La Primera República Española (1873-1874)
Proclamación y Contexto
En febrero de 1873, el Congreso de los Diputados y del Senado, reunidos en la Asamblea Nacional, proclamaron la Primera República Española. El primer gobierno, una coalición radical-republicana, fue presidido por Estanislao Figueras. Contrario a lo que se podría pensar, no fueron los republicanos federales, quienes se encontraban en minoría, los que impulsaron la República, sino los monárquicos radicales, tras la abdicación de Amadeo I, cansado de los problemas políticos.
Tensiones Sociales y Económicas
La proclamación de la República aceleró las tensiones sociales existentes. El nuevo régimen nació en un contexto hostil: un país pobre y atrasado, con una industria escasa, una agricultura de bajos rendimientos, una hacienda pública casi en bancarrota y dos guerras activas: en Cuba y en el País Vasco-Navarra. Las masas populares veían en la República la solución a sus problemas y esperaban reformas radicales inmediatas, que eran prácticamente imposibles de implementar dadas las circunstancias. Este descontento, sumado a la inclinación del ejército hacia la monarquía, amenazaba la estabilidad del nuevo régimen.
Ruptura del Pacto Radical-Republicano
Otro factor clave en la caída de la República fue la ruptura del pacto entre radicales y republicanos. Los radicales buscaban una república de orden, unitaria y con reformas sociales limitadas, mientras que los republicanos defendían un sistema federal y reformas más profundas. Esta discrepancia llevó a un intento de golpe de Estado por parte de los radicales, que fue abortado por los republicanos. A partir de entonces, los republicanos gobernaron en solitario y convocaron nuevas elecciones.
El Gobierno de Pi y Margall y el Cantonalismo
Tras la dimisión de Figueras en junio de 1873, le sucedió Pi y Margall, con el objetivo de establecer una república federal y mantener el orden. Sin embargo, la situación se agravó con la sublevación cantonal. Los federales extremistas, creyendo que el Estado debía construirse desde abajo hacia arriba, proclamaron cantones independientes en diversas ciudades, principalmente en el arco mediterráneo. Pi y Margall, reacio a usar la fuerza, fue acusado de provocar la sublevación y dimitió.
Salmerón, Castelar y el Fin de la República
Nicolás Salmerón, el siguiente presidente, dimitió al poco tiempo por negarse a firmar sentencias de muerte. Le sucedió Emilio Castelar, quien, decidido a restablecer el orden, suspendió las garantías constitucionales y dio amplios poderes al ejército para sofocar el cantonalismo. Estas medidas, aunque efectivas, generaron malestar en el parlamento, lo que llevó a la disolución de las Cortes por parte del capitán general de Madrid.
El gobierno provisional de Serrano dio un giro conservador a la República, suprimiendo el movimiento obrero, persiguiendo a los republicanos federales y restableciendo impuestos. Finalmente, la falta de apoyo y la inestabilidad política facilitaron la Restauración Borbónica con Alfonso XII, tras el pronunciamiento de Martínez Campos en Sagunto.
Consecuencias Económicas
La Primera República tuvo consecuencias económicas negativas, reduciendo la producción industrial y aumentando la deuda externa. A pesar de ello, durante el Sexenio Democrático (1868-1874) se promulgaron dos leyes importantes: la Ley de Minas, que permitió la inversión extranjera en este sector, y el Arancel Figuerola, que impulsó la diversificación agrícola y la mejora del tejido industrial. Ambas medidas favorecieron la inversión extranjera, el empleo y la modernización del país, aunque sus efectos positivos se vieron truncados por la inestabilidad política.