La Restauración Borbónica en España
El Reinado de Alfonso XII (1875-1885)
El Sistema Canovista
Tras el convulso Sexenio Democrático (1868-74), la política española entró en un periodo conservador, marcado por la estabilidad institucional, conocido como la Restauración. El fracaso de la Primera República española provocó que los partidarios de la restauración borbónica comenzaran a buscar apoyos tanto dentro como fuera del país. El principal defensor del príncipe Alfonso, hijo de Isabel II, fue Cánovas del Castillo, que le hizo firmar el Manifiesto de Sandhurst en el que se presentaba ante el pueblo español como un monarca conciliador, fiel a la tradición española y al moderantismo. El 29 de diciembre de 1874, un pronunciamiento en Sagunto, liderado por el general Martínez Campos, proclamaba rey a Alfonso XII. El triunfo del levantamiento supuso el restablecimiento de la casa Borbón. La Restauración daría paso a un régimen longevo, de más de cincuenta años de duración.
Alfonso XII desembarcó en Barcelona en enero de 1875; inmediatamente firmó un decreto por el que ratificaba a Cánovas del Castillo como presidente del Consejo de Ministros. El nuevo régimen político es conocido como “sistema canovista” ya que fue Cánovas del Castillo quien lo diseñó tomando como modelo el parlamentarismo británico: consistía en una monarquía parlamentaria en la que dos partidos se turnarían pacíficamente en el poder.
Cánovas trató de articular su sistema por medio de unos partidos que coincidieran ideológicamente en lo esencial: defensa de la monarquía, respeto hacia las libertades políticas básicas, mantenimiento del orden social, estado centralista y uniforme, etc.; asegurar con ello la gobernabilidad y evitar la constante injerencia del ejército era su objetivo fundamental; este último quedó subordinado al poder civil. Los dos partidos del sistema fueron el Partido Liberal Conservador y el Partido Liberal Fusionista.
El Partido Conservador
El Partido Conservador fue creado por Cánovas. Integraba a los miembros del antiguo Partido Moderado y la Unión Liberal, y contaban con el apoyo de la Iglesia y de las oligarquías financieras. Eran partidarios de:
- Una monarquía parlamentaria con amplias prerrogativas ejecutivas para el rey.
- Unas libertades restringidas (se limitó la libertad de expresión y se anularon los matrimonios civiles y los jurados populares).
- Sufragio censitario por miedo a la democracia.
- Abogaban por la confesionalidad (se restauró el Concordato de 1851).
- Se apostaba por la modernización y el proteccionismo económico (aunque sin llevar a cabo grandes reformas estructurales del país).
El Partido Liberal
El Partido Liberal aglutinó a los antiguos progresistas y constitucionalistas, incluso a sectores del Partido Radical. Lo lideraba Sagasta y, en la práctica, difería muy poco del Partido Conservador, aunque laicista, y propugnaba el reformismo. Representaba también los intereses de la burguesía, pero defendía un sufragio universal y un conjunto de libertades más amplios entre los que destacaba la libertad de culto y el librecambismo.
Un Falso Régimen Parlamentario
Se trataba, por tanto, de un falso régimen parlamentario ya que los dos partidos, conservadores y liberales, solo representaban los intereses de la burguesía y las élites sociales, y porque el turno pacífico respondía a acuerdos previos y a un pactado fraude electoral. Los dos partidos se turnaban atendiendo al criterio del monarca, que era el encargado de apreciar si la situación política exigía el cambio de partido en el gobierno; decidido esto, inmediatamente, convocaba nuevas elecciones para que el gobierno pudiera contar con la mayoría parlamentaria suficiente. Casi todo quedaba a merced del criterio discrecional del monarca.
Convocadas las elecciones, comenzaba el fraude electoral. Desde Madrid se transmitían instrucciones a los gobernadores civiles de cada provincia, estos elaboraban la lista de los candidatos que debían salir elegidos en cada localidad (“los encasillados”) y se lo comunicaban a los caciques (poderes) locales que se encargaban de la manipulación de los resultados electorales mediante diversos procedimientos que iban desde las amenazas, a la falsificación del censo o el “pucherazo”.
El Reinado de Alfonso XII (1874-1885)
El reinado de Alfonso XII abarcó desde 1874 y 1885. En este periodo, el gobierno lo ejerció habitualmente el Partido Conservador, salvo de 1881 a 1884 en que, con el primer gobierno del Partido Liberal, se inició la práctica del turno pacífico.
Con Cánovas en el poder, los éxitos principales tuvieron que ver con la pacificación bélica. En 1876, se consiguió el fin de la guerra carlista (manifiesto de Somorrostro), poniéndose fin al régimen foral aunque aprobándose el sistema de conciertos económicos. Y, en 1878, se sofocó, temporalmente, la insurrección cubana (Paz de Zanjón), aunque volvería a estallar en 1885, debido al incumplimiento de los compromisos adquiridos.
Con Sagasta se acometieron algunas medidas liberalizadoras: Se autorizó la propaganda republicana, se levantaron las suspensiones de algunos periódicos, los profesores que habían sido apartados de sus cátedras las recuperaron, etc.