La Restauración Borbónica (1874-1931): Características y Consecuencias

El Desastre del 98 y sus Consecuencias

A finales del siglo XIX, España vivió una profunda crisis producida por las guerras de independencia de Cuba (1895-1898) y Filipinas (1896-1898), a lo que se sumó la pérdida de Puerto Rico y Guam tras el Tratado de París (1898). Este período, conocido como el “Desastre del 98”, marcó el inicio de una decadencia nacional y coincidió con el auge del imperialismo internacional.

Este contexto tuvo consecuencias en diversos ámbitos:

  • Económicas: La pérdida de los mercados coloniales impactó negativamente, aunque también se produjo una redistribución de capitales, un desarrollo industrial y un saneamiento de la hacienda.
  • Políticas: Se produjo un desprestigio de los partidos dinásticos, la supervivencia del proyecto de la Restauración, la adaptación de los gobiernos a la “Regeneración” y el desgaste del sistema político durante el reinado de Alfonso XIII.
  • Sociales: Surgió una desafección entre militares y políticos, aumentó el antimilitarismo y las burguesías periféricas cuestionaron la capacidad del gobierno.

En definitiva, se vivió una crisis moral e ideológica que llevó a una purga de conciencia nacional. La pérdida de las colonias marcó un punto crítico que inició el resquebrajamiento de la Restauración.

Transformación Económica: Del Modelo Agrícola a la Industrialización

A pesar de la predominancia de la estructura agrícola en España, se dieron intentos de transición hacia un modelo industrial y capitalista.

  • Industria Textil Catalana: Iniciada en el siglo XVIII, enfrentó obstáculos durante la Guerra de la Independencia y la emancipación de las colonias. Sin embargo, la introducción de la máquina de vapor impulsó su avance, experimentando un crecimiento vertiginoso entre 1830 y 1860. La escasez de materias primas supuso un obstáculo temporal.
  • Siderurgia: Con un desarrollo paralelo a la industria textil, la siderurgia tuvo limitaciones por la falta de carbón de calidad. Vivió un apogeo durante las guerras carlistas y se estableció en Vizcaya a partir de la década de 1880.
  • Minería: España, rica en minerales como hierro, plomo y cobre, promulgó la Ley de Minas en 1868, lo que impulsó su exploración en el último cuarto del siglo XIX.
  • Ferrocarriles: La Ley General de Ferrocarriles (1855) impulsó el transporte interno, beneficiando la industrialización.

La diversificación empresarial permitió el desarrollo de industrias como la química y la metalurgia. Sin embargo, el ritmo de desarrollo español era lento en comparación con las potencias industriales europeas.

La Restauración Borbónica (1874-1931)

El pronunciamiento de Martínez Campos puso fin al Sexenio Democrático (1868-1874) y dio paso a la Restauración Borbónica (1874-1931), con el regreso de los Borbones al trono español tras el derrocamiento de Isabel II en 1868.

El Sistema Canovista

El “sistema canovista”, ideado por Antonio Cánovas del Castillo, buscaba la estabilidad del Estado liberal tomando como modelo el parlamentarismo británico. Implementando con éxito durante el reinado de Alfonso XII (1875-1885) y la Regencia de María Cristina de Habsburgo (1885-1902), el sistema entró en crisis con Alfonso XIII (1902-1931).

Los objetivos de Cánovas eran:

  • Lograr la convivencia pacífica entre las corrientes liberales.
  • Acabar con el intervencionismo militar en la política.
  • Alcanzar la pacificación del país poniendo fin a la Guerra de Cuba y a la carlista.

Elementos Fundamentales del Sistema

fueron:

– La Constitución de 1876. Su articulado consagra la existencia de dos instituciones históricas, la Monarquía y las Cortes, apostando por una soberanía compartida entre ambas y abandonando el principio de soberanía nacional. La Corona se erige como un organismo superior, permanente y al margen de cualquier decisión política, ejerciendo como árbitro en la vida política y gozando de amplias prerrogativas (derecho de veto, nombramiento de ministros…), quedando el poder legislativo en unas Cortes bicamerales (Congreso y Senado).

Asimismo, la carta magna se caracteriza por su carácter moderado e integrador y su elasticidad, pues el articulado poco preciso permitía a los partidos adaptarla a su programa político.

– Creación de un sistema bipartidista. El Partido Conservador, dirigido por Cánovas, y el Liberal, encabezado por Sagasta, debían turnarse pacíficamente en el gobierno disfrutando así en exclusiva del poder. Además, sendos partidos, tras la firma del > (1895), adquirieron el compromiso de mantener el sistema político, lo que provoca que republicanos, carlistas, socialistas y nacionalistas queden, por tanto, excluidos del sistema y del poder.

– El >. Los dos partidos dinásticos se turnarían de forma pacífica, actuando alternativamente y de manera pactada como gobierno y oposición. En este sentido los votantes no eran quienes decidían la composición de las Cortes, sino era el rey quien encargaba al partido de la oposición la formación de gobierno y después se celebraban las elecciones, en las que obtenía una amplia mayoría de manera fraudulenta el partido llamado a gobernar. Por tanto, el > se lograba mediante un sistema electoral basado en el > y la abstención generalizada, no dudando en recurrir a la manipulación de la voluntad de los electores, la falsificación del censo, ejerciendo la violencia, la compra de votos…

El sistema político de la Restauración era una democracia formal controlada por alcaldes, jueces y caciques que manipulaban el proceso electoral en beneficio de la oligarquía de Madrid. Este régimen fue oligárquico, caciquil, corrupto y antidemocrático, pero proporcionó estabilidad política y social durante el convulso siglo XIX en España.

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