1.5. La ayuda exterior
El Comité de No Intervención no impidió que los dos bandos recibiesen ayuda exterior. La República compró armas y productos energéticos. Largo Caballero envió a la Unión Soviética las reservas de oro del Banco de España para pagar las armas compradas por la República. En el bando republicano, las Brigadas Internacionales ayudaron con tropas, destacando en la defensa de Madrid y en los campos de batalla. Los brigadistas eran de ideología progresista o de izquierdas.
Los sublevados fueron los más favorecidos por el apoyo extranjero. La ayuda alemana e italiana fue la más importante. Alemania envió la Legión Cóndor, cobrando su ayuda con la entrega de minerales. El italiano Corpo Truppe Volontarie aportó la ayuda armamentística, combatiendo también portugueses.
2. La zona republicana: La revolución contenida
2.1. El derrumbe del Estado republicano
La sublevación contaba con el apoyo de todo el ejército de África. El gobierno republicano de José Giral organizó una fuerza militar para oponerse a los sublevados, entregó armas a las milicias de los partidos y sindicatos y disolvió el ejército tradicional.
En verano y otoño de 1936, el poder del Estado sufrió un desplome, siendo sustituido por organismos revolucionarios dispuestos a imponer un nuevo orden. Surgieron consejos, comités y juntas para organizar columnas de voluntarios, la economía, etc. Los comités se unificaron para formar Consejos Regionales, destacando el Consejo Soberano de Asturias, Consejo de Aragón, el Comité Ejecutivo Popular de Valencia y la Junta de Defensa de Madrid. Fue importante la creación de la CNT-FAI del Comité Central de Milicias Antifascistas.
2.2. El desencadenamiento de la revolución social
El territorio era fiel a la República. El alzamiento militar provocó la extensión de un clima revolucionario, constituido por campesinos y obreros vinculados a organizaciones de la izquierda revolucionaria.
En junio de 1936 se produjo la colectivización de gran parte de la propiedad industrial y agraria. Los comités obreros se hicieron con el control de los transportes, talleres, etc. Los empresarios e industriales huyeron al estallar la guerra. A finales de julio y principios de octubre, una serie de decretos dieron cobertura legal a las incautaciones de industrias y tierras efectuadas por los organismos populares. En zonas anarquistas y socialistas, las tierras se colectivizaron en su totalidad y pasaron a depender de comités.
La iglesia, la burguesía, los propietarios y las clases acomodadas fueron objeto de persecución, requisas de bienes y asesinatos de presos políticos como Álvarez y José Antonio Primo de Rivera, fusilado en una cárcel de Alicante.
2.3. El gobierno de Largo Caballero (septiembre 1936 – mayo 1937)
A finales de verano de 1936, los milicianos no conseguían detener el avance de los sublevados. Las fuerzas republicanas eran conscientes de la necesidad de establecer un pacto que permitiera la formación de un gobierno capaz de concentrar esfuerzos para ganar la guerra. El 5 de septiembre de 1936, Francisco Largo Caballero constituyó un nuevo gobierno formado por republicanos, socialistas y comunistas. El proyecto era dirigir la guerra militarizando las milicias de los partidos y creando el Ejército Popular sobre la base de las Brigadas Mixtas.
Sin embargo, una serie de fracasos militares volvieron a abrir el enfrentamiento entre las fuerzas republicanas, respecto a cómo se debía afrontar el proceso revolucionario y la guerra. Los problemas que debilitaron definitivamente el gobierno de Largo Caballero estallaron en Barcelona a principios de mayo de 1937 (Hechos de Mayo).
2.4. El gobierno de Negrín (mayo 1937 – marzo 1939)
Los comunistas españoles exigieron la disolución del POUM y la detención de sus líderes. Largo Caballero se negó, pero el propio partido socialista se mostró partidario de encontrar un acuerdo con los comunistas. Largo Caballero dimitió y el presidente de la República, Manuel Azaña, encargó la formación de gobierno a Negrín. Los militantes del POUM fueron detenidos. Andreu Nin, su máximo dirigente, fue sacado de la cárcel y asesinado por agentes de la policía política.
Indalecio Prieto asumió el Ministerio de la Guerra y el nuevo gabinete basó su política en la prioridad del esfuerzo militar. La sede del gobierno se trasladó de Valencia a Barcelona, donde se refugiaría también el gobierno vasco, tras la caída del Norte.
Negrín propuso su célebre programa de los Trece Puntos, en los que proponía el cese de la lucha armada, la permanencia de la República y la apertura de un proceso de elecciones democráticas.
En septiembre, la República recibió un duro golpe cuando se firmó el Pacto de Munich, por el que Gran Bretaña y Francia reconocían la ocupación de los Sudetes por Hitler. A finales de febrero, Gran Bretaña y Francia reconocieron el gobierno de Franco. Manuel Azaña presentó en París su dimisión como presidente de la República.