Contexto histórico
Nos hallamos ante una fuente primaria, un documento de carácter político, ya que se trata de un fragmento del Manifiesto de despedida del rey
Alfonso XIII, publicado en el diario ABC el día 17 de Abril. Fue escrito el 13 de Abril de 1931, un día después de celebradas las elecciones municipales en que las candidaturas republicanas habían resultado ganadoras en las principales ciudades españolas. El rey leyó el Manifiesto ante su Consejo de Ministros la tarde del 14 de Abril antes de marchar al exilio; el mismo día que se proclamaba la Segunda República en España. Al día siguiente, fue publicado en los principales periódicos del país para conocimiento de todos los españoles. Su autor es el rey Alfonso XIII, hijo y sucesor de Alfonso XII. Durante su minoría de edad ejercíó la Regencia (1885-1902) su madre, M° Cristina de Habsburgo. Su reinado personal transcurríó entre 1902 y 1931. Por tanto, es un texto público, destinado a la difusión general. Es un texto subjetivo que el rey escribíó con el propósito de dar a conocer al pueblo español las razones que le han llevado a tomar la decisión de marcharse: no contar con apoyo popular y evitar una Guerra Civil.Ideas Idea principal: la renuncia al trono de España del rey Alfonso XIII. Alfonso XIII suspende «deliberadamente el ejercicio del poder real» pero no abdica, sino que se aparta sin renunciar «a ninguno de mis derechos», que son «depósito acumulado por la Historia», de acuerdo con la vieja doctrina canovista de la constitución interna, según la cual la Monarquía (al igual que las Cortes es una institución que representa la Tradición y la Historia de España, y se sitúa, por tanto, por encima de cualquier texto constitucional. Ideas secundarias: circunstancias y justificación de su decisión.
Circunstancias: En la primera línea, el rey nombra las elecciones «celebradas el domingo»: se trata de las municipales (12-IV-1931) convocadas por el último gobierno de la monarquía (el del almirante Juan Bautista Aznar), que fueron consideradas por la oposición como una consulta a favor de la monarquía o la república. > Motivo n° 1: El resultado de dichas elecciones demostraron al rey la falta de apoyos a la monarquía («ya no tengo el amor de mi pueblo»)[2]. Aunque en el conjunto del país los monárquicos obtuvieron un mayor número de concejales, la distribución del voto republicano, vencedor en la mayoría de las capitales de provincia y grandes ciudades del país, se interpretó como la voluntad mayoritaria del país, ya que era de más calidad que el del mundo rural, por estar este último sujeto a los fraudes electorales del sistema caciquil. Motivo n° 2: Alfonso XIII explica, en tono paternalista, que quiere, con su renuncia, evitar una «fratricida Guerra Civil», a pesar de que «Hallaría medios sobrados para mantener mis regias prerrogativas»: el rey podría, una vez más, imponerse por la fuerza, ya que tenía el respaldo de un sector de los militares:
≥ Las «críticas coyunturas» a las que el monarca alude pueden referirse a las graves crisis en su reinado: la Semana Trágica de Barcelona (1909), la crisis de 1917 y el desastre de Annual (1921). En las dos primeras crisis, el monarca había actuado defendiendo los intereses de la oligarquía dominante frente a las clases populares. En cuanto a la cuestión africana, la oposición republicana consideraba también responsable al rey de estar detrás del desastre de Annual (donde el caudillo rifeño Abd-el-Krim había derrotado al ejército colonial español, causando alrededor de 15.000 muertos), un hecho que había conmocionado al país, en su mayoría contrario a una política colonial de prestigio. > El rey admite que pudo equivocarse en sus decisiones («sin duda erré yo alguna vez»). Se refiere, sin nombrarlo expresamente, a su apoyo a la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), respecto a la que trata de justificarse diciendo que actuó siempre con buena intención, «sin malicia», movido por su amor a España e intentando servirla. Por lo demás, podemos decir, en términos generales, que el error de Alfonso XIII constituyó, a diferencia de sus antecesores, su participación activa en las decisiones políticas del país, lo que contribuyó a intensificar la inestabilidad política.> La renuncia del rey parece ser, en un principio, breve, pues confía en volver cuando se celebren elecciones generales y se exprese la auténtica voz de la nacíón («la adecuada expresión de la conciencia colectiva»), a la que atribuye la soberanía («única señora de sus destinos»). Las elecciones a Cortes Constituyentes tendrían lugar dos meses después (28-VI-1931), siendo el primer proceso electoral plenamente democrático desde el sexenio revolucionario. El Parlamento resultante, fruto de la nueva ley electoral, reflejó una muy escasa representación de los partidarios alfonsinos, a pesar del peso económico y social que aún conservaba.
Paralelamente se firma el Pacto de San Sebastián entre las fuerzas políticas de la oposición para preparar el paso a la República. Surgieron dos líneas de actuación; una revolucionaria que llevó al fracasado Golpe de Estado de Jaca, y otra política, con una gran campaña de prensa y mítines que logró arruinar el prestigio del rey. Ante la inoperancia de Berenguer, el rey lo sustituirá por el almirante Aznar, con la pretensión de organizar elecciones, que devolviera el poder a las antiguas élites de la Restauración. Las elecciones municipales del 12 de Abril deberían abrir el camino a unas futuras elecciones generales. Pero la victoria electoral de las candidaturas republicanas en las ciudades trajo consigo la caída de la Monarquía y la proclamación de la II República.
El fin de la monarquía, no fue el resultado de una revolución, sino del deterioro del propio sistema político iniciado en 1898, progresivamente debilitado con las crisis de 1909 (Semana Trágica), 1.912, 1917 y finalmente 1923. La dictadura militar y los apoyos recibida por parte del monarca, también debitaron su posición y su imagen de cara a la opinión pública. El colapso de 1931 fue el resultado de una larga crisis institucional que los diferentes gobiernos no fueron capaces de frenar o solucionar y que acabaron hundiendo el sistema de la Restauración y la monarquía de Alfonso XIII.
La personalidad política de Alfonso XIII
Convencido del protagonismo político que le otorgaba la Constitución de 1876 en ningún momento estuvo dispuesto Alfonso XIII a renunciar a su soberanía compartida con las Cortes. El papel activo del Rey se manifiesta en: Las « Crisis Orientales»: (por la residencia del Rey en el Palacio de Oriente): su implicación en los numerosos cambios de gobierno y crisis ministeriales. Su espíritu castrense: Se rodeaba del sector más conservador del alto mando del ejército, de cuyas opiniones se dejó influir de forma continua, lo que le inclinaba a favorecer al Ejército siempre que había un conflicto entre el poder civil y el poder militar. El compromiso del Rey Alfonso XIII con la Dictadura hizo que el desprestigio y posterior caída del dictador, arrastrase consigo a la institución monárquica.Causas
A partir de 1927 crecíó la oposición a la dictadura de Primo. La burguésía comenzó a retirarle su apoyo por la falta de autonomía. Sectores del ejército conspiraban, descontentos por el favoritismo hacia los militaristas africanistas. Las universidades y una mayoría de los intelectuales influyentes exigían la vuelta a las libertades constitucionales y denunciaban el apoyo del dictador a la Iglesia. El anarquismo comienza a organizarse creando la FAI (1927), el estancamiento económico y el paro con la crisis mundial de 1929 y la utilización de los viejos sistemas caciquiles para sostener el régimen, aumentaron las protestas sociales y la exigencia de libertad. Así, el 28 de Enero de 1930, dimite Primo de Rivera y Alfonso XIII nombra al general Berenguer presidente del gobierno iniciándose así la «dictablanda», con el único objetivo de recuperar el sistema de la Restauración.Paralelamente se firma el Pacto de San Sebastián entre las fuerzas políticas de la oposición para preparar el paso a la República. Surgieron dos líneas de actuación; una revolucionaria que llevó al fracasado Golpe de Estado de Jaca, y otra política, con una gran campaña de prensa y mítines que logró arruinar el prestigio del rey. Ante la inoperancia de Berenguer, el rey lo sustituirá por el almirante Aznar, con la pretensión de organizar elecciones, que devolviera el poder a las antiguas élites de la Restauración. Las elecciones municipales del 12 de Abril deberían abrir el camino a unas futuras elecciones generales. Pero la victoria electoral de las candidaturas republicanas en las ciudades trajo consigo la caída de la Monarquía y la proclamación de la II República.
El fin de la monarquía, no fue el resultado de una revolución, sino del deterioro del propio sistema político iniciado en 1898, progresivamente debilitado con las crisis de 1909 (Semana Trágica), 1.912, 1917 y finalmente 1923. La dictadura militar y los apoyos recibida por parte del monarca, también debitaron su posición y su imagen de cara a la opinión pública. El colapso de 1931 fue el resultado de una larga crisis institucional que los diferentes gobiernos no fueron capaces de frenar o solucionar y que acabaron hundiendo el sistema de la Restauración y la monarquía de Alfonso XIII.