La Restauración Borbónica en España: Regionalismos, Movimiento Obrero y Desafíos Sociales

La Consolidación del Sistema de la Restauración

Hecha ya la Constitución de 1876, una de las primeras medidas que tomó el gobierno de Cánovas del Castillo fue establecer la distinción entre los partidos políticos que estaban dentro o fuera del sistema de gobierno, en función de la aceptación o no de la monarquía restaurada y su dinastía. Esto condujo a la decadencia de algunos partidos que ya estaban en deterioro: por un lado, los carlistas, que aceptaban la monarquía pero no su dinastía y estaban vencidos militarmente; y por otro lado, los partidos republicanos.

La nueva organización centralista del Estado, con la división territorial basada en provincias, pretendió desconocer las realidades comunitarias existentes y disolverlas en un proceso de integración común.

El Auge de los Regionalismos y Nacionalismos

Cataluña (P)

Siempre se ha afirmado que el movimiento regionalista y nacionalista inicialmente fue industrial y financiero en la vida política de la Restauración, aunque de distintas regiones (Cataluña, País Vasco, Castilla).

Los regionalismos periféricos fueron originariamente manifestaciones de las medianas y pequeñas burguesías. A medida que el fenómeno fue ampliando sus bases y haciéndose interclasista, es innegable que a él también se adhirieron las burguesías dirigentes, y lo supieron utilizar como arma política contra Madrid, para obtener ciertas ventajas.

Cataluña (NC)

En 1830 surgió la Reinaxença, un movimiento cultural que tenía como objetivo recuperar las señas culturales catalanas, como la lengua.

Más tarde se crea el Centro Catalán, tras la unificación de dos tendencias distintas para conseguir la independencia y concienciar a la sociedad catalana de los beneficios que conlleva.

Poco después se formó la Unión Catalanista liderada por Prat de la Riba, la cual era un poco más moderada, ya que pretendía también una autonomía para los catalanes, pero sin llegar a separarse; además de defender cargos políticos para los catalanes y la oficialidad de la lengua.

País Vasco (NV)

Comienza reivindicando la identidad vasca, que defendía la lengua euskera y la cultura. No querían seguir sometidos por España.

Se fundó el PNV, que tenía fundamentos ideológicos tales como: la independencia vasca con gobierno propio y fronteras internacionales; radicalismo antiespañol; negación de cualquier otra religión no católica; promoción del idioma; sostenían solo los derechos naturales de la patria vasca, por eso no defendían los fueros, ya que fueron otorgados por la corona española.

Galicia (Gall)

Se difundía la lengua gallega, impulsando así el resurgimiento cultural. Este galleguismo no pretendía alcanzar un Estado independiente, ni siquiera un federalismo, sino un modelo jurídico-político de descentralización designado con el término de autonomía.

Andalucía (NA)

El primer acto andalucista clave fue en Antequera, donde se proclamó la Constitución Federalista Andaluza y se solicitó expresamente una Andalucía soberana y autónoma. Sin embargo, no se alcanzó la consolidación de un partido andalucista burgués, posiblemente por la vinculación de la propia burguesía andaluza con el poder central o por la derivación del movimiento obrero andaluz hacia el anarquismo.

El Movimiento Obrero (MV)

Mientras que el republicanismo ejerció una oposición exclusivamente política al régimen de la restauración, el movimiento obrero (la actividad política y social de los obreros y campesinos para mejorar sus condiciones y defender sus derechos), se opuso a todo el sistema y adquirió madurez y extensión organizativa a partir del sexenio democrático.

En las primeras décadas, se llegó a una huelga, y más tarde se había creado la I Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) que pretendía conseguir la emancipación económica y social de la clase obrera. Pero se produjo un enfrentamiento entre dos tendencias representadas por Bakunin y Marx, causada por las divergencias sobre los procedimientos para conseguir sus objetivos.

A partir de aquí se disolvió la AIT y se transformaron en dos lados: el socialista, con ideales de Marx y siempre con tendencias más pasivas; y el anarquista, con los ideales de Bakunin.

Movimiento Obrero y la Mujer (MVyMuj)

La introducción de las mujeres en el trabajo industrial fue muy temprana. A mediados de siglo, en la industria textil algodonera de Cataluña constituían el 40% de la mano de obra de los talleres catalanes. En conjunto, la tasa de actividad femenina era del 17% en 1877 aunque sus salarios eran la mitad que el de los hombres, eran vitales para el sustento de las familias.

Los sindicatos se mostraban recelosos ante el trabajo remunerado de las mujeres. A pesar de ello, surgieron dirigentes femeninas en el movimiento obrero, como Teresa Claramunt, obrera textil de Sabadell.

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