La impotencia del poder legal republicano (Julio-Septiembre 1936)
Entre julio y septiembre de 1936, el estado republicano tuvo dificultades para controlar su territorio debido a la sublevación militar y la presencia de poderes locales revolucionarios. Tras el golpe, el intento de formar un gobierno de conciliación liderado por Diego Martínez Barrio fracasó. El gobierno de José Giral armó a las milicias obreras, quienes defendieron a un gobierno republicano en el que no participaban. Se inició una revolución espontánea, liderada por la UGT y la CNT, que no tomó el poder del estado, sino que creó organismos autónomos e independientes del gobierno. Resulta paradójico que la sublevación, que pretendía evitar una revolución, la provocara. Esta revolución vino acompañada de una dura represión contra sospechosos de colaborar con los rebeldes o simpatizar con las derechas, incluyendo al clero. Estas acciones dañaron la imagen de la República, y el gobierno se mostró impotente para detener los asesinatos, muchos de los cuales fueron ajustes de cuentas. Los sindicatos realizaron incautaciones y colectivizaciones de propiedades privadas, del clero, servicios públicos, tierras e industrias, especialmente las abandonadas por sus dueños. Las tropas republicanas combinaron milicias políticas con soldados del ejército, mezclándose de forma indisoluble con la revolución.
El gobierno de coalición de Largo Caballero (Septiembre 1936 – Mayo 1937)
Entre septiembre de 1936 y mayo de 1937, se intentó legitimar el proceso revolucionario mediante un gobierno de coalición con sindicatos y partidos obreros. Largo Caballero, líder de la UGT y figura influyente en el PSOE, era el único con el prestigio para liderarlo. El gobierno incluía a republicanos moderados, Esquerra Republicana, PNV, PSOE, UGT, PCE y, desde noviembre, la CNT-FAI. En la Generalitat de Cataluña se integraron el PSUC, la CNT y el POUM.
Medidas del gobierno de Largo Caballero:
- Legalización de incautaciones: Se legalizaron las incautaciones de propiedades de quienes apoyaron la rebelión militar mediante un decreto firmado por Vicente Uribe en octubre de 1936. La Generalitat legalizó las colectivizaciones en Cataluña en la misma fecha.
- Integración de las milicias en el ejército: Se buscó reconstruir la operatividad y disciplina de las Fuerzas Armadas, pero el proceso fue lento por la resistencia de la CNT y el POUM a someterse al Ministerio de Guerra, dirigido por Largo Caballero.
La caída del gobierno de Largo Caballero
La retirada del gobierno ante la inminente caída de Madrid disminuyó su popularidad, mientras que la Junta de Defensa de Madrid, un poder paralelo que protegió la ciudad con éxito, y los comunistas, gracias al apoyo militar soviético, ganaron prestigio. Surgieron rivalidades políticas en el gobierno. Los enfrentamientos internos estallaron en mayo de 1937 por el control de los servicios públicos de Barcelona, en manos de la CNT. La Generalitat ordenó su desalojo de la Telefónica, lo que provocó una batalla campal entre la UGT, el PSUC y las fuerzas de la Generalitat contra los anarquistas y el POUM.
Repercusiones:
- Los ministros anarquistas (Federica Montseny y Juan García Oliver) tuvieron que intervenir para que la CNT depusiera las armas, disminuyendo la presencia anarcosindicalista.
- El POUM fue condenado por deslealtad a la República. Su líder, Andreu Nin, fue asesinado por los servicios secretos de Stalin en España.
- La Generalitat perdió atribuciones en materia de orden público.
- Largo Caballero dimitió y su gobierno colapsó, lo que significó la derrota de los proyectos sindicalistas y revolucionarios, y el triunfo de la facción moderada del PSOE, los partidos republicanos y el PCE. Se consideró al doctor Juan Negrín para presidir un nuevo gobierno.