La Revolución Social y la Colectivización
La Guerra Civil Española originó una situación compleja en la zona republicana. Por un lado, parte de las fuerzas de izquierda vieron la oportunidad de llevar a cabo una revolución social. Por otro lado, era necesario concentrar todos los esfuerzos en ganar la guerra, ya que una derrota suponía el fin de toda esperanza de cambio social.
Con el fin de oponerse a los sublevados, se entregaron armas a las milicias de los partidos y sindicatos, creando batallones de voluntarios que se integrarían en las milicias. Estas fuerzas milicianas constituían la única fuerza que defendería la legitimidad de la República. A finales de 1936, el Estado sufrió un desplome y fue sustituido por organismos revolucionarios dispuestos a imponer un nuevo orden. Surgieron consejos, juntas y comités que se ocuparían de organizar las columnas del país. Estos organismos reunían las fuerzas del Frente Popular. Fue importante la CNT-FAI, del Comité Central de Milicias Antifascistas. Este comité reconstruiría el poder de la Generalitat catalana.
El alzamiento militar provocó un clima revolucionario. En las zonas donde se sofocó la rebelión, se sintieron legitimados para impulsar cambios sociales. El elemento más significativo de la revolución fue la colectivización de gran parte de la propiedad industrial y agraria. La colectivización es un proceso de transferir a los trabajadores el control y la propiedad de los bienes y medios de producción. Los empresarios huyeron al estallar la guerra o fueron detenidos o asesinados, los trabajadores se pusieron al frente de la empresa autogestionándose, después de un tiempo dieron cobertura legal a las incautaciones efectuadas por los organismos populares.
En la zona republicana, la iglesia, la burguesía, los propietarios y las clases acomodadas fueron objeto de persecución. Asesinaron a muchas personas y políticos de derechas. Muchos de los perseguidos huyeron al extranjero o pasaron a la zona sublevada. La autogestión y la autonomía estuvieron impulsadas por el anarcosindicalismo de la CNT-FAI y del POUM.
La Unificación de las Fuerzas Republicanas y el Gobierno de Largo Caballero
A finales de 1936, los milicianos no conseguían detener a los sublevados. Las fuerzas republicanas necesitaban elaborar un pacto que unificara a las organizaciones antifascistas. Largo Caballero, de la UGT, constituyó un nuevo gobierno formado por republicanos, socialistas y comunistas. El objetivo de Largo era crear una gran alianza antifascista y crear un único ejército, el Ejército Popular. El gobierno de la República se trasladó a Valencia por el ataque sobre Madrid de los sublevados.
De nuevo volvieron a surgir una serie de enfrentamientos entre las fuerzas republicanas. En Barcelona hubo un enfrentamiento (Hechos de Mayo) entre la CNT y el POUM contra la UGT, ERC y PSUC. La Generalitat intentó desalojar a los anarquistas de un edificio de Telefónica que habían ocupado, fueron derrotados el bando de los anarquistas y poumistas, hubieron más de 200 muertos. Los hechos de mayo restaron influencia a los anarquistas y fortalecieron a los comunistas por la influencia en la ayuda de la Unión Soviética a la República, se exigió la disolución del POUM, Largo se negó y finalmente dimitió.
El Gobierno de Negrín y la Resistencia
Juan Negrín formó un nuevo gobierno, constituido por los partidos del Frente Popular, pero sin UGT ni la CNT. El POUM fue declarado ilegal. La sede cambió de Valencia a Barcelona, y esto causó fricciones entre la Generalitat y el gobierno central. Ante la dificultad de frenar el avance de las tropas franquistas, el gobierno buscó una salida negociada de la guerra. Para ello, Negrín propuso su programa de los 13 puntos, en los que proponía el cese de la lucha armada, la permanencia de la República y la apertura a elecciones democráticas. Franco no aceptó y dijo que solo aceptaría una rendición sin condiciones.
A partir de 1938, la vida era difícil en el territorio republicano, porque faltaban alimentos, los reveses militares eran continuos y la población estaba cansada de la guerra, comenzaba a perderse la esperanza de ganar la guerra. La República sufrió un duro revés cuando se firmó el Pacto de Munich, por el que Gran Bretaña y Francia reconocían la ocupación de los Sudetes por Hitler. La única ayuda que recibía la República era de los comunistas.
La única esperanza que tenía Negrín para ganar la guerra era que estallara una guerra en Europa entre fascistas y las fuerzas demócratas, pues esto aligeraría la presencia de alemanes e italianos en España, insistía en la necesidad de la resistencia militar, por ello acuñó el lema «¡Resistir es vencer!». En 1939, tras la pérdida de Cataluña, los gobiernos de la República se exiliaron, Gran Bretaña y Francia reconocieron el gobierno de Franco, la República tenía los días contados.