La España Imperial: Descubrimiento, Gobierno y Legado

El Descubrimiento de América

El descubrimiento de América en 1492 por Cristóbal Colón fue uno de los acontecimientos más importantes de la historia europea, condicionando la evolución política, social y económica de los siglos siguientes. Si bien es posible que durante la Edad Media algunas expediciones nórdicas llegaran a la costa de Norteamérica, ya desde comienzos del siglo XV, portugueses y castellanos habían iniciado un intento de llegar a Oriente (las Indias), proveedor de especias y productos de gran valor, mediante una ruta alternativa a las tradicionales del Mediterráneo oriental. Las crecientes dificultades del Imperio Bizantino, que finalmente caería con la toma de Constantinopla por los turcos en 1453, forzaron a los europeos occidentales a buscar rutas alternativas a Asia. Fruto de estas expediciones fue la conquista castellana de las Islas Canarias, que comenzó en 1402 por la isla de Lanzarote y concluyó en 1496 con la conquista de Tenerife.

A finales del siglo XV, parecía claro que los portugueses se habían adelantado a los castellanos en la conquista de la ruta de las especias y metales preciosos, gracias al dominio que ya ejercían sobre la costa occidental africana. En este momento, Cristóbal Colón, que había estado a las órdenes del rey de Portugal, ofreció a los Reyes Católicos el proyecto de llegar a las Indias siguiendo una ruta hacia el oeste en lugar de bordear el continente africano. Para su proyecto, Colón partía de la idea de la esfericidad de la Tierra, una cuestión controvertida en la época. Finalmente, por las Capitulaciones de Santa Fe, los Reyes Católicos acordaron con Colón el inicio de la expedición.

El 3 de agosto de 1492, Colón inició su viaje desde el puerto de Palos de la Frontera en Huelva. La expedición de tres naves llegó a una pequeña isla de las Antillas el 12 de octubre. Durante mucho tiempo, Colón creyó haber llegado a Asia por la ruta occidental, pero en realidad había encontrado un continente desconocido en Europa: América. La partición de las zonas de expansión y navegación entre Castilla y Portugal se acordó en el Tratado de Tordesillas (1494). Un meridiano situado a 370 leguas de Cabo Verde separó las dos zonas de influencia: la occidental para Castilla y la oriental para Portugal. De esta manera, la costa africana y el actual Brasil quedaron en manos portuguesas, y el resto de América en manos castellanas.

Gobierno y Administración en América

Según avanzaba la conquista, los españoles fueron creando ciudades habitadas por colonos y desarrollando una administración. En las ciudades se creó un Cabildo (municipio), con un concejo (asamblea de colonos) gobernado por un Alcalde Mayor. Desde 1502, la Corona fue estableciendo Gobernadores, que desde las Antillas enviaban las expediciones de conquista al continente. En 1524, se estableció en la Corte el Consejo de Indias, encargado de todos los asuntos referidos a América.

Una vez concluida la conquista, América se dividió en dos grandes virreinatos: Nueva España (México) y Perú. Los Virreyes, designados entre los miembros de la gran nobleza o de la familia real, eran la máxima autoridad en las Indias. Su actuación estaba sometida a inspección periódica, las visitas, aunque en la práctica gozaron de una enorme autonomía, propiciada por la gran distancia entre España y América y los largos periodos sin comunicación. Por debajo de los virreyes estaban las Reales Audiencias, órgano administrativo y tribunal de justicia con jurisdicción sobre los distritos en los que se dividían los virreinatos.

El Impacto de América en España

A partir del siglo XVI, las Indias se convirtieron en una gran fuente de intercambios comerciales. Se introdujeron en España productos desconocidos en Europa como la patata, el maíz, el cacao, el tabaco, etc., y también llegaban grandes cantidades de metales preciosos (oro y, sobre todo, plata) tras la explotación de las minas. El puerto de Sevilla, que ostentaba el monopolio del comercio americano, dominado por el oro y la plata, era donde entraban y salían todos los barcos de la ruta americana. La cantidad de estos metales creció durante los siglos XVI y XVII, provocando la revolución de los precios, ya que aumentaba el dinero en circulación pero no la producción. Sin embargo, este alza de precios no se tradujo en un desarrollo y expansión de la economía española. El elevado endeudamiento de la Corona para financiar la expansión y el mantenimiento del Imperio hizo que el dinero obtenido se gastara rápidamente, ya sea en gastos bélicos o para pagar las deudas de la monarquía con banqueros alemanes y genoveses. De este modo, el siglo XVII sería el gran siglo de la crisis por la mala gestión del dinero obtenido.

El Modelo Político de los Austrias

Los Habsburgo o Austrias continuaron y desarrollaron la organización política heredada de los Reyes Católicos. Procuraron rodearse de letrados, funcionarios expertos en leyes que no pertenecían a la alta nobleza. De esta manera, apartaron a la aristocracia del poder de la Corte, centralizando el poder político en manos de los monarcas. La alta nobleza siguió desempeñando un papel importante, detentando los altos cargos del ejército, la marina y la diplomacia, pero siempre subordinada a la corona.

Castilla se convirtió en el centro del Imperio, especialmente con Felipe II. En los demás reinos y posesiones se establecieron Virreyes (Aragón, Indias, Italia) o Gobernadores (Países Bajos, Milán), cargos ejercidos por altos nobles o miembros de la familia real. El Rey estaba asesorado por los Consejos (sistema polisinodial), que podían ser sectoriales (Hacienda…) o territoriales (Castilla, Aragón, Indias, Italia…). Estaban formados por letrados, nobles y alto clero, y tenían un carácter meramente consultivo; el Rey tenía la última palabra. Carlos V y Felipe II despacharon los asuntos cotidianamente con consejeros de su máxima confianza, los Secretarios, que actuaban como intermediarios entre el rey y los Consejos. Algunos, como Antonio Pérez con Felipe II, alcanzaron gran influencia.

La administración territorial mantuvo la estructura heredada de los Reyes Católicos. Los Corregidores, designados por la corona, controlaban las ciudades. Otros cargos de la burocracia eran los Contadores y recaudadores de impuestos, y los Alguaciles, que ejercían funciones de policía. Las Chancillerías y las Audiencias se encargaban de la administración de justicia.

En 1561, Felipe II fijó la capital en Madrid. Diversos factores explican esta decisión: la situación central de la ciudad en la península, o las ventajas ambientales (agua, caza…). Esta decisión provocó el rápido crecimiento de la Villa y Corte, a la vez que la decadencia de ciudades como Valladolid o Toledo, que anteriormente eran frecuentemente sede de la Corte.

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