La Huelga General de 1917 en España
Contexto Histórico
El texto que analizamos es un manifiesto político de carácter público, escrito en marzo de 1917 y suscrito conjuntamente por las dos grandes organizaciones sindicales españolas: la Unión General de Trabajadores (UGT) y la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), a través de un denominado Comité de Huelga. El destinatario es la nación española y, de modo particular, el proletariado. El Comité de Huelga lo formaban líderes socialistas, pero el autor material del manifiesto es Julián Besteiro, dirigente tanto del PSOE como de la UGT, comprometido con la transformación social y con un profundo sentido de la ética.
Tanto la UGT como la CNT fueron los dos grandes sindicatos españoles de principios del siglo XX; la primera, de inspiración socialista, y la segunda, anarquista. Este socialismo-anarquismo impidió casi siempre una acción conjunta del sindicalismo español y originó enfrentamientos entre sí, e incluso el boicot de las acciones del adversario.
En 1917 se produce la Revolución Bolchevique en Rusia y, en ese contexto revolucionario, en España las dificultades del sistema político de la Restauración, el descontento militar y la conflictividad social provocaron una protesta generalizada de carácter antigubernamental en la que se vieron implicados los partidos al margen del turno dinástico, los militares y las organizaciones obreras.
Causas y Consecuencias de la Huelga
En los dos primeros párrafos del texto se exponen tanto la causa como la consecuencia que conducen a la convocatoria de la huelga. Siendo la agravación creciente de la miseria, ocasionada por la carestía y la falta de trabajo, la que lleva a la necesidad de unificar las fuerzas en una lucha común contra una forma de gobierno que ampara la explotación. Como resultado, a continuación, se exponen los acuerdos tomados por ambos sindicatos:
- La huelga indefinida.
- Proceder a adoptar medidas que lleven al éxito de la misma.
El mundo obrero, víctima de los problemas derivados de la industrialización y del cambio sufrido en el medio rural por las desamortizaciones, fue desatendido por el régimen, lo que hizo que se le marginara de la política y se fuera incorporando poco a poco, pero en partidos y organizaciones opuestas a dicha política. Las medidas tomadas no fueron suficientes ni sirvieron para satisfacer las demandas del proletariado.
Crisis de la Restauración y Estallido de la Huelga
Los problemas persistentes durante la Restauración continuaron y se agravaron. A ellos se les unieron nuevas inquietudes: los nacionalismos y la impopularidad del conflicto marroquí. Así, en 1917 confluyeron tres crisis:
La Crisis Social
Los problemas de abastecimiento y la especulación sin escrúpulos de nuevos ricos, fruto de la Primera Guerra Mundial, alzaron los precios, pero no los salarios. La crisis afectó de lleno a los sectores más humildes. Las fuerzas sindicales, ya mejor organizadas, se encargaron de activar el descontento con ensayos de huelga general.
La Crisis Política
El gobierno conservador de Dato tomó las riendas que ya había tenido años atrás. Se organizó en Barcelona una asamblea de parlamentarios que exigía la formación de un gobierno provisional que convocase Cortes Constituyentes para reformar el sistema político y descentralizar el Estado.
La Crisis Militar
El ejército presentaba un número excesivo de oficiales en relación con los soldados. Esto se debía a que los ascensos se obtenían por méritos de guerra, lo cual beneficiaba a los soldados africanistas y desfavorecía a los soldados peninsulares, que también tenían peores sueldos. Esto desembocó en la formación de las Juntas de Defensa, que exigían aumentos en los sueldos y se oponían a los ascensos de guerra. En un manifiesto de 1917 se culpaba al gobierno de los males del ejército.
En 1917, las centrales sindicales CNT y UGT firman un acuerdo en el que se pide al gobierno intervenir para contener los precios, bajo amenaza de huelga.
La tensión estalló en 1917 a raíz del conflicto ferroviario en Valencia, y la UGT, junto con el PSOE, llamó a la huelga general. La protesta adquirió un carácter político y revolucionario porque las fuerzas obreras pedían el cese de la monarquía y el paso a la república. Pronto se vio cómo la huelga paralizó a las fuerzas burguesas ante el temor de un estallido revolucionario.
La reacción del gobierno fue represiva: declaró la ley marcial y envió al ejército a aplacar el movimiento. Hubo muertos, heridos y detenidos. La huelga general fracasó a causa del desacuerdo entre los dos sindicatos, de los políticos que no la apoyaron y del ejército, que olvidó sus protestas para aplacar la huelga. Aun así, la huelga tuvo enormes consecuencias: debilitó aún más al régimen y radicalizó a la oposición como consecuencia de su brutalidad. En los siguientes años, la Restauración entró en una crisis definitiva.