La Guerra de Sucesión Española y el Sistema de Utrecht, los Pactos de Familia
Carlos II (1665-1700) nombró heredero a Felipe de Borbón, pero Inglaterra, Holanda y Austria propusieron, de forma conjunta, a Carlos de Habsburgo, hecho que provocó la Guerra de Sucesión Española (1700-1713), que fue a la vez una guerra civil (Castilla contra Aragón) y mundial (Gran Alianza contra Francia y Castilla). El conflicto terminó con los Tratados de Utrecht (1713) y Rastadt (1714), por los que Felipe V queda como rey de España, y de las Indias, pero renuncia al trono francés; el emperador Carlos se queda con Flandes, Milán, Nápoles y Cerdeña; e Inglaterra obtiene Gibraltar, Menorca y privilegios comerciales. Así, Francia sustituye a España como potencia mundial en Europa, e Inglaterra y Holanda quedan como potencias comerciales y marítimas. Los pactos de familia son una serie de tres acuerdos con los que España pretendía recuperar lo perdido tras guerra con el apoyo de Francia. El primero se firmó entre Felipe V y Luis XV en 1733 y España se enfrenta con Austria para recuperar sus posesiones en Italia; el segundo fue en 1743 y España lucha contra Inglaterra para recuperar el control del comercio americano, retirando el ‘navío de permiso’ y el ‘asiento de negros’; y con el tercero, firmado por Carlos III en 1761, España, busca recuperar Menorca y Gibraltar.
La Nueva Monarquía Borbónica, los Decretos de Nueva Planta
Felipe V y Fernando VI instauraron una monarquía absoluta a imitación de la francesa, e iniciaron a una política reformista en todos los campos con la intención de devolver España a un lugar destacado entre las potencias europeas. La construcción de un nuevo modelo de estado centralizador llevó a la imposición entre 1707 y 1716 de los Decretos de Nueva Planta en la Corona de Aragón:
- Supresión de fueros, autonomía municipal y cortes
- Cambio de virreinatos por provincias, y de virreyes por los capitanes generales, con poder civil y militar
- Sistema impositivo más gravoso
- Castellanización de la administración (funcionariado e idioma)
No obstante, no se logró la total uniformidad puesto que los territorios vascos y navarros conservaron sus fueros. La reforma de la administración se hizo imitando el modelo centralista francés: sustitución de los consejos por secretarías de estado; y creación del intendente, un enlace entre el poder central y las provincias, que tiene amplísimas competencias. La reforma militar buscó modernizar el ejército y la marina: sustitución de los tercios por regimientos, modernización del sistema de mandos, ejército permanente, creación de arsenales, programa de construcción y enseñanza naval.
La España del siglo XVIII: Expansión y Transformaciones Económicas
La principal actividad económica fue la agricultura, caracterizada por unos rendimientos muy bajos debidos a la ausencia de mejoras técnicas, a la estructura feudal de la tierra y a la dependencia de los factores naturales. Para mejorar esta situación, los Borbones emprendieron reformas legislativas y construcción de infraestructuras, pero apenas dieron resultados. La industria como tal era casi inexistente y era la artesanía la que cubría la demanda local. Para fomentar el desarrollo industrial se crearon las reales fábricas y se tomaron medidas proteccionistas, produciéndose algunas mejoras regionales. El comercio interior era escaso dada la falta de demanda fuera del ámbito regional, la inexistencia de infraestructuras (puentes, caminos), y las dificultades administrativas (peajes, aduanas interiores). Por contra, el comercio americano fue muy dinámico gracias a que los Borbones suprimieron el sistema de flotas, finalizaron el monopolio portuario de origen y crearon las compañías comerciales. El crecimiento económico en Cataluña se debe a que allí se dio antes el ciclo demográfico de transición. La especialización agrícola en la vid creó una industria de transformación especializada en vinos y licores que permitió la acumulación de capital financiero suficiente como para iniciar la industria textil; además el proteccionismo borbónico consiguió que los textiles catalanes abastecieran en exclusiva el mercado, con todo lo que ello implica.
Ideas Fundamentales de la Ilustración
En España la Ilustración tuvo un alcance moderado, debido a la influencia de la iglesia (control de la educación y de la universidad) y a las características de la sociedad (analfabetismo, religiosidad). Los reyes españoles aplicaron las reformas ilustradas siguiendo los principios de racionalidad y utilidad, emprendiendo reformas económicas, sociales y políticas. Las vías de difusión de las ideas ilustradas en España fueron las academias (ciencia), sociedades económicas de amigos del país (ciencias aplicadas y desarrollo económico), prensa (crítica) y tertulias (debate de ideas), entre otras. Las reformas de Carlos III son racionales y despóticas. El programa de reformas de Esquilache necesitó unos ingresos que sólo se consiguieron con el aumento de la presión fiscal y otras fórmulas novedosas (lotería nacional). Una de sus primeras disposiciones fue la liberalización del comercio de cereales, que terminaría provocando escasez y alza de los precios de los alimentos, situación que degeneró en el llamado motín de Esquilache (1766). Posteriormente se reformó la enseñanza: se expulsó a los jesuitas, se crearon las escuelas de artes y oficios, nuevas escuelas medias y las universidades pasaron al patronazgo real. Para reformar de la agricultura se inició un proyecto de repoblación en Andalucía, diseñado por Campomanes, con el fin de fomentar la agricultura y la industria en una zona despoblada y amenazada por el bandolerismo. Para fomentar el comercio interior se acometió un ambicioso plan de construcción de obras públicas (canal imperial de Aragón, caminos radiales nacionales). Del fomento de la industria se encargaron las sociedades económicas que buscaron el autoabastecimiento de las zonas rurales. También destacan las reformas urbanas emprendidas (alumbrado, recogida de basuras, adoquinado, alcantarillado).