La Monarquía Hispánica de Felipe II: Gobierno, Administración, Conflictos y Sublevaciones en Europa
Ideario Político de Felipe II y su Política Interior
Felipe II, heredero de vastos territorios, se consideraba un rey español con la visión de una monarquía hispánica hegemónica en Europa y el mundo. Asumió el trono en 1556, estableciendo Madrid como capital permanente en 1561. Su reinado se caracterizó por un fuerte enfoque en la lucha contra los «infieles» y la herejía, siendo un pilar de la Contrarreforma europea.
La desconfianza hacia los moriscos convertidos al cristianismo, el bandolerismo y el temor a alianzas con turcos y piratas berberiscos llevaron a una mayor presión para que abandonaran sus costumbres, lo que desencadenó la sublevación de las Alpujarras (Granada, 1568), sofocada por Don Juan de Austria. La mayoría de los moriscos fueron deportados.
Los intentos de Felipe II de establecer un mayor autoritarismo generaron conflictos y rebeliones. En Aragón, los roces con el Justicia Mayor culminaron con el encarcelamiento del secretario del rey, Antonio Pérez, y la sublevación de la población en defensa de sus fueros. La revuelta fue reprimida, los fueros recortados y el Justicia Mayor ejecutado.
Económicamente, los gastos del Imperio y la afluencia de metales preciosos provocaron una crisis hacendística e inflación, llevando a una crisis económica y estancamiento productivo, especialmente en Castilla.
Política Exterior: Conflictos en Europa
Felipe II heredó los enfrentamientos con Francia (victorias de San Quintín y Gravelinas) y apoyó a los monarcas católicos franceses contra los hugonotes. El conflicto por el control de Italia se resolvió a favor de España con la Paz de Cateau-Cambrésis (1559).
El enfrentamiento con el Imperio Turco y los piratas berberiscos continuó para proteger las costas italianas y españolas. La Liga Santa, formada con el Papa, Génova y Venecia, obtuvo una gran victoria en la batalla naval de Lepanto (1571) contra los turcos, liderada por Don Juan de Austria.
La difusión del calvinismo y las ansias independentistas en los Países Bajos llevaron a Felipe II a imponer una dura represión. Estalló una rebelión general liderada por Guillermo de Orange, dando inicio a 80 años de conflicto (1568-1648). Los intentos de diplomacia y fuerza fracasaron debido a la falta de una flota poderosa, la imposibilidad de bloquear económicamente a Holanda, la «leyenda negra» contra España y Felipe II, y la falta de recursos económicos. El norte, calvinista, se proclamó independiente (Provincias Unidas), mientras que el sur (Flandes) permaneció leal a la Corona española.