La Monarquía Hispánica: De los Reyes Católicos a Carlos I
1. La Unión Dinástica de los Reyes Católicos
El siglo XV presenció la unión dinástica de dos figuras cruciales en la historia de la Península Ibérica: Isabel de Castilla y Fernando de Aragón. Su matrimonio en 1464 marcó el inicio de la Monarquía Hispánica, una entidad que, si bien unió dinásticamente a los dos reinos, no supuso su unificación política. El reparto de poder se estableció en la Concordia de Segovia (1475).
Este periodo no estuvo exento de dificultades, como la guerra por la sucesión al trono de Castilla entre los partidarios de Isabel y los de Juana la Beltraneja. La unión de las coronas implicó la integración de los reinos peninsulares bajo la Corona de Castilla, de carácter autoritario, y la Corona de Aragón, con un sistema pactista y posesiones en el Mediterráneo y Europa.
1.1. Posesiones de los Reyes Católicos: ¿Unión Dinástica o Integración Territorial?
La unión de los Reyes Católicos fue, fundamentalmente, una unión dinástica. Ambos monarcas mantuvieron sus propias instituciones de gobierno y se repartieron el poder. Los territorios bajo su dominio incluían la totalidad de la Península Ibérica, excepto el Reino de Navarra, y posesiones de la Corona de Aragón como Cerdeña, Sicilia, el Condado de Rosellón y Nápoles. Además, mediante enlaces matrimoniales, se establecieron alianzas con Portugal, Inglaterra y Austria.
2. El Viaje de Colón y la Conquista de América
2.1. Propósito Inicial del Viaje de Colón
Durante el reinado de los Reyes Católicos, y tras la negativa de Portugal, se financió la expedición de Cristóbal Colón, un comerciante que buscaba nuevas rutas comerciales. Su principal objetivo era demostrar la esfericidad de la Tierra y llegar a las Indias Orientales por el Atlántico, buscando rutas alternativas a las controladas por los turcos. El 12 de octubre de 1492, Colón llegó a un nuevo continente, sin saber que había descubierto América.
2.2. Conquista y Colonización de América
Tras los viajes de Colón (1492-1504), el vasto territorio americano fue colonizado y repartido entre las coronas de Castilla y Aragón, y el Reino de Portugal. La conquista fue rápida, y las delimitaciones territoriales se establecieron en el Tratado de Alcazobas, la Bula Inter Caetera y el Tratado de Tordesillas.
Factores que favorecieron la colonización:
- Falta de cohesión interna entre los imperios precolombinos.
- Uso de caballos, perros de presa y armas de fuego por parte de los conquistadores.
- Mortandad provocada por enfermedades como la viruela y la sífilis.
- Vaticinios indígenas sobre la llegada de dioses oceánicos.
Las condiciones de vida y los derechos de los indígenas se recogieron en las Leyes de Burgos (1512), que prohibían la esclavitud y reconocían su libertad. Posteriormente, las Leyes Nuevas de Indias (1542) abolieron la esclavitud, las encomiendas y establecieron repatriamientos.
3. Medidas de los Reyes Católicos para la Unidad Religiosa: Expulsión de Judíos y Moriscos
Durante el siglo XV, los Reyes Católicos buscaron la unidad religiosa para unificar la población y evitar conflictos. Se instauró el Tribunal del Santo Oficio (Inquisición), bajo el mando de Torquemada, para investigar denuncias de herejía y obtener confesiones mediante tortura. En 1492, se decretó la expulsión de los judíos, quienes fueron perseguidos y obligados a convertirse o huir.
Los decretos de 1501 y 1502 obligaron a los musulmanes a convertirse o abandonar la península, a pesar de las tolerancias religiosas establecidas en las capitulaciones de la toma de Granada. Muchos se convirtieron al cristianismo (moriscos), pero también fueron perseguidos. Finalmente, Felipe III decretó la expulsión definitiva de los moriscos en 1609.
4. La Herencia de Carlos I
El reinado de los Reyes Católicos se caracterizó por su política expansionista y sus alianzas matrimoniales. El matrimonio de su hija Juana con Felipe de Habsburgo condujo a que su hijo, Carlos I, heredara un vasto imperio, convirtiendo a la Monarquía Hispánica en la más grande hasta la fecha. Carlos I, el primero de los Austrias, incorporó a sus dominios la Corona de Castilla (con Canarias y América), el Reino de Navarra, la Corona de Aragón (con Aragón, Cataluña, Valencia, Baleares, Cerdeña, Nápoles y Sicilia) y la Corona de los Habsburgo (con Austria, Países Bajos y Franco Condado). Fue coronado emperador en 1519.
5. Las Capitulaciones de Santa Fe y el Tratado de Tordesillas
Durante la conquista de América, se firmaron diversos documentos para repartir el territorio entre las potencias europeas, principalmente Portugal y Castilla. El Tratado de Tordesillas (1494) estableció una línea divisoria a 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde, otorgando a Portugal el futuro dominio sobre Brasil.
Por otro lado, las Capitulaciones de Santa Fe, firmadas entre Colón y los Reyes Católicos, nombraban a Colón virrey y gobernador de las tierras que descubriera, otorgándole el 10% de las riquezas a cambio de incorporarlas a la soberanía de los monarcas.
6. La Política Exterior de Felipe II
Tras la abdicación de Carlos I, su hijo Felipe II convirtió a la Monarquía Hispánica en el mayor imperio territorial y marítimo de la época, conocido como el “reino en el que no se ponía el sol”. Felipe II, más administrador que militar, buscaba controlar todos los aspectos del gobierno, manteniendo los objetivos de Carlos I: hegemonía en Europa, lucha contra el Imperio Otomano en el Mediterráneo y defensa del catolicismo.
Tras la derrota de Francia en San Quintín y sus guerras civiles (religiosas), los conflictos se trasladaron a los Países Bajos. Felipe II intentó imponer los mismos principios administrativos que en Castilla, lo que provocó una rebelión religiosa y política en Flandes (Bélgica, Holanda y Luxemburgo), conocida como la Guerra de los Ochenta Años. Las acciones militares del Duque de Alba no lograron sofocar la rebelión. Holanda y Zelanda, a las que se unieron otras provincias, fueron reconocidas por España en la Paz de Westfalia (1648), convirtiéndose en una potencia marítima rival de España.
La Monarquía Hispánica y la Santa Sede formaron la Liga Santa, que logró la victoria de Lepanto sobre los turcos, frenando su avance. El ascenso al trono de Isabel I en Inglaterra desató la hostilidad contra la Monarquía Hispánica.
7. El Conde Duque de Olivares, la Rebelión de Cataluña y la Independencia de Portugal
A la muerte de Felipe III, Felipe IV delegó el gobierno en el Conde Duque de Olivares, quien propuso reformas para mejorar la situación interna y externa de la monarquía. Buscaba mejorar la economía mediante la reducción de gastos, la limitación de la moneda y el impulso de la producción artesanal. La Unión de Armas pretendía crear un ejército común para todos los reinos y centralizar la administración, consolidando el poder absoluto de la corona.
Estas reformas provocaron una crisis por la oposición de los reinos, que defendían sus instituciones y leyes propias. En Cataluña, el descontento estalló en la rebelión de 1640 (Corpus de Sangre), cuando los segadores se sublevaron y asesinaron al virrey. Cataluña se sometió a la soberanía francesa, pero este periodo fue breve, y finalmente aceptó la soberanía de Felipe IV.
La política exterior estuvo marcada por conflictos con las Provincias Unidas y Francia, que culminaron en dos grandes derrotas: el apoyo francés a los protestantes y la destrucción de la Armada Invencible por Holanda. Con la Paz de Westfalia, España reconoció la independencia de las Provincias Unidas, y en la Paz de los Pirineos recuperó Cataluña a cambio de pérdidas territoriales en América y Europa. Finalmente, en Portugal se produjo la rebelión y la proclamación del Duque de Braganza como rey, logrando la independencia del país.
8. La Revuelta de los Comuneros en el Reinado de Carlos V
Durante el reinado de Carlos I, la Monarquía Hispánica alcanzó su máximo esplendor territorial, lo que trajo consigo diversas consecuencias. Entre ellas, destaca la Revuelta de los Comuneros de Castilla (1520-1522). Tras la muerte de Maximiliano I, Carlos I reunió las Cortes para solicitar ayuda económica para financiar su candidatura a la corona imperial. Las Cortes aceptaron a cambio de que el rey respetara las leyes castellanas y nombrara consejeros nacidos en la península.
El incumplimiento de estas promesas provocó la sublevación de la nobleza en varias ciudades (Toledo, Segovia…), organizándose en Juntas de Comunidades. Los comuneros pedían el regreso de Carlos V a España, el establecimiento definitivo de las Cortes en Castilla, la exclusión de extranjeros en la administración y la reducción de impuestos. La vieja nobleza, amenazada, apoyó al rey y combatió la revuelta, que tenía un carácter social. En 1521, los comuneros fueron derrotados y sus líderes ejecutados.
A este conflicto se sumó la Revuelta de las Germanías en Valencia, donde los gremios aprovecharon el vacío de poder para sublevarse.