En febrero de 1936, las elecciones dieron la victoria a la coalición de izquierdas conocida como Frente Popular. Este pacto electoral, no de gobierno, agrupaba a republicanos de izquierda, socialistas y comunistas bajo un programa moderado. Sus principales objetivos eran la amnistía para los presos por los sucesos de octubre de 1934 y la recuperación de las reformas del primer bienio republicano. Frente a esta coalición, las derechas se presentaron divididas. La CEDA no logró articular una coalición a escala nacional y la extrema derecha fracasó en su intento de recomponer el Bloque Nacional.
Tras la victoria del Frente Popular, primero Azaña y luego Santiago Casares Quiroga asumieron la jefatura del Gobierno. Este último, sospechando de un golpe de estado, destituyó a los generales más contrarios a la República, entre ellos Franco y Mola. Sin embargo, la derrota electoral de la derecha, la vuelta a las reformas republicanas y el auge de las posiciones revolucionarias generaron temor a una revolución social en sectores conservadores, lo que impulsó los planes golpistas de algunos militares, especialmente del general Mola. El asesinato del teniente Castillo, militante de izquierdas, y la posterior represalia contra el diputado de derechas Calvo Sotelo aceleraron el estallido de la sublevación.
El estallido de la guerra
El 17 de julio de 1936, las tropas acantonadas en el Protectorado de Marrocos, lideradas por Franco, se alzaron contra la República. El día 18, la sublevación se extendió a la Península. Entre el 18 y el 20 de julio, el levantamiento militar se propagó por el territorio español con resultados dispares. En Andalucía, el general Queipo de Llano tomó el poder en Sevilla. El general Mola ocupó Navarra. En Zaragoza, el general Cabanellas controló la mayor parte de Aragón. La rebelión también triunfó en Castilla y León, La Rioja, Galicia, Canarias, Mallorca y parte de Extremadura.
Sin embargo, en las grandes ciudades como Madrid, Barcelona y Valencia, así como en las zonas industriales y obreras de Asturias, País Vasco y Cataluña, la sublevación fue sofocada. En estos lugares, parte del ejército y de las fuerzas de orden público, como la Guardia de Asalto y la Guardia Civil, se mantuvieron leales a la República. A esto se sumó la resistencia popular de milicianos de organizaciones políticas y sindicales. Tras el fracaso de las negociaciones con los sublevados, el gobierno de la República, presidido por José Giral, ordenó la entrega de armas a las organizaciones obreras.
El golpe militar, al no conseguir tomar el control de toda España, desencadenó la Guerra Civil. El país quedó dividido en dos zonas: una fiel a la República y otra controlada por los sublevados. Esta división reflejaba, en gran medida, la polarización previa entre reformistas y antirreformistas.
Las dos Españas
Ambos bandos justificaban su participación en la guerra con argumentos encontrados. Desde el inicio del conflicto, las fuerzas políticas, económicas y sociales tuvieron que posicionarse.
El bando republicano
Para el bando republicano, o bando gubernamental (despectivamente llamados»rojo» por los sublevados), se trataba de defender la República, la democracia y las liberdades frente al fascismo. Contaban con el apoyo de las principales ciudades, las zonas industriales y los latifundios. Militarmente, tenían el apoyo de la Guardia de Asalto, la Aviación y buena parte de la Marina e Infantería. Socialmente, contaban con el respaldo de obreros, jornaleros, clases medias urbanas (pequeña burguesía), republicanos de izquierdas, socialistas, comunistas, anarquistas e intelectuales. A nivel internacional, solo recibieron apoyo de la URSS de Stalin, México y las Brigadas Internacionales.
El bando sublevado
Para el bando sublevado, autodenominado»naciona» (y tachados de»fascista» por los republicanos), el»alzamiento naciona» era la única forma de imponer el orden y eliminar a los»enemigos de la patri»: comunistas, bolcheviques, rojos, anarquistas, nacionalistas periféricos, ateos, etc. Desde el principio, controlaron las islas, Marruecos, Galicia, Castilla y León, Navarra y la mitad de Andalucía. Militarmente, contaban con el apoyo de la Guardia Civil, la Legión, el Ejército de África y parte de la Marina. Socialmente, recibieron el apoyo de terratenientes, empresarios, la Iglesia (que la calificó de»Cruzad» o guerra santa), monárquicos (alfonsinos y carlistas), fascistas y la derecha conservadora. A nivel internacional, lograron inclinar la balanza a su favor al obtener el apoyo de la Alemania nazi, la Italia fascista y el Portugal de Salazar.
Evolución del conflicto
La evolución sociopolítica e ideológica de las»dos España» durante la guerra fue divergente. Mientras el bando republicano se veía afectado por profundas divisiones internas, el bando sublevado construía un régimen de partido único, militar y caudillista, que sentaría las bases para la posterior dictadura franquista.
La guerra finalizó el 1 de abril de 1939, con la victoria de los sublevados. Diversos factores contribuyeron a este resultado: la ayuda alemana e italiana, la inacción de las democracias en favor de la República, el apoyo económico de las élites del país, el mando único y la disciplina del ejército sublevado, y la indisciplina y falta de formación de parte del ejército republicano. La guerra dejó un saldo de más de un millón de muertos y desaparecidos, miles de exiliados, represión y un acusado retroceso económico, demográfico, político, social y cultural.
La dimensión internacional de la Guerra Civil
La Guerra Civil española tuvo una gran repercusión internacional, generando tensiones en una Europa ya preocupada por el auge del fascismo en Italia y Alemania. Desde el inicio, Reino Unido y Francia, temiendo una nueva guerra mundial, impulsaron un acuerdo de»No Intervenció» en agosto de 1936. Este tratado internacional, firmado por 27 países (incluidos Alemania, Italia y la URSS), prohibía el envío de armas y hombres a los bandos contendientes. Estados Unidos, aunque no se adhirió al acuerdo, optó por la neutralidad y la defensa del libre comercio, si bien permitió la salida de voluntarios.
Sin embargo, Alemania e Italia incumplieron el acuerdo desde el primer día, proporcionando armas, aviones y material al bando sublevado. La aviación alemana e italiana permitió el traslado de 40.000 soldados desde el norte de África y el bombardeo de ciudades como Guernica, Barcelona o Madrid, donde se experimentaron con crueldad las técnicas de combate que luego se usarían en la Segunda Guerra Mundial. También se enviaron tropas voluntarias, como las»Camisas Negra» italianas y los»Viriato» portugueses.
Por el contrario, la ayuda internacional al bando republicano fue tardía y menor. La URSS, bajo la dictadura de Stalin, tardó en ofrecer ayuda, que el gobierno republicano tuvo que pagar con las reservas de oro del Banco de España. México realizó algunos envíos y ofreció refugio a los exiliados. Las Brigadas Internacionales, formadas por voluntarios de más de 50 países organizados por partidos y sindicatos socialistas y comunistas, se unieron al bando republicano para luchar contra el fascismo. Abandonaron España en octubre de 1938 por decisión del Gobierno republicano, debido al desgaste de la guerra y a la presión de la Sociedad de Naciones, que temía la internacionalización del conflicto.
La Guerra Civil como antesala de la Segunda Guerra Mundial
La Guerra Civil española se considera la antesala de la Segunda Guerra Mundial, que estallaría pocos meses después de su finalización. En ella, los fascismos se enfrentarían a las democracias y al comunismo soviético.
Galicia en la Guerra Civil
En Galicia no hubo guerra civil como tal, salvo algunos días de resistencia en algunos puntos, siendo Tui el último en caer. Sin embargo, se produjo un exterminio sistemático de la población fiel a la República. Entre 1936 y 1939, casi 5.000 gallegos fueron asesinados, el 70% ejecutados en»paseo» sin juicio previo. El 30% restante fue condenado a muerte en juicios sumarísimos.
Valoración final
El 18 de julio de 1936, ni los militares sublevados ni los republicanos preveían una guerra fratricida de tres años. Sin embargo, el éxito parcial del golpe de estado dividió al país en dos zonas con profundas diferencias ideológicas y políticas: las»dos España», reflejo de la polarización social y política generada por el proceso reformista republicano. La Guerra Civil tuvo una profunda trascendencia política. Tras la eliminación del régimen republicano en 1939, Franco instauró una larga dictadura que se prolongaría hasta su muerte, casi 40 años después.