La Unión Dinástica: Integración de las Coronas de Castilla y Aragón
En 1469 tuvo lugar el matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, miembros de las familias reinantes en Castilla y Aragón respectivamente. Tras la muerte de Enrique IV, estalló una guerra civil en Castilla. Se enfrentaron la hermana del rey, Isabel de Castilla, apoyada por Aragón, y la presunta hija, Juana la Beltraneja, apoyada por Portugal. Este conflicto culminó en la Batalla de Toro (1476) y la firma de la Paz de Alcaçovas con Portugal (1479). Isabel I fue proclamada reina de Castilla. Ese mismo año, Fernando II heredó el trono de Aragón. Se produjo así la unión dinástica de los dos reinos más poderosos de la península, dando origen a la Monarquía Hispánica. No obstante, cada reino siguió rigiéndose por sus propias leyes e instituciones, conformando un Estado plural y no unitario. En la nueva monarquía, las leyes y disposiciones reales eran firmadas por representantes de ambos reinos. Sin embargo, el mayor peso territorial y demográfico de Castilla condujo a una creciente castellanización de la monarquía y a un descenso del peso político de la Corona de Aragón a lo largo de los siglos XVI y XVII.
La Expansión Territorial: Conquista del Reino Nazarí e Incorporación de Navarra
La Conquista del Reino Nazarí de Granada
Un objetivo prioritario de los Reyes Católicos fue culminar la Reconquista mediante la incorporación del Reino Nazarita de Granada, lo cual se logró en 1492 tras una guerra de diez años. La frontera con Granada era una fuente continua de conflictos y fricciones, a pesar de que los emires granadinos se declarasen vasallos de Castilla y tributasen por ello. Es probable que los Reyes Católicos, una vez finalizada la contienda por la sucesión de Castilla, percibieran la conveniencia de orientar el carácter belicista de la nobleza contra el reino de Granada. Junto a la participación de la nobleza, fue fundamental el apoyo de la Santa Hermandad. Sin embargo, a la victoria final castellana contribuyeron también las luchas internas en el reino granadino entre los nobles y entre los propios miembros de la familia real. Por regla general, fue una guerra más de asedios que de batallas campales. La última campaña fue el largo y costoso asedio de la ciudad de Granada, que duró un año. Finalmente, las capitulaciones, pactadas con Boabdil, el último rey nazarí, fueron inicialmente muy tolerantes con los vencidos: respeto a su religión y tradiciones, y facilidades para la emigración hacia Marruecos con sus propios bienes muebles. No obstante, a partir de 1499, el Cardenal Cisneros emprendió una política de conversiones forzadas. La rebelión islámica del Albaicín y de las Alpujarras fue duramente reprimida, y los musulmanes fueron obligados a convertirse al cristianismo o a abandonar España. La mayoría aceptó el bautismo, pero sin convicción (moriscos), y siguió practicando su religión de forma clandestina.
La Incorporación del Reino de Navarra
La incorporación de Navarra se produjo años después de la muerte de Isabel I de Castilla. El pretexto alegado fue una supuesta conspiración de Navarra y Francia contra Castilla, que sirvió a Fernando de justificación para ocupar militarmente Pamplona en 1512. En 1515, en las Cortes de Burgos, Fernando anexionó Navarra a la Corona de Castilla, pero en plano de igualdad, por lo que conservó sus fueros e instituciones propias, entre ellas las Cortes.
La Expansión Atlántica: Integración de Canarias y Relaciones con Portugal
En el Atlántico, Castilla y Portugal compitieron por encontrar nuevas rutas comerciales. Portugal, con mayor tradición marinera que Castilla, comenzó a principios del siglo XV a buscar una nueva ruta hacia las Islas de las Especias (las Molucas). Por su parte, los Reyes Católicos, al apoyar el proyecto de Cristóbal Colón en 1492, propiciaron el descubrimiento de América. Desde el comienzo de la conquista de las Islas Canarias por parte de los castellanos a mediados del siglo XV, la rivalidad con Portugal por el control del Atlántico fue constante. No obstante, desde el final de la Guerra de Sucesión en Castilla (1479), ambas monarquías consiguieron resolver los conflictos relativos a los límites de su expansión mediante sucesivos tratados que evitaron enfrentamientos:
- Tratado de Alcaçovas (1479): Alfonso V de Portugal reconoció no solo a Isabel como reina de Castilla, sino también los derechos castellanos sobre las Canarias y sobre la costa africana situada frente a estas islas. Los Reyes Católicos, por su parte, renunciaron a favor de Portugal a cualquier otro derecho sobre la costa africana, las islas Azores, Madeira o Cabo Verde.
- Bulas Inter Caetera (1493): Tras el primer viaje de Colón a América, el Papa Alejandro VI otorgó estas bulas por las que se reconocían los derechos de la monarquía española sobre las tierras descubiertas y sobre las que pudiera descubrir más allá de una línea de demarcación imaginaria, trazada de polo a polo a 100 leguas al oeste de las islas Azores y de Cabo Verde. La zona situada al oeste correspondía a España; la situada al este, a Portugal. En ambos casos, siempre que se tratara de tierras que no estuvieran bajo dominio previo de un príncipe cristiano.
- Tratado de Tordesillas (1494): Los portugueses y los Reyes Católicos acordaron desplazar la línea divisoria entre ambas zonas de expansión a 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde. Esto incluía para Portugal no sólo la ruta que bordeaba África, sino que también le permitía la futura ocupación de Brasil.
La Incorporación de las Islas Canarias
La incorporación de las Islas Canarias comenzó antes del acceso al trono de los Reyes Católicos. Se habían incorporado a la Corona de Castilla, aunque como señoríos particulares, Lanzarote, Fuerteventura, La Gomera y El Hierro. Con los nuevos monarcas se conquistaron las tres islas restantes: Gran Canaria (1480-1485), La Palma (1492-1493) y Tenerife (1494-1496).
El procedimiento seguido no fue el envío directo de tropas reales, sino el sistema de capitulaciones, que sería aplicado después en América: se establecía un contrato con capitanes y eclesiásticos para que llevaran a cabo la conquista y evangelización de los nuevos territorios en nombre de la monarquía, cuyo papel consistía en autorizar y controlar la empresa. Estas tierras permanecieron como tierras de realengo, es decir, bajo el dominio directo de la Corona.
La población nativa asimiló con rapidez la cultura de los peninsulares y las Islas Canarias fueron adquiriendo una importancia creciente, por su especialización agrícola en el cultivo de la caña de azúcar y por su importancia estratégica como etapa en la ruta hacia América.
La Organización del Estado: Instituciones de Gobierno
Los Reyes Católicos (1474-1516) se propusieron transformar una monarquía de carácter feudal, cuyo poder estaba en gran medida limitado por las prerrogativas de la nobleza y el clero, en una monarquía autoritaria, y conseguir que España se convirtiera en un Estado Moderno. Para este fin se acometieron las siguientes tareas:
Fortalecimiento de la Autoridad Real
Se buscó mediante un poder personal y con la ayuda de las siguientes instituciones:
- El Consejo Real: Los letrados (expertos en leyes) acabaron desplazando a los nobles. Funcionó como el principal órgano de gobierno de los monarcas y acabó denominándose Consejo de Castilla.
- Consejos especializados: Como el de la Inquisición, el de Órdenes Militares y el de Aragón.
- Administración de Justicia: Se reorganizó con las Chancillerías (tribunales superiores de justicia) en Valladolid y Granada, y las Audiencias (tribunales de rango inferior) en Santiago y Sevilla.
- Creación de un ejército permanente.
Sometimiento de las Fuerzas Sociales
Se buscó reducir el poder de los grupos que habían limitado el poder real durante la Edad Media:
- Creación de la Santa Hermandad en Castilla para combatir la delincuencia y el bandidaje en el medio rural.
- Limitación del poder de la nobleza: Se redujo su poder político, apartándola de los cargos superiores de la administración. Como contrapartida, se consolidó su riqueza económica y su importancia social al aumentar su patrimonio territorial y al regular las leyes del mayorazgo.
- Control de las Órdenes Militares (Santiago, Calatrava, Alcántara), poniéndolas bajo la administración real.
- Fiscalización del poder municipal en Castilla mediante los corregidores, representantes directos del rey en las ciudades.
- Unificación religiosa: Mediante la expulsión de los judíos en 1492 y la vigilancia de los conversos a través de la Inquisición (establecida en 1478).
- Control sobre el clero: Se impusieron a través del derecho de presentación (patronato regio), que les permitía proponer a Roma candidatos para los cargos eclesiásticos más importantes, asegurando la lealtad de la jerarquía eclesiástica.
La Proyección Exterior: Política Italiana y Norteafricana
La dirección de la política exterior correspondió principalmente a Fernando el Católico, si bien Castilla la financió y fue su gran beneficiaria. El Mediterráneo era un ámbito de tradicional interés para la Corona de Aragón, mientras que Castilla tenía intereses en el norte de África.
Las Guerras de Italia (1495-1503)
Desde el reinado de los Reyes Católicos, las buenas relaciones que habían existido entre Castilla y Francia desaparecieron, siendo sustituidas por la tradicional rivalidad aragonesa hacia este país. Se inicia así una constante de la política exterior española hasta finales del siglo XVII. El escenario fue Italia, un mosaico de pequeños estados muy codiciados por las dos grandes potencias del momento: la monarquía francesa y la española. El resultado fue una rotunda victoria de Fernando el Católico, quien consiguió para la Corona de Aragón la recuperación de los antiguos condados catalanes del Rosellón y la Cerdaña (Tratado de Barcelona, 1493) y la incorporación definitiva del Reino de Nápoles (1504).
La Ocupación de Plazas en el Norte de África
Desde el siglo XIII, los reyes de Castilla habían pretendido la conquista de Marruecos. Tras la conquista de Granada en 1492, Castilla vio la expansión hacia el Magreb como una solución a los problemas de la piratería berberisca y turca, además de perseguir objetivos comerciales y estratégicos. Sin embargo, la ocupación española se limitó a la conquista de un número reducido de plazas fuertes en la costa (como Melilla (1497), Orán (1509), Bujía (1510) y Trípoli (1510)), cuya eficacia contra la piratería fue prácticamente nula.