La Guerra Civil Española: Un Conflicto Ideológico y Social

La Guerra Civil Española: Un Conflicto Ideológico y Social

El estallido de la Guerra Civil Española el 17 de julio de 1936 fue el resultado de una crisis política y social que dividió profundamente a la sociedad española. La guerra fue tanto una lucha de clases como un conflicto religioso y nacionalista, marcado por el enfrentamiento entre el fascismo y el comunismo.

La Conspiración contra la República

La conspiración contra la República fue liderada por sectores de la derecha, con el general Mola como organizador principal. Participaron militares, monárquicos, falangistas y algunos diputados de la CEDA. El plan original era crear una insurrección militar en todo el país, estableciendo una Dictadura Militar que revertiría las reformas del Frente Popular.

La Respuesta del Gobierno Republicano

Los gobiernos republicanos de Azaña y Casares Quiroga subestimaron los preparativos del golpe militar, tomando medidas tímidas como el control de militares sospechosos y el traslado de algunos generales leales a destinos considerados menos peligrosos.

El Inicio de la Guerra

El asesinato del líder de derechas Calvo Sotelo el 13 de julio de 1936 precipitó el inicio del golpe militar, que comenzó en Melilla y se extendió rápidamente por toda España el 18 de julio. Aunque el levantamiento tuvo éxito en muchas zonas, fracasó en Madrid y Barcelona, así como en las regiones más desarrolladas e industrializadas del este y norte de España.

La Consolidación de los Dos Bandos

El levantamiento militar en 1936 dividió a España en dos zonas irreconciliables, dando lugar a la Guerra Civil. En la zona sublevada, los rebeldes controlaban áreas como Marruecos, Canarias, Baleares y regiones del norte y oeste peninsular. En el bando republicano, quedaron regiones como Cataluña, Levante, Extremadura y gran parte de Andalucía y Castilla.

El Bando Sublevado

Los sublevados, principalmente militares conservadores, propietarios agrarios, monárquicos y grupos católicos, se unieron en torno a principios como la defensa de la Iglesia, la unidad territorial y la destrucción de la democracia. A falta de objetivos claros, buscaron restaurar el orden y combatir el caos.

El Bando Republicano

En el bando republicano, se encontraban obreros urbanos, campesinos sin tierras y clases medias vinculadas a los partidos republicanos. Defendían la democracia, el pluralismo y la mejora de las condiciones de vida de los trabajadores, además de la redistribución de la tierra.

Desarrollo de la Guerra

La Guerra Civil española, que duró aproximadamente 33 meses, se desarrolló en cuatro etapas cruciales que marcaron el curso del conflicto y su desenlace.

Inicios del Conflicto

En los inicios del conflicto, desde julio hasta noviembre de 1936, los sublevados lograron rápidos avances hacia Madrid, aprovechando su mejor organización y el apoyo del ejército de África. Aunque enfrentaron resistencia republicana, la anarquía en el bando contrario facilitó su avance.

La Guerra de Columnas

La fase de la»*guerra de columnas» se caracterizó por la falta de coordinación entre los generales sublevados y la desorganización en el bando republicano. Franco aprovechó esta situación para avanzar desde el sur y cruzar el Estrecho con ayuda extranjera, tomando importantes ciudades como Badajoz y Toledo.

Las Batallas en Torno a Madrid

Las batallas en torno a Madrid, de noviembre de 1936 a marzo de 1937, marcaron un punto de inflexión. A pesar de la heroica resistencia de la capital, la intervención extranjera intensificó el conflicto y obligó a los republicanos a reorganizarse militarmente.

La Ocupación del Norte de España

La ocupación del norte de España por parte de los sublevados, entre marzo y octubre de 1937, debilitó aún más la posición de la República. A pesar de la resistencia en lugares como Asturias, la toma de ciudades clave como Bilbao y Santander fortaleció la posición de Franco.

El Avance hacia el Mediterráneo

El avance hacia el Mediterráneo, desde finales de 1937 hasta junio de 1938, marcó una fase crucial. A pesar de la ofensiva republicana sobre Teruel, Franco logró reconquistar la ciudad y avanzar hacia el valle del Ebro, buscando romper el área republicana y llegar al Mediterráneo.

La Batalla del Ebro

La batalla del Ebro, de julio de 1938 a febrero de 1939, fue determinante. Aunque los republicanos lograron una penetración inicial, el contraataque de Franco con refuerzos extranjeros los obligó a retirarse. La derrota republicana en el Ebro marcó el inicio de la ofensiva final de Franco sobre Cataluña.

El Final de la Guerra

El final de la guerra se precipitó en 1939, con la ocupación de Cataluña y la rendición de la República. La sublevación en Madrid liderada por Casado en marzo de 1939 y la entrada de las tropas franquistas en la capital sin resistencia marcaron el colapso final del bando republicano.

El 1 de abril de 1939, Franco firmó el último parte de guerra, anunciando la victoria nacional y el fin de la guerra civil española. La rendición del ejército republicano significó el control completo del país por parte de Franco y el inicio de una larga dictadura.

La Dimensión Internacional del Conflicto

La Guerra Civil Española fue un conflicto que polarizó a la comunidad internacional, siendo percibido como una lucha entre el fascismo y la democracia liberal. Las grandes potencias democráticas, como Francia y Gran Bretaña, observaban con preocupación la situación, al igual que las potencias fascistas, Alemania e Italia. La Unión Soviética apoyó activamente a la República, mientras que Portugal, bajo el régimen fascista de Oliveira Salazar, respaldó a los sublevados.

El Comité de No Intervención

Para evitar la expansión del conflicto, se creó el Comité de No Intervención en agosto de 1936, al que se unieron 27 países, comprometiéndose a no ayudar a ninguno de los bandos. Sin embargo, esta política resultó injusta para la República, que encontró pocos apoyos materiales en Europa, lo que contribuyó a su derrota.

Las Brigadas Internacionales

Las Brigadas Internacionales, organizadas por el Komintern, fueron una gran ayuda para la República, compuestas por voluntarios de diversos países y desempeñaron un papel crucial en la defensa de Madrid y la Batalla de Guadalajara.

El Apoyo a los Sublevados

Por otro lado, los sublevados recibieron un amplio apoyo de las potencias fascistas. Alemania proporcionó material militar, asesores y la Legión Cóndor, que llevó a cabo masivos bombardeos en la retaguardia republicana como el de Guernica. Italia contribuyó con tropas y material militar, y Portugal ofreció sus puertos y envió tropas. Marruecos, como protectorado español controlado por los sublevados, también envió tropas. Además, empresas estadounidenses vendieron suministros a los sublevados, mientras que se les negó a la República.


ZONA REPUBLICANA: LA REVOLUCION CONTENIDA

En la zona republicana, tras el levantamiento militar, el poder se fragmentó entre los comités sindicales encargados de las funciones administrativas locales. Tras la dimisión de Casares Quiroga, Azaña encargó formar gobierno a Martínez Barrio, quien renunció tras hablar con Mola, siendo reemplazado por José Giral. El gobierno republicano entregó armas a las milicias de los partidos y creó batallones de voluntarios encabezados por la antigua oficialidad del ejército.

La reacción popular contra el levantamiento militar se convirtió en una revolución que desbordó al gobierno republicano. Surgieron juntas regionales que compartían el poder y se desató una respuesta contra quienes se asociaban con los sublevados. La Iglesia, la burguesía, los propietarios y los católicos fueron perseguidos y sus bienes requisados en muchos casos.

Este período también vio una respuesta militar fragmentada debido a la falta de un mando unificado. Las milicias populares resultaron ineficaces e indisciplinadas, dificultando la cohesión militar. Sin embargo, también propiciaron una revolución social de carácter colectivista liderada principalmente por la CNT y la FAI, extendiendo la colectivización de la industria y la tierra.


Largo Caballero asumió el gobierno con la intención de recomponer el Estado y dirigir la guerra. Formó un gabinete de coalición con comunistas y anarcosindicalistas, pero las tensiones internas debilitaron su posición. Negrín, su sucesor, impulsó políticas de consolidación militar, centralización de poderes y mantenimiento del orden público, basando su estrategia en la resistencia militar y la esperanza de una intervención europea.

Sin embargo, a medida que la guerra avanzaba y la situación se volvía insostenible, la opción de poner fin al conflicto ganaba fuerza. El plan de paz de Negrín no tuvo éxito, y la formación del Consejo Nacional de Defensa marcó el inicio del fin, con Franco negándose a ofrecer garantías a los vencidos. Finalmente, la caída de Cataluña y el reconocimiento internacional a Franco sellaron el destino de la República.


ZONA SUBLEVADA: LA CREACION DE UN ESTADO TOTALITARIO

En la zona sublevada, la creación de un Estado totalitario fue un proceso dirigido por Francisco Franco y otros líderes militares con el objetivo de establecer una dictadura militar disciplinada. Desde el inicio, la unidad fue fundamental, y tras la muerte de Sanjurjo, se formó la Junta de Defensa Nacional en Burgos, que asumió todos los poderes y prohibió la actividad de los partidos políticos, suspendiendo la Constitución y la reforma agraria.

Con el avance de la guerra civil, Franco consolidó su liderazgo y fue elegido jefe supremo del alzamiento. El 1 de octubre de 1936, fue nombrado «Jefe del Gobierno del Estado» y «Generalísimo de los Ejércitos Españoles». Se estableció una Junta Técnica del Estado y el Cuartel General del Generalísimo se trasladó a Salamanca.

Ante la necesidad de organizar un nuevo poder político, los sublevados se inspiraron en el modelo fascista italiano y alemán. En abril de 1937, Franco promulgó el Decreto de Unificación, creando un partido único, Falange Española Tradicionalista y de las JONS, que integraba a falangistas y carlistas, siendo Franco Jefe de Partido y Jefe del Estado.

El proceso de institucionalización culminó con la formación del primer gobierno de Franco en enero de 1938, consolidando su posición como jefe del Estado y del Gobierno, y pasando a ser llamado «Caudillo de España«.


Se promulgaron leyes fundamentales como el Fuero del Trabajo, que establecía la organización corporativa del Estado y el sindicalismo vertical. Se controló la prensa y se derogaron las leyes de matrimonio civil y divorcio, instituyendo una retribución estatal al clero. Además, la Ley de Responsabilidades Políticas de 1939 permitió la aplicación de penas de muerte retroactivas por tribunales mixtos.


  1. LAS BASES IDEOLOGICAS Y SOCIALES DE LA DICTADURA FRANQUISTA

El régimen franquista se estableció como una dictadura que rechazaba tanto el liberalismo del siglo XIX como la democracia republicana del siglo XX, basándose en un modelo inspirado en la época de los Reyes Católicos y el Imperio. Se definió como un Estado totalitario, con una sociedad cerrada a influencias externas. El franquismo tuvo dos etapas distintas: la primera, hasta 1959, se caracterizó por intentar establecer un Estado autárquico y totalitario. A partir de entonces, se produjeron cambios hacia el desarrollismo y se intentó institucionalizar un régimen que se presentara como un Estado de derecho.

Las bases ideológicas del régimen franquista combinaban la tradición española, monárquica y católica, con elementos fascistas. Franco promovió el nacionalpatriotismo, que exaltaba la historia imperial de España y rechazaba las influencias de la Ilustración y el Liberalismo. La Falange, por su parte, propiciaba el nacionalsindicalismo, un sistema totalitario basado en el fascismo italiano y la organización del Estado corporativo. Además, el régimen se fundamentó en el nacionalcatolicismo, defendiendo la vinculación entre patria y religión, y otorgando a la Iglesia católica un papel central en la sociedad y la educación.


En cuanto a los fundamentos sociales, el régimen de Franco se apoyó en sectores clave de la sociedad española. El Ejército, fiel defensor del régimen, fue recompensado con altos cargos en la Administración y en empresas públicas y privadas. La Falange y sus organizaciones, como la Sección Femenina y la OJE, también colaboraron estrechamente con el régimen, promoviendo el patriotismo y el autoritarismo fascista. La Iglesia Católica respaldó al franquismo, considerando el alzamiento como una Cruzada, y obtuvo privilegios a cambio de su apoyo.

Los monárquicos, tanto carlistas como juanistas, colaboraron con recelo con el régimen, aunque algunos recibieron cargos. Los sectores empresariales también se beneficiaron de la legislación del régimen y obtuvieron ganancias a través de grandes contratos para obras públicas e infraestructuras. Esta alianza de sectores sociales y políticos aseguró la estabilidad del régimen franquista durante décadas, aunque hubo tensiones y distanciamientos a medida que avanzaba el tiempo y cambiaban las circunstancias políticas.


EVOLUCION POLITICA

Tras la guerra civil, Franco estableció un gobierno en enero de 1938, con la participación de falangistas, monárquicos y militares. Basó su modelo político en un partido único, FET y de las JONS, con él como Caudillo y Jefe supremo de las Fuerzas Armadas. No sometió su régimen a ratificación popular y concentró todo el poder en sus manos, desmantelando las instituciones republicanas, suprimiendo la Constitución de 1931 y prohibiendo las organizaciones sindicales y los partidos políticos.

Franco promulgó una serie de Leyes Fundamentales que reforzaron el carácter antidemocrático del régimen, organizando España como una «Democracia orgánica«, en la que la representatividad no se lograba mediante partidos políticos sino a través de «organismos naturales» como la familia, el municipio y el sindicato. Las Cortes, definidas como el «Órgano Superior de participación del pueblo español en tareas del Estado«, eran controladas por el poder y nunca rechazaron ninguna ley propuesta por Franco.

El poder territorial se transmitía a través de los Gobernadores Civiles de cada provincia, que también eran jefes Provinciales del Movimiento y nombraban a los alcaldes. Los Sindicatos Verticales, establecidos por la Ley de Unidad Sindical (1940), integraban a empresarios y trabajadores en un mismo sindicato por ramas de producción, controlado por el Estado y dominado por la patronal.


LA INFLUENNCIA DE LA COYUNTURA INTERNACIONALEN LA REVOLUCION DEL REGIMEN

Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), el régimen franquista se orientó hacia la represión interna, fusilando a unos 45.000 españoles y manteniendo a miles de prisioneros. Se suprimieron las libertades democráticas, se impuso la censura estatal y se reforzó la identificación del franquismo con el fascismo. Aunque inicialmente se declaró neutral, España mostró simpatía por las potencias del Eje y facilitó acciones a favor de Alemania. Sin embargo, al ver el declive del Eje, Franco disolvió la División Azul en 1943 y buscó acercarse a los aliados.

En la etapa del aislamiento internacional (1945-1950), la ONU consideró a España un «peligro para la paz mundial», lo que resultó en el cierre de fronteras y la retirada de embajadores. A pesar de algunas medidas para mejorar la imagen del régimen, como la Ley de Sucesión en 1947, España no recibió ayuda del Plan Marshall y enfrentó un bloqueo económico y político.

Durante la Guerra Fría (1950-1959), la tensión entre Estados Unidos y la URSS dio valor político al anticomunismo del régimen franquista. Se reabrió la frontera con Francia, se recibieron préstamos de la banca estadounidense y se firmaron acuerdos con Estados Unidos y el Vaticano. Aunque España mejoró su posición internacional, se mantuvo al margen de la OTAN y la Comunidad Económica Europea.


En la fase tecnocrática (1959-1969), el levantamiento del aislamiento internacional permitió una modernización acelerada de la economía y la sociedad españolas. Franco delegó funciones en especialistas y apoyó el Plan de Estabilización. Se promulgaron leyes como la de Prensa y Libertad Religiosa, aunque el régimen siguió siendo autoritario.

La fase de descomposición del régimen (1969-1975) se caracterizó por el aumento de la oposición, incluyendo monárquicos descontentos, comunistas, nacionalistas y movimientos estudiantiles. A pesar de intentos de apertura, como el «espíritu del 12 de febrero», el régimen respondió con represión y endurecimiento.

En 1975, con la salud de Franco deteriorada, Juan Carlos fue designado como sucesor. La situación política se complicó con la creciente oposición, la crisis económica y el conflicto con Marruecos por el Sahara español. Tras la muerte de Franco, Juan Carlos fue proclamado rey y se inició la transición hacia la democracia.


EVOLUCION ECONOMICA

Durante el período de autarquía bajo el régimen franquista (1939-1959), la política económica tuvo repercusiones devastadoras. A corto plazo, sumió a muchos españoles en la miseria y el hambre. A largo plazo, consolidó una economía poco competitiva y propició la corrupción. La guerra civil desarticuló la economía, disminuyendo la producción agraria e industrial y destruyendo infraestructuras. A pesar de esto, el país no logró una recuperación rápida debido a la autarquía, que sustituyó el libre mercado por la intervención estatal.

La autarquía se basó en la regulación de importaciones y exportaciones, lo que aumentó los precios de productos importados y provocó escasez. Se fomentó la industria mediante la creación de empresas públicas, pero la falta de materias primas y equipamiento adecuado limitó la industrialización. El control estatal del mercado llevó a la aparición del mercado negro y a la persistencia de la cartilla de racionamiento hasta 1951, causando hambre y desabastecimiento.

A partir de 1959, con el Plan de Estabilización y los Planes de Desarrollo, se buscó eliminar la autarquía y promover el desarrollo económico. La devaluación de la peseta y medidas liberalizadoras marcaron este cambio. Aunque inicialmente tuvo efectos negativos, como quiebras y desempleo, la economía comenzó a crecer rápidamente desde 1961, con tasas comparables a las de Japón.


Los Planes de Desarrollo impulsaron la iniciativa privada y la modernización industrial, logrando un crecimiento del producto industrial y la renta per cápita. Sin embargo, este desarrollo fue desigual entre regiones, con desequilibrios sociales y ambientales, además de una creciente dependencia tecnológica y una corrupción económica grave.

A pesar de estos desafíos, la economía española se consolidó como una de las principales potencias industriales del mundo a principios de los años 70. Sin embargo, la crisis del petróleo en 1973 marcó el fin de esta expansión, generando inflación, déficit comercial y presupuestario, y complicando la transición política tras la muerte de Franco.


EL GOBIERNO DE ARIAS NAVARRO

Tras la muerte de Franco y la proclamación de Juan Carlos I como rey en noviembre de 1975, se inició un período crucial en la historia de España conocido como la Transición. Este proceso se extendió hasta la aprobación de la Constitución en diciembre de 1978 y se considera completado con el acceso al poder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en octubre de 1982, marcando la consolidación de la democracia.

Los primeros años del reinado de Juan Carlos I estuvieron marcados por una profunda crisis política, económica y exterior. El gobierno de Carlos Arias Navarro se enfrentó a una situación difícil, con el país inmerso en una crisis económica agravada por la invasión marroquí del Sahara y tensiones políticas internas. La monarquía enfrentaba desafíos tanto de quienes buscaban monopolizar el sistema político como de aquellos que ansiaban una revancha.

El rey, en su discurso ante las Cortes, expresó su deseo de lograr la reconciliación entre todos los españoles y buscar unas instituciones aceptadas por todos. Sin romper con el régimen anterior, se propuso reformar las instituciones franquistas. Sin embargo, Arias Navarro demostró una falta de capacidad para enfrentar esta coyuntura tan difícil, y su gobierno se vio debilitado por la presencia de ministros franquistas y opositores moderados.


La efervescencia social en las calles era evidente, pero el gobierno de Arias no lograba canalizarla adecuadamente. A pesar de algunos avances, como la derogación de ciertos aspectos de la Ley Antiterrorista y la aprobación de la Ley de reunión y manifestación, la falta de entendimiento con la oposición obstaculizaba la reforma política.

La situación política se intensificó en 1976, llevando a las fuerzas de la oposición a buscar la unidad para forzar la negociación con el gobierno. Se creó la Plataforma de Convergencia Democrática y la Junta Democrática, que posteriormente se unieron en la Platajunta, exigiendo amnistía política, libertad sindical y un período constituyente.

A pesar de la complicada situación política, Juan Carlos I ganaba popularidad al definir su imagen como defensor de la democracia. Las tensiones con Arias Navarro aumentaban, y el rey finalmente solicitó su dimisión en julio de 1976, marcando un cambio de gobierno y un nuevo impulso hacia la democratización del país.


EL GOBIERNO DE ADOLFO SUAREZ

El gobierno de Adolfo Suárez marcó un punto de inflexión en la Transición española. Nombrado presidente del Gobierno por el rey Juan Carlos I en julio de 1976, Suárez sorprendió al país por su juventud y talante negociador. A pesar de la resistencia de la vieja guardia franquista, logró formar un gabinete homogéneo y promover un cambio de estilo en el gobierno.

Suárez se comprometió con la democratización del país y estableció como objetivo principal la convocatoria de elecciones generales para junio de 1977. Se inició un proceso de reforma política liderado por el rey, Suárez y Fernández Miranda, que incluyó la legalización de todos los partidos políticos, la libertad de prensa, elecciones legislativas libres, elaboración de una nueva Constitución y democratización de la vida municipal.

El proyecto de ley para la Reforma Política fue aprobado por las Cortes y sometido a referéndum en diciembre de 1976. Se crearon dos cámaras legislativas, Congreso y Senado, con miembros elegidos por sufragio universal. La legalización de partidos como Alianza Popular, PSOE, UCD y PCE marcó un hito en el proceso de apertura política.


Las elecciones generales constituyentes de junio de 1977 reflejaron una sociedad deseosa de cambio. UCD obtuvo la mayoría relativa, seguido por PSOE, PCE y AP. Los partidos nacionalistas también ganaron representación, especialmente en el País Vasco y Cataluña. El gobierno resultante se enfrentó a la crisis económica y al desafío de elaborar una Constitución.

Los Pactos de la Moncloa, firmados en octubre de 1977, buscaron soluciones a la crisis económica y social, comprometiendo a todas las fuerzas políticas y sindicales. Aunque lograron controlar la inflación y el déficit, el aumento del desempleo persistió. Mientras tanto, la Ponencia encargada de redactar el borrador de la Constitución trabajó intensamente, superando desafíos y enmiendas para llegar a un consenso.

Finalmente, la Constitución fue aprobada en referéndum el 6 de diciembre de 1978 con amplia mayoría. Aunque no fue respaldada en el País Vasco, representó un hito en la historia española al establecer un marco democrático y pluralista. La sanción real y su publicación marcaron el inicio de una nueva etapa en España.


GOBIERNO DE UCD

Tras la aprobación de la Constitución en 1978, la UCD obtuvo nuevamente la mayoría en las elecciones parlamentarias de marzo de 1979, con el PSOE como principal fuerza de oposición. Sin embargo, el gobierno de Adolfo Suárez enfrentó importantes desafíos.

La normalización de la vida municipal fue prioritaria, democratizando los Ayuntamientos aún controlados por figuras del régimen anterior. Se legalizaron las centrales sindicales UGT y CCOO, desmontando la organización sindical franquista.

Se iniciaron conversaciones para la integración de España en la CEE y la OTAN, aunque esta última decisión provocó divisiones y fue un factor de ruptura en la UCD. Además, el terrorismo de ETA y otros grupos extremistas generó inestabilidad.

La desintegración interna de la UCD fue evidente, con diferentes grupos y líderes con opiniones divergentes. Suárez dimitió en enero de 1981, siendo sucedido por Leopoldo Calvo Sotelo. Sin embargo, en febrero de ese año, un intento de golpe de Estado liderado por Antonio Tejero en el Congreso de los Diputados sacudió al país.

El rechazo del Rey al golpe permitió abortarlo, pero la situación política se volvió más complicada. Calvo Sotelo intentó reconducir la situación, pero la falta de apoyo dentro de su partido y las presiones externas hicieron su labor difícil.


La entrada de España en la OTAN en 1982, sin referéndum, generó controversia y divisiones internas. La economía continuaba afectada por la crisis del petróleo y el desempleo.

Ante la falta de consenso y la crisis interna en la UCD, Calvo Sotelo decidió disolver la legislatura y convocar elecciones anticipadas para octubre de 1982. Esto marcó el final del gobierno de la UCD y el inicio de un nuevo período político en España.

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