3. EL BIENIO PROGRESISTA Y LA VUELTA AL MODERANTISMO; EL TERRITORIO DE Castilla-LA MANCHA EN LA ÉPOCA DE Isabel II
EL BIENIO PROGRESISTA (1854-1856)
La crisis de 1854 se inició por un conflicto entre el Senado y el gobierno y derivó en una sublevación militar y en la vuelta de los progresistas al poder.
Se pronunció un grupo de militares el 28 de Junio bajo el mando de los generales Dulce y O´Donnell en Vicálvaro, por lo que es conocido como <>Vicalvarada>>. Tras la batalla, los sublevados se retiraron a Manzanares, donde se encontraron con el general progresista
Serrano, quien sugirió que el pronunciamiento tuviera un giro civil. Para ello encargaron al joven Cánovas del Castillo la redacción del Manifiesto de Manzanares, en el que se pedía un >. El pronunciamiento clásico había derivado en una revolución, un reflejo tardío de la revolución europea de 1848. Se formó así, una Junta de Salvación, presidida por Evaristo San Miguel y por primera vez aparecieron en las revueltas populares lemas e ideas democráticas y republicanas.ón>
Espartero llegó a Madrid triunfante del exilio. Esta etapa estuvo dirigida por Espartero (líder de los progresistas puros) y O’Donnell (de la Uníón Liberal, formada por moderados y progresistas eclécticos). Estos gobiernos de la primera etapa del bienio tuvieron que hacer frente a un nuevo levantamiento carlista y a la oposición a las medidas desamortizadoras. La ley del 1 de Mayo de 1855, que tomó el nombre del ministro de Hacienda Pascual Madoz, fue el segundo gran proceso desamortizador de bienes de la Iglesia. Esta nueva ley planteó serios problemas con la Santa Sede, después del Concordato de 1851. Su aplicación inmediata provocó levantamientos carlistas, empujados por el clero, y la Santa Sede rompíó relaciones con España. La otra gran cuestión era la deuda pública, que impedía al Estado pagar a funcionarios y militares. Estos problemas forzaron la dimisión de Espartero, y la reina llamó a O´Donnell para formar gobierno.
Las elecciones de Septiembre de 1854 habían formado un Congreso con mayoría progresista, cuya tarea legislativa de las Cortes Constituyentes de 1854 se prolongó durante todo el bienio y fue intensa. La Constitución de 1856 es conocida como ‘non nata’ porque no entró en vigor. Era de carácter progresista (soberanía popular, Milicia Nacional, Parlamento bicameral, libertad de imprenta, elección directa de alcaldes, libertad religiosa, etc). La Uníón Liberal se formó durante esta etapa y se consolidó con el acceso a la presidencia del gobierno de O´Donnell en Julio de 1856. Su perfil político era de centro, entre progresistas y moderados. El malestar social provocado por los impuestos de consumo y las quintas dio lugar a la intervención de O´Donnell que rodéó con tropas el Congreso y disolvíó el Parlamento. Finalizaba así el bienio progresista y comenzaba otra etapa de hegemonía moderada con la Uníón Liberal de O´Donnell.
LA HEGEMONÍA DE LA UníÓN LIBERAL (1856-1863)
EL nuevo gobierno presidido por O´Donnell llevó a cabo en 1856 el desmantelamiento de toda la labor política y legislativa del bienio:
Disolvíó la Milicia Nacional, clausuró las Cortes antes de que aprobasen la nueva constitución y restablecíó la moderada de 1845 con una leve modificación, lo que motivó su destitución por la reina para nombrar un gobierno claramente moderado presidido de nuevo por Narváez.
Las medidas de este nuevo gobierno conservador tenían como meta la vuelta al moderantismo más conservador y autoritario.
De la labor legislativa de este bienio, destaca la Ley de Instrucción Pública, elaborada por el ministro Claudio Moyano, que reguló el sistema educativo en las tres etapas conocidas hasta hoy (primaria, secundaria y enseñanza superior). La finalización de grandes obras públicas, como el Canal del Ebro (1857) y el Canal de Isabel II (1858), el primer censo oficial de población (1857), así como el desarrollo de las comunicaciones. Pero en 1857 conocíó una grave crisis de subsistencias por la escasez de trigo, lo que agudizó los conflictos sociales. Finalmente, la reina llamó de nuevo a O´Donnell para formar gobierno, lo que daba inicio a la etapa más estable de este periodo.
El llamado > presidido por O´Donnell fue una etapa poco común en el reinado de Isabel II que duró cuatro años y medio. Su acción de gobierno retomó en parte la labor del bienio progresista, pero más bien hubo una actitud de distanciamiento de ambos extremos políticos.
Las nuevas Cortes surgieron de las elecciones de Octubre de 1858, con una aplastante mayoría de la Uníón Liberal, para lo cual estaba la labor del ministro de Gobernación, Posada Herrera, conocido por la oposición progresista como el Gran Elector, dado el grado de perfección en la manipulación de las elecciones. Posada consiguió el crecimiento económico, reformismo administrativo y aventuras militares en política exterior. La política exterior del gobierno de O´Donnell tuvo varios episodios notables, como la guerra de África (1859-1860), que suscitó un gran fervor patriótico y otras intervenciones en México (1861-62), Cochinchina (1857-62) Perú (1862-64) y la reincorporación de Santo Domingo a la corona de española (1861-65). En esta etapa se aprobaron leyes importantes en la conformación del nuevo sistema administraciones, el cual crecíó y se hizo más moderno. Durante el Siglo XIX, el liberalismo político y económico contribuyó al gran crecimiento del Estado y de la administración pública, con una tendencia al intervencionismo pareja al crecimiento capitalista.
EL LIBERALISMO EN CRISIS: REVOLUCIÓN Y FIN DEL REINADO (1863-1868)
La crisis del > tuvo lugar en Marzo de 1863 y se resolvíó con el nombramiento de un moderado. Durante año y medio se sucedieron gobiernos inestables e ineficaces, signo de >. Isabel II recurríó de nuevo a Narváez para la formación de gobierno. El régimen Isabelino no pudo poner en práctica su doble objetivo: la alternancia en el poder e integrar a los progresistas en el juego político. Los progresistas, además, cada vez estaban más cerca de los demócratas. Con este panorama político, el sistema fue incapaz de afrontar los problemas: la diplomacia española ante la cuestión romana>>, lo que enfrentaba a España con el nuevo Estado italiano; la reina quedaba en el centro de la polémica política, cada vez más desprestigiada, pues se la criticaba por no haber cedido todo su patrimonio a fin de reducir la deuda pública. Además, se declaró la ley marcial y una protesta estudiantil fue reprimida. Estos sucesos tuvieron lugar el 10 de Abril y se los conoce como la noche de San Daniel; la sublevación contra el gobierno protagonizada por el general Prim de 1866; y el pronunciamiento militar en el cuartel de San Gil.
La reina encargó de nuevo gobierno a Narváez, quien fallecía en Abril de 1868 en el ejercicio del poder. Se podía dar por acabado el reinado de Isabel II, cuyo último acto fue el pronunciamiento de Cádiz en Septiembre de 1868.
La crisis económica de 1866 afectó a todos los sectores productivos y a las finanzas. Esta crisis afectó a las clases trabajadoras emergentes en una España que comenzaba un capitalismo.
Se sumó la crisis de subsistencias, que golpeó a las clases más necesitadas y provocó motines populares contra los altos precios del trigo y otros cereales. Prim vio en este clima un peligro de revolución social, por lo que optó por entrar en la conspiración junto a otros militares progresistas (Serrano, Dulce). En Septiembre se preparó el pronunciamiento al mando de Juan Bautista Topete, el cual se sublevaba en Cádiz. Esta revolución de Septiembre de 1868 fue conocida como La Gloriosa.