaba una mortalidad muy elevada. Los privilegios de la nobleza y el clero eran enormes.

Los fisiócratas del siglo XVIII criticaron aquella situación jurídica de la propiedad agraria por favorecer la insuficiente productividad de la tierra e impedir el aumento de ingresos de la Hacienda pública. Pero la desamortización defendida por los ilustrados se limitaba a las propiedades de los municipios: baldíos y bienes propios.

Las Primeras Desamortizaciones

Los ilustrados no buscaban únicamente una finalidad económica, también otra social: el reparto de la propiedad municipal entre los más necesitados en arrendamiento, que fracasó. Esas finalidades económica y social serían sustituidas por la fiscal en el reinado de Carlos IV. Godoy buscaría con las actuaciones desamortizadoras conseguir ingresos para resolver el problema de la deuda pública interior, que había crecido para financiar las guerras. Godoy no limitaría sus medidas desamortizadoras a los bienes municipales, sino que las extendería a otros de la Iglesia.

Godoy estableció el mecanismo desamortizador que se seguiría en el siglo XIX y que, en esencia, consistirá en tres pasos:

  1. Incautación por el Estado de bienes de manos muertas.
  2. Venta en pública subasta.
  3. Aplicación del producto obtenido a la amortización de la deuda.

Las Cortes de Cádiz y el Trienio Liberal

El problema de la deuda volverá a ser crucial en la legislación desamortizadora de las Cortes de Cádiz. La burguesía liberal defendió que se liquidara en su totalidad. El capital necesario para amortizar la deuda vendría de la venta en subasta.

El regreso de Fernando VII supuso un momento de marcha atrás en el proceso desamortizador. Será en el Trienio Constitucional cuando nuevamente los liberales lo relancen. Entonces se decretará la venta en subasta de los bienes nacionales, que serían pagados por un precio muy inferior al de tasación. Las tierras estaban pasando a manos de ricos capitalistas, quienes fijaban nuevos arriendos.

Respecto de la desamortización eclesiástica, en el Trienio se abordó a fondo la del clero regular, junto con su reforma. Seguían intactas las propiedades del clero secular, pero la ley de desvinculaciones prohibía adquirir bienes inmuebles a la Iglesia. La reforma agraria liberal llevada a cabo durante el siglo XIX consistió en la abolición de los señoríos. Con ello, la nobleza perdía el poder jurisdiccional y político que tenía sobre la posesión de tierras; se abolió el mayorazgo. De este modo, las propiedades de la nobleza se convirtieron en propiedad libre y privada. Finalmente, se efectuaron las desamortizaciones. Estas medidas consolidaron la propiedad privada de la tierra y el capitalismo agrario.

La Desamortización de Mendizábal

Con la llegada definitiva del liberalismo al poder, el planteamiento desamortizador de los bienes municipales caerá en el olvido, centrándose en la eclesiástica, que alcanzará su punto álgido con Mendizábal. Los decretos de 1836 y 1837 declaraban en venta los bienes de las comunidades religiosas suprimidas o que pudieran serlo. Debidos a estos decretos, el Estado se encontró en posesión de una masa de bienes con cuya venta Mendizábal perseguía tres finalidades:

  1. Eliminar la deuda pública.
  2. Levantar un ejército para dar fin a la guerra carlista.
  3. Aumentar los seguidores del liberalismo.

La venta se realizaba en pública subasta con un precio inicial de tasación sobre el que realizarían las pujas. El sistema de pago favorecía a quienes tenían dinero en metálico o títulos de la deuda. Con este sistema de venta y pago, muchas propiedades fueron adquiridas a precios reales irrisorios, lo que no permitió liquidar la deuda totalmente ni contar con ingresos suficientes. Por otra parte, la adquisición de las propiedades por una minoría, en perjuicio de los arrendatarios de la Iglesia, incrementó el número de descontentos con el régimen liberal.

Oposición y Alternativas a la Desamortización de Mendizábal

La desamortización de Mendizábal tuvo la oposición de los moderados (defensores siempre de los intereses de la Iglesia). La oposición la encabezó Estrada, quien no criticó la enajenación, sino su venta y el sistema de pago propuesto. Estrada comprendió que la venta en subasta y el pago con vales reales no iba a favorecer la liquidación de la deuda ni una reforma agraria. Propuso que se arrendaran las tierras en enfiteusis a los campesinos (contratos a largo plazo); así, en lugar de liquidar la deuda de una vez, podría liquidarla a largo plazo sin perder la propiedad. Favorecería un mayor reparto de la propiedad útil agraria. Sin embargo, estas voces fracasaron.

Los Moderados y la Desamortización

La llegada de los moderados al poder supuso un freno a la venta de los bienes desamortizados. Pero cuando asuma la regencia, Espartero, de nuevo relanzará la desamortización eclesiástica. Sin embargo, las leyes desamortizadoras de Espartero fueron suspendidas con la vuelta al gobierno de los moderados. A través del Concordato firmado con el Vaticano, reconocieron a la Iglesia el derecho a adquirir nuevos bienes. A cambio, la Santa Sede se comprometía a no molestar a quienes ya habían comprado las propiedades desamortizadas.

La Desamortización de Madoz

El último episodio del proceso desamortizador lo protagonizaría, durante el Bienio Progresista, Pascual Madoz. La Ley General de Desamortización de 1 de mayo de 1855 desamortizaba los bienes de la Iglesia, del Estado, de los municipios y de otras manos muertas de menor entidad. Se buscaba:

  1. La liquidación de la deuda interior.
  2. La financiación de obras públicas.

De nuevo prevalecía la reforma agraria. A la Iglesia se la compensaba entregándole títulos de deuda por el importe de las ventas. A pesar de ello, la desamortización eclesiástica encontró resistencia por parte de los moderados y la reina.

La más importante fue la desamortización de los bienes de los municipios, que eran esencialmente los bienes propios y comunales. La ley contemplaba compensar las enajenaciones entregando a los ayuntamientos el 80% del valor de las ventas en títulos de deuda. En ambos casos, hay que tener en cuenta que el valor de venta distó mucho del real, porque la oferta de tierras fue considerable. Las ventas de unos y otros bienes se realizaban en subasta pública.

Consecuencias de la Desamortización

La desamortización tuvo repercusiones en diferentes aspectos, pero los más importantes fueron:

Económicas

  • Positivas: Con la desamortización aumentó la superficie de cultivo, aunque este aumento no siempre se tradujo en resultados positivos. Pero, en general, aumentó la producción agrícola; por eso, a mediados de siglo se pasa de ser importadores de trigo a ser exportadores.
  • Negativas: La más importante fue que no supuso una reforma agraria y consolidó la gran propiedad. Contribuyó a crear una clase poderosa social, económica y políticamente. El hecho de que los capitales se invirtieran en la compra de tierras provocó la descapitalización de la industria y el comercio; por esto, el sector agrario en la economía española será de gran importancia. Aparte, con las nuevas puestas de cultivos, aumentó la deforestación.

Fiscales

A pesar de ser la finalidad fundamental, la desamortización no logró acabar con el problema de la deuda, aunque contribuyó a pagar algunas deudas.

Políticas

El acceso a la propiedad de la tierra y el miedo a perderla acentuó el conservadurismo de la burguesía española.

Culturales

Muchos cuadros y libros fueron vendidos a precios bajos y acabaron en otros países; otros pasaron a los fondos de las bibliotecas y universidades o a manos particulares, que no tenían noción de su valor artístico y se perdieron para siempre. Edificios que tenían interés artístico quedaron abandonados o se transformaron en edificios públicos.

Valoración de la Desamortización

En general, todos los que han estudiado la desamortización coinciden en la necesidad de la misma. Era conveniente poner en el mercado una riqueza muerta, a fin de aumentar la producción agraria y revalorizar las propiedades. La desamortización consolidó la estructura latifundista, favoreciendo la aparición de la burguesía agraria. De hecho, se ha interpretado como un intento de la monarquía por hacerse con una importante masa social de adeptos.

Por otra parte, debemos tener en cuenta que las transformaciones agrícolas permitieron un crecimiento de la población, pero este aumento resulta bajo si se compara con el de países europeos del entorno en el mismo periodo. Y es que la mortalidad siguió siendo elevada y la esperanza de vida no superaba los 35 años. En adelante, el hambre de tierras protagonizará los movimientos campesinos que sacudirán el panorama político-social español en el primer tercio del siglo XX. Después de todo este prolongado proceso desamortizador, la economía española siguió siendo agraria, incapaz de competir en el mercado internacional.

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