La Restauración Borbónica en España: Auge, Consolidación y Crisis (1874-1931)

La Restauración Borbónica en España (1874-1931): Auge y Declive del Sistema Canovista

Introducción

Se entiende como Restauración la vuelta al trono de España de la dinastía borbónica, tras el paréntesis del Sexenio Democrático (1868-1874). Antonio Cánovas del Castillo, figura clave de este periodo, fundó el partido alfonsino, de talante conservador, preparando el regreso de los Borbones en la figura del hijo de Isabel II, el príncipe Alfonso. Tras el golpe del general Pavía y la disolución de las Cortes en enero de 1874, se instauró la dictadura del general Serrano. En diciembre de 1874, Alfonso, a través del Manifiesto de Sandhurst, expresó su voluntad de aceptar una monarquía constitucional. El general Martínez Campos, con su pronunciamiento en Sagunto el 29 de diciembre, precipitó el ascenso de Alfonso XII al trono, a pesar de que Cánovas había planeado una transición pacífica.

Desarrollo: El Reinado de Alfonso XII y el Sistema Canovista

Alfonso XII, conocido como el Pacificador, puso fin a la Tercera Guerra Carlista y a la primera guerra en Cuba. Su reinado se basó en las ideas políticas de Cánovas del Castillo, quien buscó un consenso entre las fuerzas liberales para consolidar el régimen. Cánovas, partidario de la monarquía y del sufragio censitario, defendía la soberanía compartida entre Rey y Cortes, pero era consciente de la necesidad de renovar el programa de los moderados:

  • Convenció a la reina Isabel II para que abdicara en favor de su hijo Alfonso.
  • Buscó terminar con el intervencionismo militar, fuente de inestabilidad política.
  • Creó un sistema bipartidista basado en el Partido Conservador (liderado por él mismo) y el Partido Liberal (encabezado por Sagasta), que se turnarían pacíficamente en el poder.

Para Cánovas, la monarquía era consustancial a la Historia de España y debía jugar un papel fundamental.

La Restauración fue apoyada por las clases conservadoras (burguesía y nobleza terratenientes, hombres de negocios, sectores industriales, abogados, etc.), la Iglesia (que buscaba recuperar su poder a través del control de la educación) y el Ejército (que garantizaba el turno pacífico).

Programas Políticos de los Partidos Dinásticos

  • Partido Conservador: Sufragio censitario muy reducido, confesionalidad católica del Estado, limitaciones a la libertad de prensa y cátedra, y proteccionismo económico.
  • Partido Liberal: Sufragio universal masculino (o al menos ampliado), libertad de cultos, libertad de prensa y cátedra, y librecambismo económico.

La Constitución de 1876

Las Cortes Constituyentes, de mayoría canovista, elaboraron una Constitución, heredera de la de 1845, que recogía las ideas de Cánovas. Sus principales rasgos eran:

  • Soberanía compartida de las Cortes con el Rey (negación de la Soberanía Nacional).
  • Cortes bicamerales: Congreso (elegido) y Senado (representación de clases poderosas y la Corona).
  • Fortalecimiento del poder real: control del ejecutivo (designación de ministros) y mando de las Fuerzas Armadas; compartía el legislativo con las Cortes, con derecho de veto y capacidad de disolverlas.
  • Reconocimiento teórico de derechos y libertades, a menudo vulnerado por los gobiernos conservadores.
  • Tipo de sufragio no especificado, variando según el gobierno hasta el sufragio universal masculino en 1890.
  • Recorte de la libertad religiosa, con el catolicismo como religión oficial.

El Sistema de Turnos y el Caciquismo

El sistema de turnos se basaba en la adulteración sistemática de las elecciones. Los resultados eran «planificados» por las cúpulas de los dos grandes partidos a través del «encasillado«. El ministro de Gobernación (destacando Romero Robledo como «gran elector») designaba a los gobernadores provinciales, quienes informaban a los «caciques«. Estos, personajes influyentes en la España rural, dirigían el voto mediante amenazas o favores. Si esto fallaba, se recurría al «pucherazo» (manipulación de votos, incluyendo votos de fallecidos).

Tras la muerte de Alfonso XII en 1885, Cánovas y Sagasta firmaron el Pacto del Pardo, cediendo el poder a los liberales en el «gobierno largo» (1885-1890). Se aprobaron reformas: libertades de cátedra, asociación y prensa, sufragio universal masculino, servicio militar obligatorio y Ley de Jurados. Sin embargo, el fraude electoral continuó, aumentando la oposición al sistema (republicanos, obreros, regionalistas y nacionalistas). Los republicanos lograron representación en ciudades donde el caciquismo era menor.

Conclusión: Crisis y Declive del Sistema de la Restauración

La Restauración, con la vuelta de la monarquía en la figura de Alfonso XII, supuso una etapa de estabilidad hasta finales del siglo XIX, gracias a la Constitución de 1876, el bipartidismo y cierta prosperidad económica.

Sin embargo, el sistema presentaba graves defectos: el fraude electoral y el caciquismo excluían a las masas y marginaban a los partidos minoritarios. Afloraron brotes regionalistas y nacionalistas en las regiones periféricas, que buscaban autonomía en un Estado centralizado.

La crisis de 1898, con la pérdida de Cuba, Filipinas y Puerto Rico, fue un duro golpe. España se replanteó su identidad y las medidas para su modernización (corriente regeneracionista). El sistema de la Restauración quedó obsoleto en el primer tercio del siglo XX, culminando con la caída de Alfonso XIII y la proclamación de la II República.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *