La España liberal del siglo XIX

Reforma fiscal y administrativa de Alejandro Mon (1845)

Racionalizó la recaudación de impuestos y los centralizó en manos del Estado (contribución directa y consumos). Regulación estatal del sistema de instrucción pública. Creación de la Guardia Civil (1844), encargada de mantener el orden público y la vigilancia de la propiedad privada, sobre todo en el medio rural. Se adoptó un único sistema de pesos y medidas, el sistema métrico decimal.

Oposición al régimen moderado

El fortalecimiento del poder ejecutivo, el sufragio restringido y el apoyo decidido de la Corona al partido moderado anularon la vía política y parlamentaria como medio de la oposición progresista para acceder al poder, por lo que se vio empujada a la vía insurreccional. El partido democrático nació en 1849 como una escisión del ala izquierda del partido progresista y defendía el sufragio universal, al tiempo que criticaba la monarquía de Isabel II.

Bienio progresista (1854-1856)

La revuelta de 1854 y el nuevo gobierno progresista

El bienio progresista comenzó con la revolución de 1854, consecuencia de la confluencia de un sector del partido moderado y los progresistas, que triunfó gracias al respaldo popular. Los levantamientos populares en las ciudades, en apoyo del movimiento insurreccional, contribuyeron a su radicalización y facilitaron el triunfo de los pronunciamientos. El 26 de julio de 1854, Isabel II encargó la formación de gobierno al general progresista Espartero, con O’Donney como ministro de guerra, iniciándose un periodo de gobiernos progresistas que retomaron algunos aspectos del programa más radical del liberalismo. Las primeras reformas fueron la restauración del régimen político de la Constitución de 1837, de la milicia nacional y de la ley municipal progresista. En las elecciones a Cortes constituyentes apareció una nueva fuerza política, la Unión Liberal.

Constitución de 1854 y reformas

La elaboración de un proyecto de nueva constitución que recogiera los principios básicos del liberalismo progresista (constitución nonata de 1856): soberanía nacional, limitación de los poderes de la Corona y del gobierno, que pasarían a estar estrictamente controlados por las Cortes, declaración de derechos individuales detallada y precisa, con especial énfasis en la libertad de imprenta y en la libertad religiosa, elección directa de alcaldes por los vecinos de cada municipio, restablecimiento de la milicia nacional y ampliación del cuerpo electoral. Las principales reformas del bienio fueron una serie de leyes encaminadas a sentar las bases de la modernización económica del país.

Etapa final del reinado: la vuelta del moderantismo

La vuelta al poder de los moderados

El gobierno de Narváez coincidió con un periodo de malas cosechas y de recesión industrial y financiera que provocó el empobrecimiento de amplias capas sociales. El gobierno reprimió duramente las protestas y prohibió las asociaciones obreras.

El «gobierno largo» de la Unión Liberal (1858-1863)

Su programa político consistió en la defensa obsesiva del orden y tuvo como objetivo principal hacer más eficaz el funcionamiento de la administración. El gobierno de la Unión Liberal emprendió una activa y agresiva política exterior, en el contexto de la expansión imperialista de las potencias europeas.

La crisis final del reinado (1863-1868)

Se agudizó el clima de descontento político, ante la inoperancia y la actitud cada vez más autoritaria de los sucesivos gobiernos. En agosto de 1866, progresistas, demócratas y republicanos firmaron el pacto de Ostende, con el objetivo de destronar a la reina y convocar Cortes constituyentes por sufragio universal. En 1867, tras la muerte de O’Donney, la Unión Liberal (Serrano) se sumó al pacto, completando la coalición de fuerzas que protagonizó la revolución de 1868 y puso fin a la monarquía borbónica.

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