La pérdida del Imperio español: causas, consecuencias y el Tratado de París

Introducción

Durante el reinado de Fernando VII, la mayor parte del Imperio español logró su independencia. Solo Cuba y Puerto Rico, en América, y las islas Filipinas, en el Pacífico, permanecieron bajo soberanía española.

Los problemas coloniales se remontaban a la etapa del Sexenio. Ya entonces se inició una primera guerra cubana, la “guerra larga”, pero fue en la década final del siglo XIX cuando estos problemas se agudizaron por el contexto internacional: los movimientos emancipadores coincidieron con el auge del imperialismo europeo y con el creciente expansionismo de los EEUU, convertido ya en gran potencia industrial y militar.

Causas de la independencia

1. Errática política colonial por parte del gobierno español

Los sucesivos gobiernos españoles fueron incapaces de impulsar las reformas solicitadas desde las colonias, en general deseosas de gozar de un mayor nivel de autonomía (corriente autonomista). Los liberales lo intentaron, pero fracasaron ante las presiones de las élites españolistas (inmovilistas) de las colonias, especialmente en Cuba. Así las cosas, la corriente independentista fue ganando apoyos y las posturas se radicalizaron.

2. El imperialismo norteamericano

El imperialismo norteamericano, necesitado de nuevos mercados donde colocar los excedentes de producción y de capital y deseoso de prestigio internacional, fijó su atención en los territorios españoles del Pacífico (Filipinas) y del Caribe (Cuba y Puerto Rico).

La guerra colonial

En 1895 se produjo la insurreción nacionalista que dio lugar a la última guerra de cubana, que tuvo dos momentos: entre 1895 y 1898 tuvo lugar la guerra entre el ejército español y los grupos independistas nativos; en 1898 se produjo la intervención directa de los EEUU en el conflicto, lo que llevó al enfrentamiento hispano-norteamericano.

1. La guerra hispanocubana

La sublevación se inicia en 1895, en Cuba con el “Grito de Baire” y el Manifiesto de Montecristi, y en 1896 en Filipinas con la rebelión liderada por José Rizal.

En Cuba el movimiento es liderado por José Martí, pronto muerto en combate, adoptando la táctica de guerrillas. Frente al mismo, el general Martínez Campos lleva a cabo una política de conciliación, cuyo fracaso por el avance independentista hace que la represión sea dirigida por el general Weyler que aplica una política de “guerra total” (trochas, campos de concentración) que provocan el apoyo de la población a la independencia y las protestas de EEUU que propone a España la compra de la isla por 300 millones de dólares, oferta que es rechazada.

2. La guerra hispano-estadounidense

Con la excusa de la voladura del acorazado norteamericano “Maine”, en el puerto de La Habana en febrero de 1898, EEUU, donde ya existía un gran clamor mediático y popular belicista, le presenta un ultimátum a España para su retirada de la isla en abril de ese año. Su rechazo, supone la declaración de guerra a España. La noticia es acogida en España con un patriotismo exacerbado e irreal. La flota americana derrota a la española en las batallas de Cavite (Filipinas) y Santiago (Cuba), que son un auténtico paseo militar para EEUU. La resistencia española es mucho más intensa en tierra (con el caso extremo de los “últimos de Filipinas”), pero una vez perdida la flota la guerra estaba perdida.

El Tratado de París

Derrotada España, las negociaciones de paz, se plasmaron en el Tratado de París, por el que España reconocía la independencia de Cuba, y cedía Filipinas, Puerto Rico y la isla de Guam a los EEUU, a cambio de una compensación de 20 millones de dólares. Un año más tarde, en 1899, España entregó al Imperio alemán las islas Carolinas, las Marianas y las Palaos, a cambio de 25 millones de dólares. Quedaba así liquidado el Imperio español.

Consecuencias del desastre del 98

La derrota no causó un colapso del sistema de la Restauración, pero sí inició su crisis, que se irá agudizando en las primeras décadas del siglo XX.

a. Crisis política

Se fortalecen movimientos e ideologías contrarios al sistema: nacionalismo y regeneracionismo, de los que a continuación hablaremos. Al mismo tiempo se comienza a gestar un fuerte sentimiento antimilitarista en las clases populares, que habían padecido fundamentalmente la guerra. El ejército, por su parte, aumentará su autoritarismo e intransigencia y comenzará a exigir mayor protagonismo en la vida política.

b. Crisis económica

Tenemos que tener en cuenta la pérdida del mercado colonial y el endeudamiento del Estado, lo cual provocó un aumento de impuestos. Aunque al mismo tiempo, hubo una repatriación de capitales que animaron el sistema financiero español.

c. Crisis ideológica

El impacto del 98 en la opinión pública española hizo aflorar el descontento que el régimen de la Restauración había provocado en la mayor parte de la clase media y de los intelectuales. Se produjo entonces un movimiento intelectual y social crítico con el sistema y sus prácticas políticas que se conoce como regeneracionismo. Nacido a fines del siglo XIX, permaneció vigente durante las primeras décadas del siglo XX e inspiró a toda una generación de políticos e intelectuales de distintas tendencias. Presentó una dimensión social y económica, cuyo principal ideólogo fue Joaquín Costa, quien censuró el sistema político y el falseamiento de la democracia, proponiendo una serie de reformas económicas y educativas que se resumen en el lema “escuela y despensa”. Otra dimensión intelectual y literaria (generación del 98, Miguel de Unamuno, Ramiro de Maeztu, Machado), que expresaban un pesimismo existencial y reflexionaban sobre la decadencia de España.

La práctica política

El reinado de Alfonso XII comenzó con una hegemonía política abrumadora del Partido Conservador, pero en los últimos años de su reinado el partido liberal también accedió al gobierno, con lo que se inició la práctica política del turno de partidos. Analizamos a continuación los aspectos principales de las distintas fases de gobierno:

1. El dominio del Partido Conservador (1876-1881)

Etapa conocida como la “dictadura canovista” por el fuerte carácter autoritario de su política. Sus objetivos fueron la consolidación de la monarquía recién restaurada y construir un sistema político de orden y fuertemente centralizado. Como ejemplo merece mencionarse el recorte de libertades de expresión, imprenta, cátedra y reunión. Durante este gobierno se puso fin a la tercera guerra carlista y la “guerra larga” de Cuba.

2. El Partido Liberal en el poder (1881-1885)

Tras la petición al monarca de la necesidad de un cambio en el poder, Alfonso XII optó por la alternancia, y de esa forma Sagasta formará gobierno. La llegada al poder del Partido Liberal supuso la puesta en práctica de derechos y libertades, surgidos durante el Sexenio. Así se amplió el derecho de sufragio, aunque éste no sería universal hasta 1890, o se apostó por una mayor libertad de expresión…

3. La Regencia de María Cristina (1885-1902)

En el año 1885 muere Alfonso XII, convirtiéndose en regente, su esposa María Cristina, hasta que su hijo, Alfonso XIII cumpliese la mayoría de edad. Tras el denominado Pacto del Pardo, la Regente y los líderes de los dos grandes partidos acuerdan seguir con el turnismo que había dotado, al menos hasta ahora, de estabilidad al país. Así liberales y conservadores se seguirían sucediendo en el poder, llevando a cabo una política acorde a sus planteamientos ideológicos. Podemos referir, por ejemplo, la ley de asociaciones, impulsada por los liberales, que permitió el afloramiento del movimiento obrero, en forma de partidos y sindicatos.

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