La Guerra Civil Española: Sublevación Militar, Desarrollo Bélico y Consecuencias (1936-1939)

La Sublevación Militar, Desarrollo de la Guerra Civil, Primeras Acciones e Internacionalización

1. La Sublevación Militar

Causas que llevan a la guerra:

  • Lejanas: Crisis de la Restauración, escasa modernidad del país, papel de la Iglesia en la enseñanza e influencia de ideologías europeas (fascismo, comunismo).
  • Inmediatas: Crisis económica y social internacional (impacto del Crack del 29), polarización política y social durante la Segunda República.

La Conspiración:

El ambiente en el ejército era favorable a una insurrección contra el gobierno del Frente Popular. Un sector significativo de la sociedad española, especialmente las clases altas y medias conservadoras, se sentía amenazado en sus intereses de clase y en su concepción tradicional de España y el orden social.

El gobierno republicano no estuvo suficientemente atento a la preparación de la sublevación, aunque tomó algunas medidas preventivas como situar en puestos clave del ejército a militares considerados leales a la República y desplazar a generales sospechosos a destinos periféricos (Mola a Pamplona, Sanjurjo exiliado en Portugal, Franco a Canarias, Goded a Baleares).

Los generales Mola (apodado «el Director») y Sanjurjo (previsto como jefe del levantamiento) fueron los principales organizadores de la conspiración. Contaron con el apoyo de sectores del clero, grupos monárquicos, carlistas y jóvenes fascistas de Falange Española. El asesinato del líder derechista José Calvo Sotelo el 13 de julio de 1936 actuó como catalizador y precipitó el inicio del golpe de Estado.

La Sublevación Militar (Julio de 1936):

El golpe de Estado triunfó en:

  • La España rural y conservadora (Castilla y León, Navarra, parte de Aragón).
  • Algunas ciudades importantes como Sevilla (gracias a la acción de Queipo de Llano), Zaragoza, Pamplona y Burgos.

No triunfó en:

  • Las principales ciudades industriales y capitales (Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao).
  • La franja cantábrica (Asturias, Cantabria, parte del País Vasco).
  • Cataluña, la región de Castilla-La Mancha, Murcia, la Andalucía oriental.
  • Gran parte de la Armada y la Fuerza Aérea permanecieron leales a la República.

Para muchas personas, unirse a un bando u otro fue inicialmente una cuestión determinada por la zona geográfica donde se encontraban al estallar el conflicto.

Fuerzas Militares y Recursos Iniciales:

  • Bando Republicano: Controlaba las principales zonas mineras e industriales, mayores recursos financieros iniciales (reservas de oro del Banco de España), pero enfrentaba el desafío de organizar un ejército eficaz partiendo de unidades leales y milicias populares.
  • Bando Nacional (Sublevado): Controlaba importantes zonas agrícolas (producción de alimentos), pero menos industria. Contaba con las tropas más experimentadas y disciplinadas: el Ejército de África y la Legión.

Las tropas estaban inicialmente más o menos equilibradas en número, pero los republicanos dependían en gran medida de las milicias populares, que a menudo carecían de experiencia militar, disciplina y mando unificado, lo que en ocasiones supuso más un obstáculo que una ayuda efectiva.

Población Civil y Distribución Geográfica:

  • Apoyo al Levantamiento: Principalmente clases altas, terratenientes, campesinado medio y sectores católicos conservadores.
  • Apoyo a la República: Clases trabajadoras urbanas y rurales (obreros, jornaleros), pequeña burguesía, intelectuales y profesionales liberales. Fueron el principal soporte y defensa de la legalidad republicana.
  • Distribución Geográfica: Los gobiernos autónomos del País Vasco y Cataluña se mantuvieron leales a la República.

2. Desarrollo de la Guerra Civil

Primeras Acciones (Julio de 1936):

La guarnición de Melilla se sublevó la tarde del 17 de julio de 1936. La sublevación se extendió a la península el 18 de julio. Franco voló desde Canarias a Tetuán (Marruecos español) para ponerse al mando del crucial Ejército de África. El gobierno de Casares Quiroga reaccionó con lentitud y vacilación, perdiendo horas decisivas para sofocar el golpe y negándose inicialmente a entregar armas a las organizaciones obreras que las pedían.

Donde la derecha política y militar era fuerte, el golpe contra la República triunfó con relativa facilidad. En cambio, la República logró eliminar los focos de sublevados en ciudades clave como Madrid (Cuartel de la Montaña), Barcelona, Valencia y San Sebastián, manteniendo así una importante porción del territorio. Sin embargo, el proceso revolucionario desatado en la zona republicana erosionó la autoridad del gobierno central.

La Campaña en Torno a Madrid (Julio de 1936 – Marzo de 1937):

Los nacionales carecían inicialmente de un mando unificado. La muerte del general Sanjurjo en accidente aéreo el 20 de julio les dejó sin su líder previsto. El plan inicial consistía en ocupar Madrid rápidamente para terminar la guerra. Franco asumió el mando del Ejército de África y Mola dirigía los ejércitos del norte.

Las tropas mandadas por Mola desde el norte fueron detenidas en la Sierra de Guadarrama por milicias republicanas. Franco y el Ejército de África estaban aislados en Marruecos, ya que la flota republicana impedía el paso del Estrecho de Gibraltar. Gracias a un puente aéreo organizado con aviones alemanes e italianos, Franco trasladó sus tropas a Sevilla. Desde allí, avanzó hacia el norte, conquistando Extremadura (toma de Badajoz, con una fuerte represión). Los combatientes republicanos que defendían Madrid tuvieron que desplazarse al norte para detener a Mola.

El avance de Franco hacia Madrid se retrasó estratégicamente para liberar a los sitiados en el Alcázar de Toledo (septiembre de 1936), una victoria de gran valor propagandístico, pero que permitió que la defensa de Madrid se organizase mejor. En septiembre, las columnas nacionales del norte y del sur enlazaron por la zona de Gredos.

El 1 de octubre de 1936, Franco fue elegido Generalísimo de los ejércitos y Jefe del Gobierno del Estado en Burgos, unificando el mando militar y político del bando sublevado.

En noviembre de 1936 se inició la Batalla de Madrid. El gobierno de la República, presidido entonces por Largo Caballero, se trasladó a Valencia, dejando la defensa de la ciudad en manos de una Junta de Defensa presidida por el General Miaja y con el General Rojo como jefe de Estado Mayor. Madrid resistió bajo el lema «¡No pasarán!», gracias a la tenaz defensa de milicianos, unidades del ejército leal y la llegada de las primeras Brigadas Internacionales y armamento soviético.

Ante la imposibilidad de tomar la ciudad frontalmente, Franco decidió rodearla. Los republicanos lograron resistir en las sangrientas batallas de la Carretera de la Coruña (invierno 1936-37), del Jarama (febrero de 1937) y de Guadalajara (marzo de 1937), donde una contraofensiva republicana supuso una importante derrota para las tropas italianas del CTV (Corpo Truppe Volontarie) y frenó el avance nacional. Tras estos fracasos, Franco ordenó el fin del asalto directo a Madrid y cambió de estrategia, decidiendo atacar frentes considerados más débiles de la República.

La Campaña del Norte (Abril – Octubre de 1937):

Las tropas nacionales concentraron su esfuerzo en conquistar la franja cantábrica republicana (País Vasco, Cantabria y Asturias), que se encontraba aislada del resto del territorio leal. Los nacionales contaban con una clara superioridad aérea, gracias a la ayuda alemana (Legión Cóndor).

Durante la campaña del País Vasco se produjeron los trágicos bombardeos de Durango y, especialmente, Guernica (26 de abril de 1937) por parte de la aviación alemana e italiana, que tuvieron una enorme repercusión internacional.

El País Vasco (caída de Bilbao en junio), Cantabria (Santander en agosto) y finalmente Asturias (Gijón en octubre) cayeron en manos de Franco. Para intentar ralentizar el avance nacional en el norte, el mando republicano lanzó operaciones de distracción en otros frentes, como las batallas de Brunete (julio) cerca de Madrid y Belchite (agosto-septiembre) en Aragón, que fracasaron en sus objetivos estratégicos y supusieron un gran coste humano.

Durante esta campaña, el general Mola, el único militar que podía rivalizar en prestigio con Franco dentro del bando sublevado, murió en otro accidente de avión (junio de 1937).

La caída del norte tuvo graves consecuencias para la República: perdió importantes zonas mineras (carbón, hierro) e industriales, y permitió a los franquistas concentrar sus tropas para futuras ofensivas en el sur y el este.

La Batalla del Ebro y el Final de la Guerra (Octubre de 1937 – Abril de 1939):

A finales de 1937, el ejército republicano lanzó una ofensiva sorpresa en Teruel para aliviar la presión sobre otros frentes. Consiguieron tomar la ciudad en invierno, pero los nacionales la recuperaron en febrero de 1938 tras duros combates. Tras esta victoria, la lucha se trasladó al frente de Aragón. El objetivo nacional era avanzar hacia el Mediterráneo para dividir el territorio republicano en dos y dejar Cataluña aislada, objetivo que lograron en abril de 1938 al llegar a Vinaroz (Castellón).

Franco decidió entonces atacar Valencia, sede del gobierno republicano. Sin embargo, esta ofensiva quedó pospuesta por la última gran ofensiva republicana: la Batalla del Ebro (iniciada el 25 de julio de 1938). El ejército republicano cruzó el río Ebro con el objetivo de aliviar la presión sobre Valencia y demostrar su capacidad de resistencia. La batalla duró más de tres meses (hasta noviembre de 1938) y se convirtió en la más larga, sangrienta y cruel de la Guerra Civil, con más de 100.000 bajas entre ambos bandos. Agotó la moral y las reservas materiales y humanas de la República.

Tras la derrota republicana en el Ebro, los nacionales lanzaron la ofensiva final sobre Cataluña, que cayó rápidamente (Barcelona fue ocupada en enero de 1939). Una gran masa de población civil y restos del ejército republicano huyeron al exilio en Francia (la «Retirada»).

Ante la inminente derrota militar, las divisiones internas en el bando republicano se hicieron más intensas. El presidente del gobierno, Juan Negrín, proponía resistir a ultranza, esperando que el inminente estallido de la Segunda Guerra Mundial cambiara el escenario internacional. En cambio, un sector del ejército republicano, liderado por el coronel Segismundo Casado, consideraba inútil prolongar la lucha y prefería negociar una rendición con Franco para evitar mayores sufrimientos. Casado dio un golpe de Estado contra el gobierno de Negrín en Madrid (marzo de 1939).

Franco, sin embargo, no aceptó ninguna negociación y exigió la rendición incondicional. Las tropas nacionales ocuparon Madrid y el resto del territorio republicano sin apenas resistencia. El 1 de abril de 1939, Franco emitió el último parte de guerra, declarando el fin de la Guerra Civil.

3. Internacionalización del Conflicto

Sin la ayuda militar extranjera, es probable que la guerra no hubiese durado más de seis meses. España se convirtió en un campo de pruebas para las potencias fascistas (Alemania e Italia) y comunistas (URSS), que ensayaron armamento y tácticas militares que luego emplearían en la Segunda Guerra Mundial.

Las democracias occidentales, principalmente Francia y Gran Bretaña, impulsaron una política de No Intervención, creando un Comité en Londres para supervisarla. En la práctica, esta política perjudicó principalmente a la República (un gobierno legítimo que tenía derecho a comprar armas) y fue incumplida por las potencias totalitarias. El Comité estableció un control naval teórico para impedir la llegada de material bélico a España.

Apoyos al Bando Nacional:

  • Italia fascista (Mussolini): Envió un gran contingente militar, el Corpo Truppe Volontarie (CTV), además de aviones, tanques y armamento.
  • Alemania nazi (Hitler): Aportó la Legión Cóndor (aviación y unidades terrestres especializadas), asesores militares y material bélico moderno. Su apoyo fue crucial.
  • Portugal (Salazar): Apoyó logísticamente a los sublevados y permitió el paso de suministros por su frontera.
  • Irlanda: Un pequeño contingente de voluntarios católicos (Legión de San Patricio) luchó con los nacionales.
  • EEUU y Gran Bretaña: Aunque oficialmente neutrales, empresas petroleras (Texaco) y financieras concedieron créditos y suministros vitales (petróleo) al bando de Franco.

Apoyos al Bando Republicano:

  • URSS (Stalin): Fue el principal proveedor de armas (aviones, tanques, asesores militares). Su ayuda no fue desinteresada y se pagó con las reservas de oro del Banco de España (el llamado «oro de Moscú»). La influencia soviética y del Partido Comunista creció notablemente en la zona republicana.
  • Francia: Inicialmente permitió cierto paso de armas, pero pronto cerró la frontera debido a la política de No Intervención, aunque hubo cierta tolerancia posterior.
  • México (Lázaro Cárdenas): Apoyó diplomáticamente a la República y envió armas y suministros. Acogió a miles de exiliados republicanos tras la guerra.
  • Brigadas Internacionales: Contingentes de voluntarios antifascistas procedentes de más de 50 naciones (muchos sin experiencia militar previa) que lucharon integrados en el Ejército Popular Republicano. Su papel fue importante, especialmente en la defensa de Madrid.
  • Intelectuales y opinión pública: Numerosos intelectuales y artistas de renombre internacional (Hemingway, Orwell, Malraux, etc.) apoyaron la causa republicana.

En general, la ayuda militar recibida por el bando nacional fue más constante, de mayor calidad tecnológica y más decisiva que la recibida por el bando republicano.

El asesinato del poeta Federico García Lorca por los sublevados en Granada (agosto de 1936) y la conmoción internacional causada por la destrucción de Guernica, inmortalizada por el cuadro de Pablo Picasso, contribuyeron significativamente a la internacionalización simbólica y moral de la Guerra Civil Española.


La Guerra Civil: Evolución Política en las Dos Zonas y sus Consecuencias

A) Evolución en la España Republicana

Impacto de la Sublevación:

La sublevación militar provocó la dimisión del Jefe de Gobierno Casares Quiroga. José Giral formó un nuevo gobierno compuesto exclusivamente por republicanos de izquierda, que tomó la crucial decisión de entregar armas a las organizaciones obreras para defender la República.

Características de la España Republicana:

La zona republicana se caracterizó por una gran diversidad ideológica y frecuentes tensiones internas. Convivían republicanos, socialistas (divididos entre moderados y radicales), comunistas (estalinistas y trotskistas del POUM) y anarquistas (CNT-FAI). Estas divisiones se manifestaron en la estrategia a seguir:

  • Anarquistas y trotskistas (POUM): Defendían la prioridad de hacer la revolución social al mismo tiempo que la guerra.
  • Socialistas moderados, comunistas (PCE) y republicanos: Defendían la prioridad de ganar la guerra, subordinando los cambios revolucionarios al esfuerzo bélico y a la reconstrucción de la autoridad del Estado.

Los primeros meses estuvieron marcados por la desorganización, la falta de disciplina militar y un colapso de las estructuras del Estado en muchas áreas. Se produjo un proceso revolucionario espontáneo: ocupación de tierras por campesinos, colectivización de fábricas y empresas urbanas (especialmente en Cataluña y Aragón, bajo influencia anarquista). La incapacidad inicial del gobierno para imponer el orden llevó a episodios de violencia y represión incontrolada contra presuntos simpatizantes del golpe («paseos», checas), como las matanzas de presos derechistas en Paracuellos del Jarama y Torrejón de Ardoz (noviembre de 1936) durante el asedio de Madrid.

Gobierno de Largo Caballero (Septiembre 1936 – Mayo 1937):

En septiembre de 1936, el líder socialista Francisco Largo Caballero (UGT) formó un gobierno de coalición más amplio, que incluía a socialistas, comunistas, republicanos e incluso, por primera vez en la historia, a ministros anarquistas (CNT). Intentó recuperar la iniciativa del Estado y centralizar el poder:

  • Decretó la disolución de los comités y juntas revolucionarias locales.
  • Impulsó la militarización de las milicias, integrándolas en el nuevo Ejército Popular Republicano.
  • Legalizó las incautaciones y colectivizaciones realizadas.
  • Creó tribunales populares para juzgar a los implicados en la sublevación.
  • Aprobó el Estatuto de Autonomía del País Vasco (octubre de 1936), nombrando a José Antonio Aguirre como primer Lehendakari.

Retirada del Gobierno a Valencia:

La decisión de trasladar el gobierno de Madrid a Valencia en noviembre de 1936, ante el inminente asalto franquista a la capital, provocó un descenso de la popularidad de Largo Caballero. Madrid quedó bajo la autoridad de la Junta de Defensa dirigida por el general Miaja.

Las tensiones internas culminaron en los «Hechos de Mayo» de 1937 en Barcelona, un enfrentamiento armado entre sectores anarquistas y del POUM contra fuerzas de la Generalitat y comunistas. Estos sucesos provocaron la caída de Largo Caballero, debilitado por las derrotas militares y la presión comunista.

Gobierno de Juan Negrín (Mayo 1937 – Marzo 1939):

El socialista Juan Negrín sustituyó a Largo Caballero, con el apoyo de comunistas y republicanos. Su gobierno se centró en fortalecer el poder central, reorganizar el ejército y resistir militarmente. Intentó apaciguar el caos revolucionario y priorizar el esfuerzo bélico.

Trasladó la sede del gobierno de Valencia a Barcelona (octubre de 1937). En abril de 1938, publicó los «Trece Puntos», un programa que exponía los objetivos de guerra de la República (independencia de España, gobierno democrático, reformas sociales, amnistía) en un último intento de buscar una paz negociada o el apoyo de las democracias occidentales. Sin embargo, fueron rechazados por Franco (que exigía la rendición incondicional) y concebidos también como un programa propagandístico y estratégico.

Francia y Gran Bretaña, inmersas en la política de apaciguamiento hacia Hitler, ignoraron los Trece Puntos (Acuerdo de Múnich, septiembre de 1938). La URSS interpretó los Trece Puntos como una señal de debilidad de la República.

La idea de Negrín de «resistir es vencer», esperando el estallido de la Segunda Guerra Mundial, no fue comprendida o aceptada por todos en la zona republicana, especialmente ante el avance franquista y el agotamiento general. El coronel Segismundo Casado, jefe del Ejército del Centro, consideraba imposible la victoria y había decidido negociar la rendición con Franco para evitar más derramamiento de sangre. En marzo de 1939, dio un golpe de Estado en Madrid contra el gobierno de Negrín, que fracasó en su intento de obtener condiciones de paz. El 28 de marzo, las tropas nacionales entraron en la capital sin resistencia.

B) Evolución Política en la España Nacional o Sublevada

La muerte accidental del general Sanjurjo (julio de 1936), líder inicial previsto para el golpe, dejó un vacío de poder y puso en primer plano la figura de Francisco Franco.

Ascenso de Franco:

Franco, gracias a su liderazgo sobre el eficaz Ejército de África y a sus contactos con Alemania e Italia para obtener ayuda militar, fue ganando preeminencia. Adoptó símbolos como la bandera roja y gualda monárquica y oficializó el grito de «Viva España» para ganar la adhesión de los monárquicos y unificar a sus seguidores. Aprovechó la inexistencia de una dirección clara en la Falange Española (tras la muerte de José Antonio Primo de Rivera) para ponerse también a su cabeza.

Terror y Represión:

La violencia y la represión sistemática afectaron también al bando franquista desde el principio. La matanza de Badajoz (agosto de 1936) tras la toma de la ciudad por las tropas de Yagüe, y el asesinato del poeta Federico García Lorca en Granada, son ejemplos notorios de esta represión planificada contra republicanos, izquierdistas y liberales. Muchos asesinatos fueron también ajustes de cuentas personales o sociales amparados por la situación bélica.

Unificación Política y Creación del Nuevo Estado:

En las primeras semanas de la sublevación, no existía un proyecto político definido más allá de derrocar al gobierno del Frente Popular y restaurar el orden. El factor más unificante era el sentimiento religioso católico (la guerra fue presentada como una «Cruzada») y el temor a una revolución comunista o anarquista.

El origen del nuevo Estado se sitúa en el nombramiento de Franco en Burgos (1 de octubre de 1936) para asumir el mando militar y político unificado, recibiendo los títulos de Generalísimo de los Ejércitos y Jefe del Gobierno del Estado español. Más tarde, la victoria militar le consolidaría como Caudillo.

La elección de Franco se debió a su prestigio militar ganado en Marruecos, su liderazgo sobre las tropas africanas, el apoyo alemán e italiano, y su aparente neutralidad política inicial (no estaba claramente identificado ni como monárquico alfonsino ni como carlista ni como falangista puro). Franco estableció la Junta Técnica del Estado en Burgos y su cuartel general militar en Salamanca.

Franco logró que varios obispos hicieran público su apoyo al levantamiento (Carta Colectiva del Episcopado Español, julio de 1937), legitimando la sublevación como una causa justa.

A medida que se percibía que la guerra iba a ser larga y que Madrid no se rendía fácilmente, Franco reconoció la necesidad de crear un Estado más coherente y unificado ideológicamente. Esta tarea fue ideada en gran parte por su cuñado, Ramón Serrano Súñer.

Súñer elaboró el Decreto de Unificación (abril de 1937), que integraba a la fuerza a falangistas y carlistas (requetés) en un partido único: la Falange Española Tradicionalista y de las JONS (FET de las JONS), conocido como el Movimiento Nacional, bajo la jefatura suprema de Franco. Quienes se opusieron fueron reprimidos.

Durante la guerra se fueron perfilando las bases del futuro Estado franquista:

  • Anulación de la legislación republicana (reforma agraria, divorcio, etc.).
  • Restablecimiento del catolicismo como religión oficial y devolución de privilegios a la Iglesia.
  • Restablecimiento de la pena de muerte.
  • Estricto control de la prensa y la propaganda.
  • Supresión del pluralismo político y los partidos (excepto el Movimiento Nacional).
  • Creación de sindicatos verticales controlados por el Estado.
  • Establecimiento de una economía proteccionista e intervencionista (autarquía).

C) Consecuencias de la Guerra

Demográficas:

  • Un número elevado de muertos: Se estima alrededor de 500.000 personas, incluyendo muertes en el frente, víctimas de la represión en ambas retaguardias (aunque mucho mayor y más duradera la ejercida por los vencedores), hambre y epidemias.
  • Reducción de la natalidad durante y después de la guerra (generaciones no nacidas).
  • Pérdida de una generación de jóvenes.
  • El exilio republicano: Cientos de miles de españoles (se calcula entre 400.000 y 500.000 inicialmente) huyeron del país al finalizar la guerra, representando una gran pérdida intelectual, científica y profesional.
  • Represión de posguerra: Se estima que unas 300.000 personas pasaron por cárceles y campos de concentración franquistas en los años posteriores. Ejecuciones sumarísimas continuaron durante años.

Económicas:

  • La guerra supuso una catástrofe económica para España.
  • Destrucción de infraestructuras (puentes, ferrocarriles, carreteras), industrias y campos de cultivo.
  • Vuelta a una economía predominantemente agraria y de subsistencia en los primeros años de posguerra («años del hambre»).
  • Pérdida de las reservas de oro del Banco de España (usadas por la República para comprar armas).
  • Aumento de la deuda externa contraída por el bando franquista con Italia y Alemania.
  • Destrucción de viviendas y grave problema de alojamiento.
  • El nivel de renta per cápita de 1935 no se recuperó hasta bien entrada la década de 1950.

Sociales y Políticas:

  • Profunda división moral y política del país, cuyas cicatrices perdurarían durante décadas.
  • Instauración de una dictadura militar (el régimen franquista) que duraría casi 40 años (hasta 1975).
  • Franco no buscó la reconciliación entre vencedores y vencidos, sino que basó su régimen en la victoria militar, recordando y celebrando constantemente su origen bélico y la división entre las «dos Españas».
  • Pérdida de libertades democráticas y supresión de la autonomía regional.

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