La Península Ibérica en la Edad Media: Reinos Cristianos y Expansión

LA PENÍNSULA IBÉRICA EN LA EDAD MEDIA: LOS REINOS CRISTIANOS

4.1. Los Primeros Núcleos de Resistencia

Tras la invasión musulmana de la Península Ibérica (711) surgieron en la franja cantábrica y los Pirineos los primeros focos de resistencia. Compuestos por poblaciones autóctonas y refugiados del reino visigodo, estos núcleos llegarían a ser grandes entidades políticas cristianas. En el año 718 los astures proclaman rey a Pelayo, probablemente un noble visigodo y vencedor en la mitificada batalla de Covadonga (722), siendo este el origen del reino Astur. Alfonso II establecerá su capital en Oviedo y Alfonso III lo transformará en el reino de León. En el siglo X el conde Fernán González reunirá varios territorios defendidos por castillos en la zona fronteriza con el valle del Ebro y formará el condado de Castilla, que llegará a conformarse como reino independiente.

El reino de Pamplona, futuro reino de Navarra, surgió en el siglo IX, aunque sus orígenes son confusos. Una política de enlaces matrimoniales permitió la incorporación del condado de Aragón. El máximo prestigio y expansión se alcanzará en el siglo XI con Sancho III, el Mayor. Se establecerá como reino independiente hasta el siglo XVI.

En torno a Jaca, a comienzos del siglo IX surgió el condado de Aragón, que tras la citada unión con Navarra y a la muerte de Sancho III, surgirá como reino con Ramiro I en el siglo XI.

Un conjunto de condados integrados en la monarquía carolingia desde el siglo VIII (Marca Hispánica) serán el origen del Condado de Barcelona bajo el mando de Wifredo el Velloso. Borrell II en el siglo X aprovechó el final de la dinastía carolingia para ganar autonomía. El matrimonio del conde de Barcelona Ramón Berenguer IV con Doña Petronila, hija del rey de Aragón en el siglo XII, constituye el origen de la Corona de Aragón y Cataluña.

Tras la batalla de las Navas de Tolosa en 1212, en la Península Ibérica conviven el reino de Portugal, el reino Nazarí de Granada, la corona de Navarra, la corona de Aragón y la Corona de Castilla, que con Fernando III el Santo conquistará Sevilla.

4.2. Principales Etapas de la Reconquista

Actualmente por Reconquista no se entiende un proceso continuado y planificado por los reinos cristianos para conquistar el territorio ocupado por los musulmanes (por religión o por herencia de los visigodos). Estos enfrentamientos fueron principalmente por el poder económico y político, y aunque duró ocho siglos, no fueron de lucha continua, siendo frecuentes además las alianzas entre cristianos y musulmanes.

Del siglo VIII al X, los musulmanes eran militarmente superiores a los reinos cristianos que se limitaron a ocupar territorios casi despoblados en el valle del Duero. En el siglo XI el califato entra en crisis y se fragmenta en los reinos de Taifas. Alfonso VI de Castilla conquista en 1085 Toledo, de gran valor estratégico y simbólico. Los musulmanes reclaman la ayuda de los almorávides que frenan el avance de Castilla con victorias como las de Sagrajas y Uclés. Por su parte Aragón se extiende hasta el valle medio del Ebro, tomando Zaragoza en 1118. A mediados del siglo XII, coincidiendo con la decadencia almorávide, se culmina la conquista del Valle del Tajo, tomando Lisboa y el valle del Ebro hasta Tortosa.

En la segunda mitad del siglo XII, el poder de los almohades y las disputas entre los reyes cristianos frenaron el avance conquistador que se limitó a los cursos altos de los ríos Turia, Júcar y Guadiana. En el siglo XIII, tras la derrota de Alarcos (1195), los reinos cristianos se unen, incentivados por la declaración de cruzada del Papa Inocencio III, en un ejército que derrota a los almohades en la batalla de las Navas de Tolosa (1212) y despeja el camino hacia el valle del Guadalquivir. Aragón, con Jaime I, el Conquistador, se anexiona Mallorca, Ibiza y el reino de Valencia. Portugal conquista Faro; y Castilla culminó con Alfonso X el Sabio la conquista de Andalucía. En el siglo XIV se frena la reconquista debido a las epidemias y las guerras sucesorias en los reinos cristianos, quedando en manos musulmanas el reino nazarita de Granada.

4.3. Las Formas de Ocupación del Territorio y su Influencia en la Estructura de la Propiedad. Modelos de Repoblación y Organización Social

La Reconquista no fue tan solo un proceso militar, sino que se basó en la ocupación demográfica, la explotación económica y la administración política de los territorios andalusíes.

De los siglos VIII al X se aplicó la presura, al norte del Duero y al pie del Pirineo, territorios casi despoblados. Es la ocupación de una tierra despoblada por aquel que la va a cultivar, se basa en el derecho romano. El resultado fue una zona de pequeñas y medianas propiedades de hombres libres. En los siglos XI y XII, se dio la repoblación concejil entre el Duero y los Montes de Toledo y en el Valle del Ebro. El territorio se dividía en concejos, dividido en alfoces. El concejo se regía por una ciudad o villa cabecera, en la que se instalaba un representante del rey. El rey otorgaba una carta puebla o fuero (conjunto de derechos). Eran hombres libres en su mayoría, dependientes del rey. La población musulmana en estas zonas era numerosa y se respetaron en general sus propiedades. El sistema dio como resultado la propiedad mediana y la propiedad comunal.

En la primera mitad del siglo XIII se repobló el Valle del Guadiana, Teruel y el norte de Castellón. Zonas extensas y poco pobladas en cuya conquista destacaron las órdenes militares (Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa), por lo que las nuevas tierras se dividieron en encomiendas a cuya cabeza estaba un caballero de la orden correspondiente con el cargo de Comendador. Predominaron así los grandes latifundios dedicados a la explotación ganadera.

En la segunda mitad del siglo XIII, los territorios conquistados fueron repartidos entre sus conquistadores en función de su rango social. Se aplicó al valle del Guadalquivir y el litoral levantino. El resultado fue la adquisición de grandes latifundios por la nobleza, la Iglesia y las órdenes militares.

El modelo de sociedad feudal estamental se consolidó a lo largo de toda la Península. La nobleza eran los grandes propietarios de las tierras y eran un grupo privilegiado heterogéneo. El clero poseía tierras y señoríos y también son un estamento heterogéneo. Los campesinos están sujetos a la dependencia de sus señores. Desde el siglo XI se desarrolló la burguesía. También existían minorías religiosas y étnicas marginadas: los judíos que eran mayoritariamente urbanos y los mudéjares que vivían en el campo.

4.4. Diversidad Cultural: Cristianos, Musulmanes y Judíos

Durante ocho siglos en la península convivieron cristianos, judíos y musulmanes. Aunque las relaciones entre ellos no siempre fueron pacíficas, esta convivencia otorgó al panorama cultural de la época un carácter plural. La existencia de mudéjares en territorios cristianos y de mozárabes en los musulmanes, así como de judíos en unos y otros, propició el intercambio de conocimientos, más allá de las diferencias religiosas y de las rivalidades políticas.

La situación de la zona cristiana era muy diferente a la de Al-Ándalus, que actuó como transmisor del pensamiento científico antiguo y oriental. En los territorios cristianos fue la Iglesia quien asumió el papel de preservar y transmitir la cultura, en concreto en los monasterios, como el de Ripoll, mediante copia y conservación de libros e impartiendo enseñanzas en las escuelas monacales. El Camino de Santiago fue una pieza clave para la difusión de la cultura, ya en lenguas romances. Llegaron modelos literarios y estilos artísticos como el románico y el gótico. También estimuló la construcción de monasterios, caminos, hospitales… A partir del siglo XII surgieron las escuelas catedralicias y más tarde, en el siglo XIII las Universidades, destacando las de Salamanca, Valladolid o Lérida. El puente cultural entre el mundo islámico y la cristiandad fueron los centros de traducción del árabe, que surgieron de forma espontánea en diferentes ciudades como Zaragoza y Toledo. A la Escuela de Traductores de Toledo acudieron eruditos de diversos lugares y su prestigio se incrementó aún más bajo el mecenazgo de Alfonso X el Sabio cuando cristianos, árabes y judíos traducían al latín obras en árabe de Aristóteles, Ptolomeo o Averroes. Esto contribuyó a difundir en el Occidente cristiano gran parte del conocimiento perdido de la antigüedad griega y de la ciencia del mundo islámico.

4.5. Manifestaciones Artísticas

El arte medieval peninsular es fundamentalmente religioso; tanto los edificios (monasterios o catedrales) como la escultura o la pintura (subordinadas a la arquitectura), se realizan con una clara finalidad didáctica.

El arte asturiano de los siglos VIII y IX fue promovido por la monarquía. Emplea arcos de medio punto y bóvedas de cañón. Sus principales ejemplos están en Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo.

En el siglo X se desarrolla el arte mozárabe o de repoblación, con iglesias construidas por mozárabes llegados a tierras cristianas. Utilizaban materiales pobres como ladrillo y sillarejo y arcos de herradura. Destaca San Miguel de la Escalada (León).

Entre los siglos XI y XII se extiende el Románico. Las iglesias presentan un aspecto macizo y oscuro por la escasez de vanos. En Castilla muestran la influencia francesa (Catedral de Santiago, típica iglesia de peregrinación) y en Cataluña la italiana (San Vicente de Tahull). Hay escultura de bulto redondo de temática religiosa, pero predominan los relieves en capiteles (Claustro de Santo Domingo de Silos) y portadas (Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago). En pintura destaca la decoración de paredes y techos de los templos. Se caracteriza por el silueteado de las figuras y el uso de colores planos (Pantocrátor de Tahull).

El Gótico se desarrolla entre los siglos XIII y XV, destacando la construcción de catedrales sobre planta de cruz latina. Su principal característica es el movimiento ascendente de los elementos arquitectónicos (arco apuntado, bóveda de crucería) y su luminosidad (vidrieras) reflejo de una nueva actitud espiritual tendente a lo divino. Destacan las catedrales de León, Burgos y Toledo. En Aragón además es importante la arquitectura civil (Lonja de Valencia y Palacio de la Generalitat de Barcelona). La escultura se caracteriza por la expresión individual y humana de las figuras (Virgen Blanca de la catedral de Toledo), y en la pintura se representa en vidrieras (Catedral de León) o sobre tabla (Ferrer Bassa y Bartolomé Bermejo).

Por último, el arte mudéjar (siglos XII al XV) es original de la Península, y se mezcla la influencia cristiana románica y gótica (San Tirso de Sahagún – León), y la influencia musulmana, con el uso del ladrillo como material de construcción y formas decorativas del arte islámico. La principal representación son las torres campanario basadas en los alminares musulmanes (San Salvador de Teruel).

LA BAJA EDAD MEDIA. LA CRISIS DE LOS S. XIV Y XV

5.1. Organización Política e Instituciones

En los siglos XIV y XV las dos grandes coronas de la península, la de Aragón y la de Castilla, se enfrentan a una profunda crisis demográfica, social y económica, y en política los reyes quieren recuperar el poder perdido con el feudalismo frente a la nobleza.

La Corona de Castilla constituía una monarquía hereditaria y patrimonial, y con los Trastámara fortaleció su herencia autoritaria. El rey se veía asistido en su acción de gobierno por diversas instituciones centrales: el Consejo Real, la Audiencia, encargada de la administración de justicia, y la Real Hacienda, encargada de los impuestos. En estos siglos se fueron construyendo dos instituciones claves para el poder real: un Ejército Real permanente y una burocracia, formada por letrados. En las Cortes (sin funciones ni periodicidad establecidas) participaron las ciudades junto a la nobleza y al clero en asuntos relacionados con el gobierno (acuñación de moneda, concesión de impuestos extraordinarios, jurar al nuevo rey, etc.). La administración local se basó en la institución de los concejos, bajo el control de las oligarquías urbanas (nobleza, clero, burgueses).

La Corona de Aragón tenía un carácter pactista, y estaba constituida por una serie de reinos (Aragón, Cataluña, Valencia y Mallorca), con diferentes leyes e instituciones, pero con un rey común representado en cada reino por un virrey o lugarteniente. Tras varios enfrentamientos entre los nobles y el rey, en 1283, Pedro III firmó el Privilegio General. Gracias a esto, aunque hubo enfrentamientos puntuales, las relaciones entre el rey y sus vasallos fueron mejores que en Castilla. Las instituciones reflejan las peculiaridades del carácter de la Corona. Existían cortes independientes en cada reino, pero también Cortes Generales, con cuatro brazos o estamentos. Surgieron las Diputaciones que ampliaron sus competencias (la de Cataluña o Generalitat, etc.). En el reino de Aragón se creó el cargo de Justicia de Aragón, siendo su función primordial la defensa de los fueros o privilegios del reino. Los municipios fueron cayendo bajo el control de oligarquías urbanas con distintos cargos donde destaca el consejo municipal como el consejo de Ciento en Barcelona.

5.2. Crisis Demográfica, Económica y Política

Los siglos XII y XIII habían sido de expansión económica, pero la llegada de la Peste Negra en 1348 inauguró una etapa de catástrofes demográficas, crisis económica y enfrentamientos sociales. La sucesión de malas cosechas produjo la desnutrición de la población que era fácilmente atacada por epidemias (entre un 25 y un 40% de la población según reinos). El aumento de los precios y de la presión fiscal, así como el intento de la nobleza de recuperar rentas y prerrogativas, generó un aumento de los conflictos con el tercer estado y con los propios monarcas. En Castilla la ganadería trashumante se impuso como principal actividad económica, y además contaba con los privilegios de la Mesta, creada por Alfonso X el siglo anterior. La artesanía también entró en declive, y el comercio exterior fue el menos afectado, con exportaciones de lana y comercio en el Mediterráneo. El malestar social provocó numerosos levantamientos campesinos contra la nobleza como las guerras irmandiñas o los payeses de remensa en Cataluña (con la Sentencia Arbitral de Guadalupe se puso fin a la servidumbre en 1486). También se produjeron conflictos urbanos (Biga y Busca en Barcelona) y el antisemitismo produjo múltiples pogromos. El foco de conflicto principal fue la pugna de los monarcas y los privilegiados por la hegemonía política. La guerra civil en Castilla entre Pedro I y Enrique de Trastámara a fines del siglo XIV o la guerra civil en Aragón al enfrentarse el rey Juan II con la nobleza y el clero catalanes (1462-1472) son dos claros ejemplos. En el último tercio del siglo XV los Reyes Católicos heredan ambas coronas y afianzan su poder, lo que da paso a la época moderna.

5.3. La Expansión de la Corona de Aragón en el Mediterráneo

De los territorios que integraban la Corona de Aragón, tres de ellos, Cataluña, Valencia y Baleares se abrían al Mediterráneo, lo que determinó su vocación comercial y su ámbito de actuación. Los monarcas aragoneses emprendieron una importante expansión política por el Mediterráneo, a pesar de la oposición de Francia y el Papado, e incorporaron Sicilia a la Corona, ya que María de Montpellier, mujer de Pedro II, tenía derechos sucesorios. La alianza entre Francia y Génova amenazaba los intereses de Aragón en Córcega y Cerdeña. Desde 1420, Alfonso V hizo frente a la situación. En los veinte años siguientes, tras asedios, combates y acuerdos, el monarca controló Cerdeña, renunció a Córcega y conquistó el reino de Nápoles (1443). Instalado en la ciudad, Alfonso V abandonó la política ibérica, se convirtió en árbitro de la situación italiana y en mecenas del Renacimiento. Incluso durante un tiempo pertenecieron a Aragón los ducados griegos de Atenas y Neopatria conquistados por tropas mercenarias catalanas, los almogávares, que habían acudido con Roger de Flor al frente en ayuda del emperador bizantino contra los turcos.

Gracias a esta expansión se desarrolló un activo comercio internacional, en el que Cataluña y sobre todo Barcelona, tuvo un papel prioritario. Se exportaban hierro y tejidos y se importaban cereales, pieles y especias. La etapa de máximo esplendor del comercio catalán fue en el siglo XIV, pero la crisis bajomedieval afectó a esta actividad y Valencia sustituyó a Barcelona como principal puerto mercantil.

La caída del Imperio bizantino (1453) y el avance turco aceleraron la decadencia del comercio mediterráneo, cortando la tradicional Ruta de las Especias, al mismo tiempo que surgían las rutas atlánticas.

5.4. Las Rutas Atlánticas: Castellanos y Portugueses. Las Islas Canarias

Los reinos de León y Castilla se interesaron por la fachada costera y la navegación marítima en el siglo XII. En el sur, con una estratégica posición entre el Atlántico y el Mediterráneo, fue un episodio destacado la apertura del estrecho de Gibraltar a la navegación cristiana. Fue objetivo de mercaderes castellanos, genoveses y de otras repúblicas italianas que preferían el camino del mar al de tierra para las relaciones entre Italia y Flandes.

Otra línea expansiva por el Atlántico es la que lleva a los portugueses, con Enrique el Navegante, pero también a los castellanos, a la exploración de las costas del occidente africano. En el marco de esa expansión hay que incluir la conquista de las islas Canarias. Grupos de marinos cantábricos y andaluces, tras realizar viajes a las islas, informaron al rey de que su dominio sería fácil. En 1402, Enrique III aceptó el ofrecimiento de dos nobles franceses, Juan de Bethencourt y Gadifer de la Salle, de ocupar las islas y someterlas a vasallaje del rey castellano. La primera que se conquistó fue la isla de Lanzarote. Después vendrían las conquistas de Fuerteventura, La Gomera y El Hierro. Estas primeras conquistas se hacían a título particular, de manera que los conquistadores se reservaban esas tierras que los monarcas castellanos les entregaban como feudos. Más adelante fueron los propios monarcas quienes se encargaron de la conquista del resto de las islas, pero reservándoselas para la corona (realengo). La última conquistada fue Tenerife en el año 1496.

En 1415, los portugueses conquistaron Ceuta, que pasó a dominio español cuando Felipe II se convirtió en rey portugués. Entre 1420 y 1440 los portugueses se instalaron en Madeira y Azores y tuvieron aspiraciones a las Canarias. Esta expansión finalmente llevaría a fines del siglo XV a las expediciones de Bartolomé Díaz, que dio la vuelta al Cabo de Buena Esperanza, y de Vasco de Gama, quien finalmente conseguirá llegar a la India costeando el continente africano.

La expansión atlántica provoca un cambio en la mentalidad donde el Mediterráneo pierde importancia y se sientan las bases para la futura conquista del continente americano.

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