La Restauración Borbónica
La llegada al trono de Alfonso XII se fue ideando a lo largo de 1874. El proceso arranca con el golpe de Estado del general Pavía, quien disolvió las Cortes de la I República. Se formó un gobierno provisional presidido por Serrano, quien se enfrentó a los carlistas, cantonalistas de Cartagena y a los independentistas cubanos. Mientras, Cánovas del Castillo negociaba la restauración de los Borbones. Convenció a Alfonso para que dirigiera el Manifiesto de Sandhurst, que él mismo redactó. En diciembre, Martínez Campos acabó con el régimen republicano y proclamó rey a Alfonso XII. Se inicia así el régimen de la Restauración.
El Diseño del Nuevo Régimen
El gran artífice de la Restauración fue Cánovas del Castillo, quien fundó el Partido Conservador. Admiraba la estabilidad política de Inglaterra y, por tanto, su sistema bipartidista. Pensaba que la monarquía y las Cortes debían ser los pilares de la Restauración. No era un demócrata, ya que defendía el sufragio censitario. Tuvo el apoyo de la burguesía, el clero y la nobleza, que controlaron el sistema para perpetuar su posición en la vida política, económica y social.
Primeras Medidas del Reinado de Alfonso XII
A su llegada, Alfonso XII se presentó conciliador. Sus primeras medidas se basaron en: un acercamiento a la Iglesia, la prohibición de algunos periódicos, la renovación del ejército y de los cargos de ayuntamientos y diputaciones. Para evitar más pronunciamientos militares, se convirtió en jefe supremo del ejército con mando efectivo, para acabar con el protagonismo político de los militares. Venció a los carlistas en 1876, y en Cuba el general Martínez Campos derrotó a los independentistas e impuso la Paz de Zanjón (1878).
La Constitución de 1876
En política interior, tras las elecciones a Cortes Constituyentes que dieron mayoría al Partido Conservador, se elaboró la Constitución de 1876, que permitió la alternancia en el gobierno de los conservadores y liberales que aceptaban el sistema restauracionista. No hubo acuerdo en la cuestión religiosa y en la composición del Senado. Esto facilitó que estuviese vigente hasta 1923, año en que Primo de Rivera la suspende. Sus puntos principales son:
- Establecimiento de amplios derechos, pero regulados mediante leyes orgánicas.
- Concesión de amplios poderes al Rey, quien nombra y cesa libremente a los miembros del Gobierno, tiene la iniciativa legislativa y puede disolver las Cortes.
- Confesionalidad católica del Estado, que se compromete al mantenimiento del culto y del clero. Se tolera el ejercicio de otro culto en privado (art. 11).
- La soberanía reside en «las Cortes con el Rey».
- Cortes bicamerales. La mitad de los senadores son designados por el Rey y la otra mitad es electiva.
Centralismo y Autoritarismo
En cuanto al sistema político, destaca el centralismo y el autoritarismo. El centralismo se pone de manifiesto en la abolición de los Fueros de las provincias vascas y en la reorganización de los ayuntamientos y diputaciones provinciales. El autoritarismo queda de manifiesto al intentar imponer el orden a toda costa, controlando la prensa y a la oposición.
Destaca la censura previa para las publicaciones de menos de 200 páginas, la concesión de privilegios a la Iglesia y la prohibición de las asociaciones políticas que no aceptasen la Constitución. El sistema de la Restauración fue evolucionando hacia posiciones menos autoritarias. Así, durante una de las presidencias de Sagasta, se reimplantó el sufragio universal masculino y la libertad de imprenta y asociación, pero fue un sistema viciado por la práctica del caciquismo. Consistía en la manipulación sistemática de las elecciones, cuyos resultados controlaban los caciques. La manipulación la hacían comprando los votos de los campesinos ignorantes o mediante la falsificación del voto (pucherazo).
La Oposición al Régimen y el Pacto del Pardo
Esto fue denunciado por los intelectuales regeneracionistas (Joaquín Costa, Ortega y Gasset, Machado, Unamuno…) sin éxito. En 1885 murió el rey, estando María Cristina de Habsburgo embarazada. Esta ejerció de regente hasta la proclamación de la mayoría de edad de Alfonso XIII en 1902. Con el fin de continuar la estabilidad del régimen, Cánovas y Sagasta acordaron el «Pacto del Pardo«, institucionalizando el turno pacífico en el poder de los dos partidos. No obstante, los cambios sociales y económicos provocaron la aparición de una oposición al régimen que fue creciendo.
Conclusión: Balance y Crisis del Sistema
En definitiva, el régimen político de la Restauración no es un régimen liberal democrático; se basa en el liberalismo doctrinario y, por tanto, es un régimen conservador y autoritario, aunque adoptó una apariencia liberal. Ejercía un control férreo sobre la oposición y la posibilidad de cambios era prácticamente imposible. Además, tras el desastre del 98, quedó clara la decadencia del mismo y la imposibilidad de regenerar España desde los partidos del régimen.