La Guerra Civil Española (1936-1939): Causas, Desarrollo y Consecuencias

La Guerra Civil Española (1936-1939)

La Caída de Cataluña y el Fin de la Guerra

Después de la Batalla del Ebro, el ejército que defendía Cataluña estaba escaso de efectivos y de moral, por lo que no pudo contener la ofensiva general que lanzó el ejército de Franco el 23 de diciembre de 1938. El 26 de enero, Barcelona fue ocupada sin resistencia. La caída de Gerona significó la huida hacia Francia de miles de refugiados y del gobierno de la República. Negrín y algunos ministros volvieron a la zona republicana; Azaña no, y dimitió poco después. Los republicanos todavía mantenían 50.000 combatientes en la zona centro-sur. Sin embargo, el 27 de febrero, Francia y Gran Bretaña reconocieron el régimen del general Franco. Un nuevo enfrentamiento armado en el bando republicano aceleró el final de la guerra. El 5 de marzo, un grupo de militares, dirigidos por el coronel Casado y con apoyo de civiles (anarquistas y socialistas, sobre todo), dieron un golpe de estado contra el gobierno de Negrín. Formaron una Junta de Defensa con el objetivo de negociar una «paz honrosa» basada en la «generosidad del caudillo». La oposición de unidades militares comunistas dio lugar a días de lucha en las calles. Vencida la resistencia comunista, el denominado Consejo Nacional de Defensa, que presidía el general Miaja, intentaba unilateralmente negociar con Franco en Burgos y ordenaba el abandono de los frentes sin contrapartidas. La guerra civil llegaba a su fin. El 28 de marzo de 1939, Franco entraba en Madrid, y el 1 de abril del 39 («día de la victoria») el caudillo firmaba en Burgos el último parte de guerra: «En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado».

La Revolución de 1936: El Poder Popular

Se produjo un movimiento revolucionario espontáneo y plural que, con mayor o menor recelo, fue sancionado por el gobierno central o de la Generalitat. Se crearon órganos de poder popular (comités de milicias antifascistas, comités del Frente Popular) que dirigían el esfuerzo bélico y la vida civil de retaguardia: transportes, orden público, abastecimientos… Excepto en el País Vasco, la mayoría de las industrias fueron colectivizadas, pasando a control de las organizaciones obreras, aunque algunas industrias básicas (centrales eléctricas, CAMPSA, astilleros) fueron intervenidas por el gobierno central. La banca no fue nacionalizada. La colectivización del campo fue más drástica, y en algunas regiones de Aragón y Castilla-La Mancha se colectivizó todo el término municipal, dando paso a experiencias de comunismo libertario, llegando a sustituir el dinero por vales, que se repartían tanto en función del trabajo realizado como de las necesidades familiares.

El Enfrentamiento Republicano: Los Sucesos de Mayo de 1937

En septiembre de 1936, con el fin de aglutinar todas las fuerzas políticas que luchaban contra los sublevados, Azaña aceptó con desgana formar un nuevo gobierno que presidiría Largo Caballero, con ministros comunistas y, después, anarquistas. Este gobierno pretendía centralizar el esfuerzo bélico (militarización de las milicias) y reconstruir el estado republicano manteniendo las conquistas revolucionarias de los primeros momentos. Pero habría fuertes divergencias internas sobre cómo plantear la guerra: los republicanos, parte del PSOE y un PCE fortalecido por la ayuda soviética y por el prestigio de sus unidades de combate (V Regimiento), defendían la reconstrucción del estado republicano. Frente a esta postura, el sector radical del PSOE-UGT (Largo Caballero), la CNT-FAI y el POUM postulaban el orden revolucionario surgido de la guerra. Este conflicto cristalizó en un enfrentamiento armado en Cataluña el 3 de mayo de 1937, cuando las tropas de la Generalitat pretendieron ocupar la Telefónica de Barcelona, ocupada hasta entonces por la CNT. El enfrentamiento acabó con la llegada a Barcelona de parte de la flota y un contingente de Guardias de Asalto de Madrid. A corto plazo, las consecuencias de estos hechos fueron la asunción, por parte del gobierno central, de las competencias de la Generalitat en defensa y orden público, y la caída de Largo Caballero. A largo plazo, el anarco-sindicalismo quedaba desplazado de los centros de decisión en beneficio de la posición política del PCE. La guerra tomó una nueva orientación bajo un nuevo gobierno presidido por el doctor Negrín. En octubre de 1937, este gobierno trasladó su sede a Barcelona.

Los Esfuerzos de Negrín por Parar el Avance Franquista

La caída del Norte en otoño de 1937 y la intervención italo-alemana produjeron cierto pesimismo en el bando republicano. Negrín consiguió cierto consenso en su política de resistencia a ultranza. Esta política pasaba por el control, por parte del estado, de todos los recursos, la paralización de las experiencias colectivistas y un planteamiento de guerra convencional a cargo de un ejército regular: el Ejército Popular. Esta nueva orientación provocó numerosos conflictos: los dirigentes del POUM fueron encarcelados, y su líder, Andreu Nin, fue asesinado por agentes de Stalin tras los sucesos de mayo. Fuerzas gubernamentales disolvieron las colectivizaciones aragonesas. Muchos de los que se habían opuesto a los rebeldes en julio del 36 se sentían traicionados y sentían rencor.

Los Trece Puntos del Gobierno de Negrín

A lo largo de 1938, las derrotas reducían la capacidad de resistencia. Negrín reaccionó asumiendo la cartera de Defensa y formando un nuevo gobierno, incluyendo a la CNT, para continuar la guerra bajo el lema «resistir es vencer». Para obtener el apoyo internacional y como propuesta indirecta al bando sublevado, Negrín elaboró un programa de «trece puntos», sin que tuviera mucho eco ni dentro ni fuera de España. Por un lado, estaba claro que Franco solo aceptaría una rendición sin condiciones. Por otro lado, Francia e Inglaterra no ocultaban su política de concesiones a Hitler a costa de terceros países (Austria, Checoslovaquia, España). Por su parte, Stalin, que había apoyado la política de frentes populares para hacer frente al peligro de un enfrentamiento con Alemania, ante el Pacto de Múnich de septiembre de 1938, abandonaba esta política y preparaba su propio tratado de no agresión con Hitler. La República española tenía así los días contados.

El Ejército, Vertebrador del Nuevo Régimen

Los jefes militares no tenían un proyecto político definido. Había africanistas apolíticos (Mola, Franco) o simpatizantes de la Falange (Yagüe, Muñoz Grandes), monárquicos (Orgaz, Fanjul), carlistas (Varela) e incluso masones republicanos (Queipo, Cabanellas). Cabanellas, por criterio de escalafón, presidió la Junta de Defensa Nacional, creada en Burgos el 24 de julio del 36, que «asumía todos los poderes del Estado». La Junta de Burgos prohibió la actividad de todos los partidos políticos. Los decretos relativos a la agricultura paralizaron la obra de la reforma agraria del Frente Popular. Para cubrir las necesidades de la guerra, la Junta pasó a controlar toda la actividad financiera y se incautó de algunas industrias fundamentales, como la construcción naval.

Hacia el Mando Único: Franco

En la zona sublevada, Franco se fortaleció en relación a la Junta de Defensa: su ejército marchaba hacia Madrid y monopolizaba la ayuda fascista. Un decreto, datado en Burgos el 1 de octubre de 1936, nombraba a Franco generalísimo y jefe del gobierno del Estado español, y, como tal, «asumía todos los poderes del Estado». De hecho, Franco había asumido el control militar, pero le faltaba un aparato político para vertebrar el nuevo estado que se iba configurando. Por un decreto del 19 de abril de 1937, Franco fue nombrado jefe del nuevo partido único, Falange Española Tradicionalista y de las JONS, en el que quedaban integrados todos los grupos políticos que apoyaban el alzamiento. El control militar estaba garantizado por la pertenencia de todos los jefes y oficiales del ejército al nuevo partido. El decreto de unificación provocó cierta oposición en algunos miembros de la vieja guardia del carlismo (Fal Conde estaba exiliado) y de la Falange. José Antonio había sido fusilado en la zona republicana, y su sucesor, Hedilla, reacio a la unificación, fue condenado a muerte por Franco y luego indultado.

El Gobierno de Burgos

El 30 de enero de 1938 se formó el primer gobierno de Franco, que era jefe del Estado y presidente del gobierno. Entre las leyes que se aprobaron destacan:

  • Marzo 1938: Fuero del Trabajo. Se asentaban las bases del sindicalismo vertical como organismo estatal que incluía a empresarios y trabajadores. Se consideraban como actos subversivos o «delitos de lesa patria» las huelgas y reclamaciones colectivas.
  • Leyes sobre la prensa e imprenta.
  • Legislación favorable a la Iglesia: derogación de las leyes del matrimonio civil y el divorcio, culto religioso en la enseñanza y el ejército, retribución estatal a los sacerdotes…
  • Ley de Responsabilidades Políticas. Facultaba a los tribunales mixtos (representantes del ejército, poder judicial y la Falange) para la aplicación de penas como la apropiación de bienes a personas ligadas a partidos de izquierdas.

Consecuencias de la Guerra

La guerra tuvo consecuencias importantes para España en varios órdenes: muertes, exilio, represión y grandes pérdidas económicas.

Pérdidas Demográficas

Las cifras son polémicas, pero se estiman en al menos un millón de personas: unas 300.000 en los campos de batalla, unos 200.000 fusilados y asesinados, más las pérdidas por enfermedades y desnutrición. A estas cifras hay que añadir, como en todas las guerras, el descenso de la natalidad. Las ejecuciones relacionadas con la guerra no acabaron con ésta, puesto que todavía en 1941 se produjeron en España 33.394 muertes violentas.

El Exilio

Tuvo relevancia desde el punto de vista cualitativo: intelectuales, científicos, etc. Se ha hablado de dos exilios: en Francia fue un exilio mayoritariamente obrerista; en México fue un exilio de intelectuales. Además de en estos dos países, en menor medida, también hubo exiliados en el norte de África, la URSS y otros países iberoamericanos. Es difícil calcular su número, pues muchos fueron regresando con el tiempo. Y algunos acabaron en los campos de concentración nazis.

La Represión

Además de los que perdieron la vida, era importante el número de los condenados a penas diversas, los topos (personas que permanecían escondidas), el llamado exilio interior (personas que eran rechazadas por haberse identificado con el bando perdedor), los depurados y, finalmente, sobre todo hasta 1945, el maquis.

Pérdidas Económicas

Descenso de población, pérdida de las reservas de oro del Banco de España, gastos de la guerra, destrucción de infraestructuras. El bienestar anterior a la guerra no se superaría hasta dos décadas después de acabada ésta.

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