La España del Siglo XVIII: Absolutismo, Reformas Borbónicas e Ilustración

La España del Siglo XVIII

1. La Monarquía Absolutista Borbónica

1.1. Ascenso de los Borbones y Centralización del Poder

En España, las tropas de Felipe V ejercieron una evidente superioridad. En 1713, cuando se firmó el Tratado de Utrecht, solo resistían Barcelona y alguna ciudad de Cataluña y de las Baleares. Las cortes catalanas decidieron luchar frente a los Borbones. El 11 de septiembre de 1714, las tropas de Felipe V tomaron Barcelona y en 1715 ocuparon Mallorca.

La monarquía autoritaria borbónica inició un proceso de concentración de poder en Castilla. En la Corona de Aragón, Navarra y el País Vasco habían conservado sus instituciones propias, como las cortes. Con los Borbones, se impuso el absolutismo implantado en Francia con Luis XIV durante el siglo XVII, donde al monarca le pertenecía todo el territorio y de él derivaban las instituciones. Los monarcas combatieron las limitaciones que había sobre la corona, afanándose por fortalecer el poder real.

1.2. Política Exterior y Conflictos Internacionales

Se inició con la pérdida de poder e influencia de la corona española en el contexto internacional (Tratados de Utrecht y Rastadt). Los principales enfrentamientos durante el siglo XVIII se produjeron a causa del empeño de Isabel de Farnesio, esposa de Felipe V, en defender el acceso al trono de Nápoles de su hijo mayor, Carlos, y al trono de Módena y Parma de su otro hijo, Felipe. Felipe V y Carlos III firmaron una serie de pactos con Francia. Con la llegada al trono de Fernando VI, sus esfuerzos se dirigieron a la reestructuración del ejército y la flota. Durante el reinado de Carlos III, España intervino en la Guerra de los Siete Años al lado de Francia y contra Inglaterra. La guerra terminó con la Paz de París en 1763.

España intervino junto a Francia en la Guerra de Independencia de Estados Unidos (1776-1783) apoyando a las colonias americanas.

2. La Sociedad Estamental

2.1. Persistencia de la Desigualdad y el Inmovilismo

La sociedad del siglo XVIII seguía manteniendo la división en estamentos y sus características: la desigualdad jurídica y el inmovilismo. Los grupos privilegiados, es decir, nobleza y clero, eran dueños de la propiedad territorial. La nobleza no pasaba del 5% de la población, pero poseía extensas propiedades, administraba la justicia y extraía cuantiosas rentas.

El tercer estamento, formado por los demás habitantes, soportaba grandes cargos económicos del Estado y no participaba en la política. Los campesinos tenían que entregar la mayor parte de sus rentas agrarias.

3. La Economía del Siglo XVIII

3.1. La Tierra y la Agricultura

La tierra estaba amortizada, es decir, no podía ni comprarse ni venderse, se transmitía por herencia. Esto sucedía con las tierras de la Iglesia, los ayuntamientos o la nobleza. La corona, la nobleza y la iglesia eran titulares de los señoríos: extensas posesiones donde ejercían jurisdicción y recibían cuantiosas rentas. La mayor parte del campesinado eran arrendatarios o jornaleros.

En Cataluña, las tierras estaban cultivadas por campesinos con contratos enfitéuticos (estables y a perpetuidad). En Galicia y Asturias los foros eran fijos, pero la falta de tierras llevó a los subforos y a un problema de minifundismo. Por último, existían enormes extensiones en manos de la nobleza y el clero llamados latifundios. Las condiciones del campesinado eran muy duras ya que no podían acumular ni un excedente, y si eran jornaleros dependían de un mísero salario.

3.2. Industria y Comercio

La industria tradicional continuaba organizada en gremios, con control de la producción y creación de nueva industria. El comercio interior era débil, con graves problemas de transporte. Solo el comercio colonial mantenía una cierta importancia.

4. Reformas Borbónicas y Conflictos

4.1. La Guerra de Sucesión y la Rebelión Catalana

La guerra consumió enormes recursos y empobreció a Castilla. Pero la exigencia del Conde Duque de Olivares acabaron provocando un levantamiento en Cataluña y Portugal en 1640. En Portugal se nombró rey al Duque de Braganza y la rebelión significó la independencia de Portugal de la corona española. La revuelta en Cataluña se originó cuando Olivares abrió un frente militar contra los franceses. Los soldados reales cometieron desmanes, lo que provocó la entrada de los franceses en Cataluña durante el Corpus de Sangre.

4.2. Centralización Administrativa y Decretos de Nueva Planta

Felipe V y Fernando VI trataron de unificar y reorganizar los diferentes reinos. Felipe V, mediante los Decretos de Nueva Planta, impuso la organización político-administrativa de Castilla a los territorios de la Corona de Aragón. La Nueva Planta abolió las diferentes cortes y las de Castilla se convirtieron en las Cortes de España. Se suprimió el Consejo de Aragón y el Consejo de Castilla asumió sus funciones. El monarca fue ayudado por las secretarías. Los Borbones también reorganizaron el territorio, eliminando los antiguos virreinatos y creando demarcaciones provinciales.

4.3. La Guerra de Sucesión y sus Consecuencias

Se inició un conflicto entre 1700 y 1713 por la sucesión al trono de España. Andalucía se mantuvo al lado del rey Borbón, Felipe V. La plaza y fortaleza de Gibraltar fue conquistada por los británicos. El Tratado de Utrecht (1713) confirmó a Felipe V como rey de España y también estableció la entrega de Gibraltar a Gran Bretaña. En 1717 se trasladó de Sevilla a Cádiz la Casa de Contratación y esto enriqueció a los comerciantes asentados en la bahía gaditana.

Entre las iniciativas ilustradas destaca la creación de «Nuevas Poblaciones» para poblar con extranjeros el itinerario de Madrid a Cádiz por Despeñaperros, dentro del proyecto de repoblación de Sierra Morena en 1771. También se crearon, como en otras regiones de España, academias, tertulias literarias y Sociedades Económicas de Amigos del País para difundir el pensamiento ilustrado.

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