La Primera Guerra Carlista: Conflicto Dinástico y Enfrentamiento Ideológico

El Conflicto Dinástico

El conflicto dinástico surgió tras el nacimiento de Isabel, hija de Fernando VII y María Cristina de Borbón. La Ley de Partidas establecía como heredera a la hija mayor del rey, pero la Ley Sálica de 1713 excluía a las mujeres del trono. En 1789, las Cortes aprobaron una Pragmática Sanción que abolía esta ley, pero nunca fue publicada. Las Partidas fueron restablecidas con la Constitución de 1812, pero el rey la invalidó en 1814.

El rey publicó la Pragmática de 1830, la anuló en 1832 y finalmente la impuso definitivamente.

Los Bandos Enfrentados: Carlismo y Liberalismo

La guerra civil fue un enfrentamiento entre absolutismo y liberalismo.

Bando Carlista

Los carlistas se agruparon principalmente en el País Vasco, Navarra, Cataluña y Aragón. Eran principalmente campesinos, partidarios del absolutismo que luchaban contra el centralismo liberal.

Bando Liberal

Los liberales eran principalmente la burguesía y los campesinos sin tierra, que buscaban reformas.

La I Guerra Carlista (1833-1840)

Primera fase (1833-1835):

Con el Manifiesto de Abrantes se inicia la Primera Guerra Carlista (mensaje de Carlos para ocupar el trono). Se inició en el País Vasco y Navarra y los carlistas controlaron el ámbito rural.

Era guerra de guerrillas.

Don Carlos se puso al frente del ejército carlista, pero la muerte del general Zumalacárregui en el sitio de Bilbao supuso un revés para las tropas carlistas.

Don Carlos recibió apoyo de Prusia, Rusia y Austria, mientras que María Cristina lo hizo de Inglaterra, Francia y Portugal.

Segunda fase (1835-1837):

En 1836, el general Espartero obtiene la victoria de Luchana y pone fin al sitio de Bilbao. En 1837, don Carlos hizo la “expedición real” sobre Madrid, pero fue un fracaso.

-Tercera fase (1837-1840):

La crisis interna de ambos bandos desembocó en la firma del Convenio de Vergara, que ponía fin a la guerra. Los generales Espartero y Maroto fueron sus interlocutores.

Consecuencias:

  • 200.000 muertos
  • Impedimento del desarrollo de la revolución industrial
  • Ampliación de la Deuda y desamortización de los bienes eclesiásticos
  • Desorden en las áreas rurales
  • El ejército se convirtió en el protagonista de la vida política

La Regencia de María Cristina (1833-1840)

La consolidación liberal fue difícil debido a una débil burguesía y a una importante masa campesina.

El movimiento constitucionalista se concretó en el Estatuto de 1834 y la Constitución de 1837.

En 1833 estalló la I Guerra Carlista.

La monarquía evolucionaba desde el absolutismo al liberalismo progresista. Sin embargo, mantiene a Cea Bermúdez (absolutista moderado) para intentar conciliar a ambos bandos, sin éxito. Los liberales presionaron a la regente para destituir a Cea Bermúdez, que fue sustituido por Martínez de la Rosa (liberal moderado), que creó el Estatuto Real, que plasmó el programa del partido moderado. Quedaba un régimen basado en la soberanía del Rey y de las Cortes (divididas en la Cámara de Próceres y la Cámara de los Procuradores, elegida por sufragio). El Rey podía paralizar a las Cortes, lo que acrecentó la desconfianza progresista hacia la monarquía. El Estatuto carecía de soberanía nacional y el reconocimiento de los derechos fundamentales del individuo.

El Estatuto Real aumentó la división de los liberales, que quedaron configurados en el partido moderado y el progresista.

A Martínez de la Rosa le sustituye el Conde de Toreno. En este tiempo se formaron las Juntas locales y provinciales revolucionarias, que obligaron a la regente a dar más poder a los progresistas.

La reina nombró a Mendizábal como jefe de gobierno, que, para evitar la quiebra de la Hacienda, emprendió la desamortización de los bienes eclesiásticos.

Fue destituido para nombrar a Istúriz. La disolución de la Milicia Nacional dio lugar a El motín de La Granja, una sublevación en la que un grupo de sargentos del palacio de La Granja de San Ildefonso obligaron a María Cristina a que volviera a poner en vigor la Constitución de 1812 y a que nombrara un gobierno liberal progresista presidido por José María Calatrava con Juan Álvarez Mendizábal de nuevo en la cartera de Hacienda.

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