12.3. SUBTEMA: Isabel II (1843-1868). EL REINADO EFECTIVO
11.3.1. Elementos constitutivos del sistema político durante la época de Isabel II
-Durante el reinado de Isabel II, la Corona disfrutó de amplios poderes. Sobre la reina, por su juventud y escasa formación, ejercían una gran influencia las camarillas de palacio.
-Los partidos políticos. El partido moderado, formado por terratenientes, grandes comerciantes, alta nobleza, alto clero y altos mandos militares, defendía la propiedad, garantía del orden social, la soberanía compartida entre las Cortes y la Corona (con muy amplios poderes), un sufragio muy censitario, la limitación de los derechos y la gran influencia de la Iglesia Católica en la sociedad.
En el partido progresista predominaba la mediana burguésía y sectores de la burguésía industrial y financiera. Defendía la plena soberanía nacional, el predominio de las Cortes en el sistema político, limitando la intervención directa de la Corona en la política, ayuntamientos libremente elegidos, la ampliación los derechos individuales y el sufragio censatario, pero aumentando el cuerpo electoral.
La Uníón Liberal (1858) fue una escisión de los moderados, que atrajo a los más conservadores de los progresistas. El Partido Demócrata (1849), separado del progresismo, defendía el sufragio universal y la ampliación de las libertades.
-Por la guerra de la Independencia, en el ejército existía una oficialidad proveniente de sectores medios, proclives al liberalismo.
Las guerras carlistas lo convirtieron en garantía del trono de Isabel II. Durante su reinado, en general, el ejército mantuvo un apoyo a los moderados. Pero para su acceso al poder, los progresistas tuvieron que recurrir a levantamientos populares (con la consiguiente formación de juntas) y a pronunciamientos militares protagonizados por militares progresistas, con el apoyo de la Milicia Nacional, cuya formación defendían los progresistas. La intervención militar fue constante. Los jefes de los partidos eran altos cargos militares. Pero no era un sistema político militar, el ejército era el ejecutor de una conspiración civil. Prueba de la debilidad del sistema de partidos.
12.3.2. Los moderados en el poder. La Constitución de 1845. La Década Moderada
Tras la proclamación como reina de Isabel II, los moderados se hicieron con el poder. Al frente del gobierno moderado se sitúo el general Narváez.
El régimen se asentó sobre el predominio de la burguésía terrateniente, nacida de la fusión de los antiguos señores y de los grandes propietarios rurales surgidos de las desamortizaciones. Para estos grupos era necesario consolidar un nuevo orden social (liberalismo doctrinario), que protegiese las conquistas de la revolución liberal contra la reacción del carlismo y, al mismo tiempo, contra el peligro revolucionario de las clases populares, limitando las libertades en defensa del orden y la propiedad.
La Constitución de 1845 recoge las ideas del moderantismo: rechazo de la plena soberanía nacional, defensa de la soberanía compartida del Rey y las Cortes; la Corona (poder ejecutivo) nombra a los ministros y disuelve las Cortes, se amplían sus poderes legislativos (derecho de veto absoluto sobre las leyes). Disminuyen las atribuciones de las Cortes bicamerales (legislativo). La Cámara baja era elegida por un sufragio muy censitario y el Senado era nombrado por la reina entre la elite del país. Se manténían muchos derechos de la Constitución de 1837, pero leyes posteriores los restringieron. Se establecía la confesionalidad católica y se suspendía la Milicia Nacional.
Los moderados mejoraron sus relaciones con la Iglesia, perjudicada por la desamortización y abolición del diezmo. Se firmó un Concordato con la Santa Sede (1851), se suspendíó la venta de los bienes eclesiásticos, se devolvíó los no vendidos y se fijó la financiación pública del culto y el clero.
El liberalismo moderado construyó la estructura de Estado liberal en España, bajo los principios de centralismo y de la uniformidad. La reforma fiscal y de Hacienda de 1845 (Mon y Santillán) establecíó la contribución directa, pero seguían primando los impuestos indirectos (los consumos). Se aprobó el Código Penal (1851). Se reorganizó la Administración (Ley de Funcionarios de Bravo Murillo). En la Administración provincial se reforzó una estructura centralista basada en los Gobiernos Civiles y Militares. La Ley de Administración Local (1845) dispuso que los alcaldes de los municipios de más de 2.000 habitantes y de las capitales de provincia serían nombrados por la Corona y los de los demás municipios por el Gobernador Civil. Sólo País Vasco y Navarra conservaron sus antiguos fueros. La Ley Moyano de Instrucción Pública (aprobada por los moderados en 1857, después del Bienio Progresista), colocó la enseñanza local y provincial bajo el control de los alcaldes y gobernadores dependiendo del Ministerio de Fomento. Se creó la Guardia Civil (1844), cuerpo armado con finalidades civiles, pero con estructura militar, que se encargaría de mantener el orden público y la propiedad privada, sobre todo, en el medio rural.
12.3.3. El Bienio Progresista (1854-1856)
El gobierno moderado de Bravo Murillo (1851-52) intentó reformar la Constitución para fortalecer más los poderes del ejecutivo, lo que no consiguió. Los posteriores gobiernos moderados (con un partido muy dividido), se caracterizaron por su corrupción y su escaso respeto al orden constitucional. En Junio de 1854, se produjo el pronunciamiento en Vicálvaro del general O´Donnell (futuro líder de la Uníón Liberal), militar moderado, crítico con la acción de gobierno. Un sector de los moderados (los puritanos o moderados puros) y los progresistas elaboraron el Manifiesto de Manzanares (redactado por Cánovas), demandando el cumplimiento de la Constitución y la reforma de la Ley Electoral. En apoyo de estas demandas, se produjeron levantamientos populares. Isabel II llamó a formar gobierno al progresista general Espartero y nombró a O´Donnell ministro de la guerra.
Los partidarios de la coalición de gobierno (puritanos y progresistas), en las elecciones a Cortes Constituyentes, consiguieron una amplia mayoría. Durante dos años (Bienio Progresista), el gobierno restauró la Constitución de 1837. Se elaboró una Constitución, la del 1856, que no entró en vigor. Se emprendíó un ambicioso plan de reformas económicas (ley desamortizadora de Madoz (1855); ley de Sociedades de Crédito; Ley de Ferrocarriles que reguló la construcción de la red ferroviaria).
Las medidas reformistas del Bienio no mejoraron las condiciones de vida de las clases populares ni tuvieron en cuenta sus demandas, lo que generó un clima de grave conflictividad social. En 1856, se produjeron motines populares. La situación provocó una crisis en el gobierno: Espartero dimitíó y la Reina confió el gobierno a O’ DonnelI, que reprimíó duramente las protestas.
12.3.4. La crisis del moderantismo (1856-1868)
O´Donnell restauró el régimen moderado, restableciendo la Constitución de 1845. En Octubre de 1856, el partido moderado volvíó al poder (gobierno Narváez). De 1858 a 1863, gobernó la Uníón Liberal, fundada en 1858, con O´Donnell como jefe de gobierno. Una etapa de estabilidad política y de intervenciones militares exteriores en busca de prestigio (en Indochina en apoyo de Francia; guerra contra Marruecos; intento fallido de recuperación de Santo Domingo; expedición a México junto a Gran Bretaña y Francia; la guerra del Pacífico contra Perú y Chile). Entre 1863 y 1868, el gobierno estuvo, la mayor parte de las veces, en manos de los moderados. Se gobernó de forma autoritaria, al margen de las Cortes, ejerciendo una fuerte represión, en un contexto de crisis económica.