La Restauración Borbónica (1874-1902)
1. Implantación del sistema político
En 1874, Antonio Cánovas del Castillo diseñó un nuevo sistema bipartidista que consolidó con la Constitución de 1876 y el regreso de la monarquía con Alfonso XII. La Restauración puso fin a la Primera República y a los conflictos bélicos como la Guerra de Cuba y la Tercera Guerra Carlista. El Manifiesto de Sandhurst, firmado por Alfonso, justificó su vuelta al trono, que se aceleró con el pronunciamiento de Martínez Campos el 29 de diciembre de 1874, el cual puso fin a la Primera República y restableció la monarquía borbónica de Alfonso, hijo de Isabel II, que pasará a llamarse Alfonso XII. Antonio Cánovas del Castillo no quería reimplantar el mismo modelo político que el del reinado de Isabel II, lo cual llevaría a una revolución social y democrática del régimen republicano, por lo que el reinado de Alfonso XII se veía como una solución.
2. Claves del nuevo sistema: El «Turnismo»
Cánovas diseñó un sistema conocido como el “Turnismo”, con tres objetivos: incluir a más partidos, superando el dominio de los moderados durante el reinado de Isabel II, evitar la intervención de los militares en política y lograr estabilidad social y frenar enfrentamientos civiles.
Este sistema se basó en:
- La Constitución de 1876, que estableció una monarquía parlamentaria con gran poder del rey (nombraba ministros, elegía gobiernos, compartía el poder legislativo con las Cortes y podía disolverlas). La soberanía de esta Constitución era compartida entre rey y cortes, con un modelo de Estado centralista y un poder legislativo bicameral entre Congreso y Senado, controlado por el rey.
- Además, imponía el catolicismo como religión oficial de España, convirtiéndolo en estado confesional aunque con libertad de culto, financiando a la Iglesia por el Estado.
- Fue promulgada por las Cortes Constituyentes, las cuáles fueron escogidas mediante sufragio universal por la Constitución de 1869, siendo esta una de las primeras medidas de gobierno de Cánovas del Castillo.
3. Bipartidismo y el turno pacífico (1876-1902)
El sistema de Cánovas se basaba en un régimen de dos partidos: el Partido Liberal-Conservador, liderado por Cánovas, representaba a la aristocracia, la alta burguesía y la Iglesia, mientras que el Partido Liberal-Fusionista, liderado por Sagasta, tenía apoyo de la mediana burguesía y las clases medias. Este sistema se hizo para que los bandos renunciasen a la tentación militar para acceder al poder y el ejército quedaba subordinado al poder civil. Se alternaban el poder de manera pacífica y acordada mediante elecciones fraudulentas.
A la par de la consolidación del sistema bipartidista y gracias a la estabilidad interior, el Gobierno acaba con conflictos carlistas y las revueltas cubanas. Martínez Campos en 1876 lideró el ejército terminando con los carlistas. Se recupera el control de Navarra, provincias vascas y zona catalana que estaban bajo el control carlista, se abolen los fueros y estos deben contribuir a las finanzas estatales y prestar el servicio militar obligatorio, aunque luego se les concedió cierta autonomía fiscal. Y en 1878 se acabó la guerra de los diez años en Cuba, el cual fue el primer intento independentista, también gracias a Martínez Campos que combinó la negociación con la intervención militar. Se firmó la Paz de Zanjón que prometía abolir la esclavitud, amnistía y presencia de representantes cubanos en las Cortes españolas, pero al incumplirse esto surgió la Guerra Chiquita (1879).
Desde 1876 hasta finales del siglo XIX se cumplió el sistema turnista entre el partido conservador y el partido Liberal, siendo Alfonso XII el árbitro. Cuando un partido en el poder se encontraba en crisis, el rey nombraba presidente del Gobierno al líder del otro partido, convocando nuevas elecciones que daban resultado favorable al partido nombrado por el rey.
3.1. Partidos del turnismo: Partido Conservador y Partido Liberal-Fusionista
Cánovas creó el Partido Conservador, compuesto por los sectores más conservadores del espectro político (excepto carlistas e integristas). Sus principales apoyos eran la Iglesia, la aristocracia y la alta burguesía. Por otro lado, el Partido Liberal-Fusionista, liderado por Práxedes Mateo Sagasta, unió a antiguos progresistas y republicanos moderados. Su base social era la mediana burguesía y las clases medias.
Ambos partidos compartían principios fundamentales, como la defensa de la monarquía, la Constitución de 1876, la propiedad privada y el Estado centralista. Sin embargo, tenían diferencias en aspectos clave:
- Sufragio: censitario para los conservadores, universal masculino para los liberales.
- Derechos civiles: los conservadores eran más restrictivos, mientras que los liberales defendían mayores libertades.
- Cuestión religiosa: los conservadores apoyaban el confesionalismo católico y la financiación de la Iglesia, mientras que los liberales querían limitar sus privilegios.
3.2. Desarrollo del turno de partidos (1876-1902)
Entre 1876 y 1898, el turno de partidos funcionó con relativa estabilidad. Los conservadores gobernaron en cinco periodos (1876-1881, 1884-1885, 1890-1892, 1895-1897, 1899-1901), mientras que los liberales lo hicieron en cuatro (1881-1884, 1885-1890, 1892-1895, 1897-1898).
Los conservadores, liderados por Cánovas, gobernaron entre 1875 y 1881, consolidando las instituciones y restringiendo libertades (censura de prensa, sufragio censitario). Mientras tanto, Sagasta organizó una oposición crítica que le permitió ganar en 1881. El primer gobierno liberal (1881-1884) amplió libertades y permitió el sufragio universal masculino en elecciones municipales, aunque reprimió revueltas anarquistas y republicanas. En 1884, Cánovas regresó al poder, pero la muerte de Alfonso XII en 1885 supuso una crisis política. Para mantener la estabilidad, conservadores y liberales firmaron el Pacto de El Pardo, por el cual Cánovas cedió el poder a los liberales para apoyar a la regente María Cristina. Durante la regencia (1885-1902), los liberales gobernaron más tiempo. Sagasta lideró el “gobierno largo” (1885-1890), impulsando reformas como:
- Ley de Asociaciones (1887): permitió el pluralismo político.
- Abolición de la esclavitud (1888).
- Sufragio universal masculino (1890).
Los conservadores volvieron al poder en 1890-1892 y 1895-1897. En 1897, Cánovas fue asesinado, lo que debilitó aún más al Partido Conservador. Hacia el final del siglo XIX, los partidos dinásticos sufrieron divisiones internas: Silvela emergió dentro de los conservadores y Antonio Maura tomó protagonismo en el Partido Liberal.