El Estallido de la Guerra Civil (1936)
Del Golpe de Estado a la Guerra Civil
La sublevación militar del 18 de julio de 1936 se extendió rápidamente, y numerosas guarniciones militares se unieron al golpe de Estado. El gobierno de la República tardó en reaccionar, lo que permitió a los sublevados consolidar sus posiciones. José Giral sustituyó a Casares Quiroga como jefe de gobierno y tomó la decisión de entregar armas a las milicias de los sindicatos y de los partidos del Frente Popular.
La sublevación triunfó en amplias zonas de España, especialmente en áreas agrarias con predominio de grandes propiedades o de pequeños propietarios muy conservadores. Sin embargo, el alzamiento fracasó en las zonas industriales. Los sublevados habían previsto un pronunciamiento militar que les permitiera apoderarse de los órganos de gobierno y decretar el estado de guerra.
La Consolidación de los Bandos
El bando de los sublevados, constituido por militares y por aquellos que se habían opuesto a las reformas de la República, contaba con el apoyo del fascismo internacional (autodenominados «nacionales«). Los altos cargos militares manifestaron que su intención inmediata era «restablecer el orden» a través de una dictadura militar. Dentro de este bando, existían diferentes facciones:
- La CEDA, que deseaba fundamentalmente la restauración de la monarquía alfonsina.
- Los falangistas, que aspiraban a un régimen fascista.
- Los carlistas, que buscaban la instauración de la monarquía carlista.
Los leales a la República estaban constituidos principalmente por las clases populares (obreros, pequeña burguesía y campesinado sin tierras). Todos ellos defendían la legitimidad republicana y representaban un conjunto diverso de fuerzas sociales, políticas y sindicales.
La Significación del Conflicto
La Guerra Civil Española tuvo una gran repercusión internacional. España fue vista como un escenario de confrontación entre las fuerzas democráticas y los regímenes fascistas. En realidad, la guerra fue un enfrentamiento armado entre los viejos grupos dominantes, cuyo instrumento fue el ejército, y los obreros y burgueses que querían establecer un sistema político democrático, para lo cual las reformas sociales eran imprescindibles.
La Internacionalización de la Guerra Civil
La «Guerra de España«, como se la conoció internacionalmente, fue un acontecimiento que dividió a gobernantes y a la opinión pública mundial. El régimen filofascista portugués de Oliveira Salazar fue un fiel aliado de los sublevados. Tanto los sublevados como el gobierno legítimo de la República recurrieron al apoyo exterior. Los sublevados enviaron agentes a los países fascistas para solicitar ayuda militar.
Gran Bretaña defendía una política de apaciguamiento, y Francia, aunque inicialmente se planteó intervenir en España en apoyo de la República, finalmente optó por no hacerlo para no comprometer su política internacional ante la amenaza de Hitler.
La Ayuda Exterior
El gobierno de Largo Caballero decidió enviar a la Unión Soviética las reservas de oro del Banco de España para hacer frente al pago de las armas compradas por la República. Los consejeros militares soviéticos desempeñaron un papel destacado en la organización táctica de la guerra, ejerciendo su influencia a través del Partido Comunista. Las Brigadas Internacionales, formadas por voluntarios de Europa y América, prestaron una gran ayuda en tropas a la República. En su articulación, las organizaciones comunistas fueron esenciales.
Alemania envió su aviación, la Legión Cóndor, para probar algunas de sus nuevas armas. Italia, por su parte, envió el Corpo Truppe Volontarie, además de proporcionar ayuda armamentística.
La Zona Republicana: La Revolución Contenida
El Derrumbe del Estado Republicano
Para atajar la sublevación, el gobierno republicano contaba con el apoyo del ejército de África. Sin embargo, tomó la decisión de entregar armas a las milicias de los partidos y sindicatos. El poder del Estado sufrió un desplome y fue sustituido por organismos revolucionarios, surgiendo consejos, comités y juntas.
En algunas zonas, los comités se unificaron para formar consejos regionales, destacando el Consejo Soberano de Asturias. Una creación importante fue el Comité Central de Milicias Antifascistas.
El Desencadenamiento de la Revolución Social
El alzamiento militar provocó la extensión de un clima revolucionario. El elemento más significativo de la revolución social fue la colectivización de gran parte de la propiedad industrial. Una serie de decretos, tanto del gobierno central como de la Generalitat de Cataluña, dieron cobertura legal a las incautaciones de tierras e industrias.
En el campo, se extendieron las expropiaciones de fincas y su ocupación masiva. La Iglesia, la burguesía y las clases acomodadas fueron objeto de una persecución. Se produjeron saqueos e incendios de iglesias y conventos, así como requisas de bienes. En los frentes de guerra, se vivía un ambiente revolucionario en las calles, impulsado por el anarcosindicalismo y el POUM.
El Gobierno de Largo Caballero (1936-1937)
Las fuerzas republicanas eran conscientes de la necesidad de establecer un pacto que permitiera la unidad antifascista. Francisco Largo Caballero constituyó un gobierno formado por republicanos, socialistas y comunistas. Incluso, entraron en el gabinete cuatro ministros anarcosindicalistas.
Se produjo un enfrentamiento entre las fuerzas republicanas respecto a cómo se debía afrontar el proceso revolucionario y la guerra. Un sector, compuesto por anarquistas y comunistas del POUM, insistía en afianzar las transformaciones revolucionarias. Los problemas internos debilitaron al gobierno, que finalmente estalló. El conflicto se saldó con 200 muertos, la derrota de los anarcosindicalistas y una fuerte crisis de gobierno.
El Gobierno de Negrín (1937-1939)
Largo Caballero se negó a ceder a las presiones y dimitió. Manuel Azaña encargó la formación de un nuevo gobierno al socialista Juan Negrín. El POUM fue declarado ilegal y sus militantes fueron detenidos. Indalecio Prieto asumió el Ministerio de la Guerra. El nuevo gabinete basó su política en la prioridad del esfuerzo militar. La sede del gobierno se trasladó a Barcelona, decisión motivada por la necesidad de controlar los recursos económicos.
El gobierno intentó buscar una salida negociada a la guerra. Para ello, Negrín propuso su célebre programa de los Trece Puntos. La República recibió un revés cuando se firmó el Pacto de Múnich, por el cual Gran Bretaña y Francia reconocían la ocupación de los Sudetes por Hitler y se plegaban al expansionismo nazi. La pérdida de Cataluña significó el fin de la resistencia republicana.