La Guerra de la Independencia Española (1808-1814): Impacto y consecuencias

El Siglo XVIII y el Impacto de la Revolución Francesa en España

Introducción

El siglo XVIII comenzó con una nueva dinastía en Madrid, los Borbones, y la centralización de los reinos peninsulares de la Monarquía Hispana. El primer rey Borbón, Felipe V, tras la victoria militar frente a los Habsburgo, unificó la Corona de Castilla y la de Aragón. En 1715, con la Paz de Utrecht, nació el reino de España.

La política de los Borbones en el siglo XVIII fue mantener a España como gran potencia europea. Este siglo presenció el desarrollo de la burguesía, el pensamiento ilustrado y el liberalismo, ideas que justificarían la destrucción del Antiguo Régimen. Tras la ejecución del rey francés en 1793, estalló la guerra de Europa contra Francia, la cual resultó victoriosa.

La Guerra de la Independencia (1808-1814)

En España, el reinado de Carlos IV, iniciado en 1788, no puede entenderse sin la Revolución Francesa. De hecho, la revolución política en España fue provocada por los ejércitos napoleónicos.

Los Borbones llevaron a cabo reformas de carácter ilustrado, pero este reformismo tenía sus límites. El primer aviso fue en 1766 con el Motín de Esquilache. El segundo, entre 1789 y 1793, cuando los sucesos en Francia frenaron el proceso de reformas. España entró en guerra con Francia y, tras su derrota, se alió con ella en 1795. El gobierno efectivo pasó a manos de Manuel Godoy. La alianza con Francia condujo a la guerra naval con Gran Bretaña, interrumpiendo el comercio con América a partir de 1805. En ese mismo año, los británicos derrotaron a la armada franco-española en el Cabo de Trafalgar. En 1807, Napoleón, tras declarar el Bloqueo Continental, convenció a Godoy para que las tropas francesas atravesaran España para invadir Portugal.

En 1808, estalló el Motín de Aranjuez, obligando a Carlos IV a abdicar en favor de su hijo Fernando. Napoleón llevó a Bayona a Carlos IV y a su hijo. Se inició así la Guerra de la Independencia, que duraría hasta 1814 y supondría el inicio de la revolución liberal-burguesa en España. En junio de 1808, Fernando VII abdicó en favor de José Bonaparte, hermano de Napoleón. Las juntas no aceptaron la abdicación. En julio de 1808, vencieron en Bailén al ejército francés, pero este regresó con refuerzos y ganó. A partir de entonces, se organizó una guerra de guerrillas. Gran Bretaña se alió con España. En 1814, se expulsó definitivamente a los franceses.

El Bando Francés: José I y los Afrancesados

José Bonaparte promulgó el Estatuto de Bayona, que intentó acabar con el Antiguo Régimen: desvinculó los mayorazgos, legisló el fin del régimen señorial, reconoció la igualdad de los españoles y desamortizó tierras del clero.

A José I le apoyaron españoles afrancesados que veían en él la posibilidad de cumplir sus intereses burgueses. Tras la derrota napoleónica, estos afrancesados se vieron obligados a exiliarse o fueron detenidos y ajusticiados por los antifranceses.

El Bando Antifrancés: De las Juntas a las Cortes de Cádiz

En 1810, la Junta Central se refugió en Cádiz y convocó Cortes. Las Cortes iniciaron una labor legislativa para acabar con el Antiguo Régimen. La promulgación de la Constitución el 18 de marzo de 1812 marcó el punto álgido de este proceso.

El bando antifrancés lo conformaba un 98% de la población española. La nobleza y el clero buscaban la vuelta al absolutismo bajo Fernando VII. Los ilustrados deseaban la vuelta de Fernando VII y que este impulsase el programa de reformismo borbónico abandonado en 1789. La burguesía y los sectores liberales veían la ocasión de plasmar sus ideas: soberanía nacional, división de poderes, promulgación de una Constitución e imposición de un modelo social capitalista. Gran parte de la población afrontó la guerra como un movimiento de defensa contra un invasor extranjero. El bando antifrancés se dividía en tres corrientes: absolutistas, reformistas y liberales.

Análisis de la Constitución de Cádiz

En cuanto a la labor legislativa de las Cortes, destaca:

  • La supresión de los derechos señoriales
  • Desamortización de las propiedades del clero
  • Libertad de trabajo, de producción industrial, de precios y de contratación
  • Libertad de imprenta
  • Centralización administrativa a través de la división del territorio en provincias

La Constitución de 1812, conocida como «La Pepa», fue la primera de la historia española. Reflejó el compromiso entre liberales y absolutistas al reconocer los derechos de la religión católica. Garantizaba la separación de poderes (judicial, legislativo y ejecutivo), aunque daba preeminencia al ejecutivo, encarnado por el monarca. Sus funciones serían dirigir y administrar el gobierno, nombrar a los ministros y vetar las leyes de las Cortes durante dos años. El legislativo controlaba al ejecutivo a través de la sucesión al trono, declarando la capacidad del heredero y nombrando una regencia en caso de minoría de edad. La Constitución establecía el sufragio universal masculino indirecto.

El Regreso de Fernando VII

El liberalismo y «La Pepa» eran respaldados solo por las clases medias ilustradas. Cuando Fernando VII entró en España, ignoró la orden de las Cortes de jurar la Constitución. Marchó a Valencia, donde encontró el respaldo del pueblo, la nobleza y el clero, que se plasmó en el Manifiesto de los Persas. Este documento le pedía al rey que no aceptara la Constitución y solicitaba una monarquía donde las leyes estuvieran por encima de los reyes. Fernando VII fue respaldado por el General Elio. Su reinado estuvo marcado por la lucha entre liberalismo y absolutismo (Trienio Liberal) y, de 1823 hasta su muerte en 1833, se mantuvo un absolutismo agonizante.

Conclusiones: Balance de la Guerra

La derrota en Trafalgar supuso el declive del comercio y de la economía española. La Guerra de la Independencia y la reclusión de Fernando VII dieron a la burguesía la oportunidad de demoler el Antiguo Régimen. Socialmente, la guerra supuso un golpe a la sociedad estamental, con la obra realizada en las Cortes de Cádiz. La guerra abrió una larga etapa, hasta 1874, de luchas entre las élites del país (nobleza y burguesía) por imponer sus proyectos, de los que estuvieron apartados los grupos subalternos.

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