La Primera República Española (1873-1874)
Proclamación y Entusiasmo Popular
La proclamación de la Primera República Española, el 11 de febrero de 1873, fue aprobada por las Cortes con una amplia mayoría (258 votos a favor y 32 en contra). Sin embargo, este resultado no reflejaba un apoyo genuino a la república, sino una estrategia para ganar tiempo y organizar el retorno de los Borbones. A pesar de esto, las clases populares recibieron la república con entusiasmo, esperando cambios sociales.
El 7 de junio, las Cortes proclamaron la República Democrática Federal, con Estanislao Figueras como presidente. Figueras suprimió los impuestos de consumos y las quintas, pero la falta de recursos y la desorganización del ejército provocaron su dimisión. Francisco Pi y Margall asumió el cargo, con la tarea de elaborar una Constitución federal.
El Intento Federalista
El proyecto de Constitución seguía la línea de la de 1869 en cuanto a la democracia y los derechos y libertades. La novedad residía en la estructura del Estado: una nación compuesta por diecisiete estados (incluyendo Cuba), con el poder emanando de municipios, estados regionales y el estado federal. Los estados regionales tendrían autonomía económica, administrativa y política, «compatible con la existencia de la Nación», y elaborarían sus propias constituciones, también compatibles con la federal. Este proyecto planteaba, por primera vez en el liberalismo español, un Estado no centralista.
Conflictos y Revolución Cantonal
Problemas de la República
- Insurrección carlista: Con un ejército organizado, los carlistas controlaban territorios en Cataluña, Teruel, Cuenca, provincias vascas y el Maestrazgo.
- Guerra en Cuba: Las autoridades españolas en Cuba, mayoritariamente partidarias de la restauración borbónica, actuaron al margen del poder republicano.
- Obstruccionismo político: Los partidos monárquicos y las divisiones entre los republicanos dificultaron la acción de gobierno.
La Revolución Cantonal
El cantonalismo, una mezcla de republicanismo intransigente y aspiraciones de revolución social, provocó alzamientos en zonas con fuerte implantación republicana. En julio de 1873, se proclamaron cantones independientes en diversas ciudades, incluyendo Cartagena, Sevilla, Cádiz, Granada, Málaga, Valencia y otras. Los protagonistas eran artesanos, pequeños comerciantes y asalariados.
Pi y Margall se opuso a la represión armada y dimitió, siendo sustituido por Nicolás Salmerón, quien inició una acción militar contra el cantonalismo. La insurrección fue sofocada rápidamente (excepto en Cartagena), pero el ejército ganó un inmenso poder, presentándose como garante del orden. Salmerón dimitió al negarse a firmar penas de muerte contra cantonalistas.
Emilio Castelar, más conservador, asumió la presidencia e intentó controlar la situación con autoridad y fuerza.
El Fin de la República
Castelar carecía de mayoría en las Cortes, y un sector de diputados (Figueras, Pi y Salmerón) planteó una moción de censura. Ante la inminente derrota, el capitán general Manuel Pavía invadió el hemiciclo con la Guardia Civil. La escasa resistencia política y popular evidenció la debilidad de la República.
El poder pasó a una coalición de unionistas y progresistas liderada por el general Serrano, que intentó un régimen republicano conservador. Sin embargo, la base social prefería la restauración borbónica. Alfonso XII fue proclamado rey el 29 de diciembre de 1874 por el general Martínez Campos.