La Restauración borbónica, producida tras la experiencia del sexenio revolucionario, no fue un retorno a la situación anterior a 1868. Paradójicamente, se puede considerar más como una continuación conservadora de la revolución de aquel año que una ruptura con ella.
La Restauración fue, sobretodo, obra de Cánovas del Castillo, un político liberal-conservador con gran preparación y latente influencia en España.
Él quería crear un régimen de libertad y concordia, una España tranquila (el respeto a todos). Para ello, tenía que haber un sistema, ese sistema estaba basado en un poder civil prestigioso, apoyado en dos partidos políticos sólidos y fuertes capaces de alterarse armónicamente en el gobierno. También se necesitaba una constitución abierta, un estado centralizado y la soberanía estaría dividida entre las cortes y la corona.
La Restauración fue capaz de resolver el problema de gobierno que el país arrastraba a lo largo del siglo XIX.
Cánovas, para llevar a cabo su proyecto, consideró que tendría que ser el hijo de Isabel II, Alfonso (XII) el que encarnase el espíritu de su obra. Por ello consiguió que la reina renunciara a sus derechos al trono en 1870.
Retorno de la Monarquía
La preparación de la restauración monárquica del príncipe Alfonso de Borbón, se aceleró a finales de 1874. Las élites económicas apoyaron desde el principio (latifundistas, industriales) así como buena parte de los generales (Matínez Campos, Jovellar, Primo de Rivera).
Cánovas intentó conseguir el apoyo del pueblo mediante un libro que publicó Manifiesto de Sandhurst, en él, explica que el rey tiene mucha ganas de poder ayudar a España, etc.
Consiguió llevar a cabo todo esto mediante un pronunciamiento militar dirigido por Martínez Campos en Segunto.
Constitución de 1874
El mecanismo político-institucional tuvo su formulación legal en una nueva Constitución, aprobada el 30 de junio de 1876. Estas, tenían ideas de Cánovas además que reproducía con pocas modificaciones el texto de 1845. Sin embargo, era lo suficientemente flexible para incorporar algunos de los principios que había en el 68.
Características de la Constitución
- Soberanía compartida entre las cortes y la corona.
- Cortes bicamerales compuestas por el Congreso de los Diputados y el Senado. El Congreso de Diputados está formado por elegidos en el sufragio censatarios. El Senado estaba elegido por derecho propio, nombrado por el rey (vitalicios), y elegidos por las corporaciones y los mayores distribuidores. El Senado estaba bajo el control de los grupos sociales y económicos minoritarios.
- Ampliaciones de las atribuciones de la corona.
- Reconocimiento de derechos y libertades individuales fundamentales con algunas excepciones (ley de imprenta, de reunión y asociación).
- La Religión Católica era la oficial en España, aunque se podían tener otras religiones.
- Desaparición del sufragio universal masculino.
La vida política de la Restauración
El turnismo de partidos
Fue un rasgo esencial del régimen de la Restauración. Cánovas logró crear un sistema en el que dos partidos políticos se turnaban el poder (los liberales y los conservadores).
Tenía varios objetivos: evitar el monopolio de poder, evitar pronunciamientos, asegurar estabilidad en el sistema político evitando que otros participantes más extremos accedieran al poder, mantener el orden económico y político en manos de las clases dominantes.
Quienes dirigían estos partidos eran Cánovas en el conservador y Sagasta en el liberal, además de que poseían una mínima estructura organizativa (partidos de notables).
Los partidos políticos que no estaban en el poder, sino en la oposición, no fueron mucho problema.
Los republicanos tras el desastre de la república no fueron capaces de recuperarse. Los caciquistas tampoco se recuperaron de una derrota militar en el 76 y además se le suma que la Iglesia dejó de apoyarlos (ahora apoyaban la Restauración). Los socialistas tenían un lento desarrollo.
Caciquismo y fraude electoral
El supuesto Pacto del Pardo, que institucionalizó el sistema de rotación en el poder, siguió los siguientes pasos. Cuando el partido en el poder se veía sometido a problemas, el rey llamaba a gobernar al otro partido, al mismo tiempo que otorgaba al presidente del nuevo Consejo de Ministros (jefe del gobierno) el decreto de disolución de las Cortes. Se preparaban nuevas elecciones que, manipuladas convenientemente, eran ganadas por el gobierno con una representación suficiente del partido de la oposición (encasillado y pucherazo).
La manipulación política era posible por la existencia del caciquismo.
Así pues, se trataba de un sistema no democrático, aunque fuera de carácter representativo ya que se elegía a un Parlamento, aunque mediante el concurso de los caciques.