La Desamortización en España: Transformación Económica y Conflicto Social

Introducción

La desamortización en España supuso la apropiación por parte del Estado de bienes raíces de propiedad colectiva, ya sean eclesiásticos o civiles. Tras su nacionalización, estos bienes eran puestos en venta en subasta pública, convirtiéndose en propiedad privada. El proceso de desamortización fue crucial para la construcción de un Estado liberal, ya que extendía el concepto de propiedad privada al campo español.

Los precedentes de este proceso se encuentran en las reformas de Godoy, en los intentos desamortizadores de las Cortes de Cádiz y en el Trienio Liberal. Ya en el siglo XVIII, los ilustrados españoles veían la necesidad de una reforma agraria para solucionar diversos problemas en la agricultura española.

Desarrollo

La Desamortización de Mendizábal (1836-1837)

Juan Álvarez Mendizábal, líder progresista, llevó a cabo una desamortización que afectó a los bienes del clero regular a través de tres decretos:

  1. Febrero de 1836: Se declaran en venta todos los bienes (casas, tierras, monasterios, etc.) de propiedad de órdenes religiosas.
  2. Marzo de 1836: Los bienes del clero regular son subastados y nacionalizados.
  3. Junio de 1837: Se afectan los bienes de las órdenes femeninas.

La desamortización se puso en marcha durante la Guerra Carlista, siendo, además de una medida económica, una represalia a la Iglesia por su apoyo al carlismo. Los objetivos eran:

  • Conseguir dinero para financiar la guerra y solucionar los problemas de la Hacienda y la Deuda Pública.
  • Realizar una reforma agraria en beneficio de los campesinos.
  • Transitar del Antiguo Régimen a un Estado Liberal.
  • Incrementar la producción agraria (revolución agrícola).

La desamortización afectó a unas 240.000 fincas rústicas y 30.000 urbanas. El Estado consiguió 4.000 millones de reales, el clero se redujo a la mitad y los conventos pasaron de 2.000 a 41. El poder de la Iglesia quedó reducido, pero la desamortización no consiguió todos sus propósitos.

Los bienes incautados fueron subastados en grandes lotes, siendo controlados por los grandes propietarios y la burguesía. Esto dejó excluidos a los pequeños y medianos propietarios, para quienes resultaba imposible adquirirlos. Así, el negocio resultó beneficioso para los compradores, pero no para el Estado.

Los resultados no fueron los esperados, ya que no se alcanzaron los objetivos iniciales y las tierras no fueron a manos de los campesinos. No se creó una nueva clase agraria, por lo que los campesinos empeoraron su situación, convirtiéndose en jornaleros con condiciones más duras que las de antes.

Consecuencias de la Desamortización de Mendizábal:

  • No aumentó la producción y los nuevos propietarios no introdujeron mejoras técnicas.
  • Se obtuvieron menos beneficios de los esperados, por lo que no se solucionó el problema de la deuda, aunque sí se redujo bastante. Además, las nuevas propiedades pasaron a tributar a Hacienda, lo que ayudó a sostener los gastos de la guerra.
  • Los pequeños campesinos no pudieron acceder a la tierra por su elevado precio y se convirtieron en jornaleros, endureciendo sus condiciones laborales (lo que explicaría su apoyo al bando absolutista).
  • La desamortización provocó la ruptura entre la Iglesia y el Estado, ya que la Iglesia dejó de ser un estamento privilegiado.
  • Apenas hubo cambios en la estructura de la tierra, creándose incluso más latifundios.
  • Provocó un atraso industrial en España, ya que se invirtió en tierra en detrimento de la industria.
  • Se perdió una gran parte del patrimonio artístico y cultural, vendido en las subastas, además de conventos y monasterios que fueron abandonados.

La victoria de los moderados en 1837 supuso la paralización de las desamortizaciones.

Reactivación con Espartero y la Década Moderada (1840-1854)

En 1840, con la regencia de Espartero, se reactivaron las desamortizaciones al ser declarados»bienes nacionale» todas las propiedades del clero secular. A la vez, se intentó solucionar el problema de las necesidades de la Iglesia mediante una ley que establecía tres ingresos: derechos de estola y pie de altar, una cuota entre los feligreses de la parroquia y una contribución estatal de culto y clero.

Con la caída de Espartero y la llegada al poder de los moderados, se interrumpió el proceso desamortizador. Durante la Década Moderada (1843-1854), las ventas fueron paralizadas y se devolvieron a la Iglesia las propiedades que no habían sido vendidas. Además, se firmó el Concordato de 1851, por el que el Estado se comprometía a reservar una parte del presupuesto para hacer frente a los gastos eclesiásticos del culto y del clero, para compensar a la Iglesia por las pérdidas de la desamortización.

La Desamortización de Madoz (1855)

Durante el Bienio Progresista (1854-1856), Pascual Madoz, ministro de Hacienda, llevó a cabo una nueva desamortización civil que afectó a los bienes comunales y eclesiásticos, poniéndose en venta todos los bienes pertenecientes al Estado, la Iglesia y los municipios.

Sus objetivos eran reducir la Deuda Pública y el déficit del Estado, financiar las obras públicas y contribuir a la industrialización y el desarrollo económico de España. Esta vez se intentaron corregir los errores de la desamortización de Mendizábal: en el pago en las subastas se abonaba un 10% como entrada y el pago era en metálico.

Las consecuencias fueron la eliminación de la propiedad comunal y la eclesiástica, lo que agravó la situación de los campesinos, ya que dejaron de trabajar las tierras comunales. Además, se produjo una nueva separación con la Iglesia por la ruptura del Concordato de 1851.

La Ley de Madoz obtuvo la oposición de todos los moderados y las ventas tuvieron que ser suspendidas hasta que en 1856, Narváez suprimió la ley desamortizadora. El Vaticano consiguió una pequeña compensación por las ventas, pero el problema con la Iglesia se arrastró durante un siglo.

Conclusión

La desamortización en España supone un cambio fundamental para la transición al liberalismo, aunque no consiguió todos sus objetivos. No proporcionó una reforma agraria real y no transformó la estructura de la propiedad, sino que marcó la concentración de tierras en pocas manos, provocando una enorme masa de campesinos sin tierras (jornaleros) y endureciendo sus condiciones, ya que las tierras acabaron en manos de la burguesía o la nobleza.

La puesta en cultivo de la tierra no modernizó la producción, aunque sí provocó un crecimiento moderado. La venta de tierras contribuyó a reducir la deuda, aunque se obtuvieron menos beneficios de los esperados. La ruptura con la Iglesia no se solventaría hasta la firma del Concordato de 1953. Por último, las consecuencias culturales fueron devastadoras: iglesias, monasterios, etc. fueron abandonados y acabaron en ruinas.

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