1. Introducción
La Restauración supone el retorno a la monarquía en España con Alfonso XII de Borbón, hijo de Isabel II. Este periodo abarca desde el 29 de diciembre de 1874 (levantamiento en Sagunto de Martínez Campos) hasta el 13 de septiembre de 1923 (golpe de Estado de Primo de Rivera). Las etapas de la Restauración son:
- Reinado de Alfonso XII (1875-1885).
- Regencia de María Cristina de Habsburgo-Lorena (1885-1902), debido a que Alfonso XII falleció antes del nacimiento de su heredero.
- Reinado de Alfonso XIII (1902-1931), aunque la Restauración finaliza en 1923.
El nuevo sistema político, conocido como “sistema canovista”, fue configurado por Antonio Cánovas del Castillo, líder del Partido Conservador. Otro personaje destacado de este periodo fue Práxedes Mateo Sagasta, líder del Partido Liberal.
2. Constitución de 1876
La Constitución de 1876 fue una prioridad para Cánovas y se aprobó en junio de ese mismo año, marcando el inicio de la Restauración. Esta Constitución estuvo vigente hasta 1923 y se caracterizó por:
- Estar dividida en títulos, capítulos y artículos, precedida por un preámbulo con una invocación a Dios y una referencia a Alfonso XII.
- Establecer una Monarquía Parlamentaria Borbónica.
- Establecer una soberanía compartida entre el rey y las Cortes.
- No establecer una clara división de poderes:
- El poder ejecutivo recaía en el rey, con atribuciones como el derecho a veto, la iniciativa legislativa, el nombramiento y cese de miembros del gobierno, y la jefatura del ejército.
- El poder legislativo recaía en las Cortes bicamerales (Congreso de los Diputados elegido por voto y Senado elegido por la Corona, con mayores atribuciones) y la Corona.
- El poder judicial recaía en los tribunales de justicia, cuyos miembros accedían al cargo mediante oposición.
- Reconocer derechos y libertades del ciudadano, aunque podían ser suprimidos por el Estado.
- Declarar la confesionalidad católica del Estado, manteniendo el culto y al clero.
3. Funcionamiento del Sistema Canovista
El sistema político de la Restauración se inspiró en la Monarquía liberal parlamentaria británica, otorgando amplias atribuciones a la Corona. El objetivo era establecer un sistema fuerte y estable, evitando los problemas de regímenes anteriores:
- Se buscaba evitar el carácter partidista de la Corona mediante el bipartidismo entre el Partido Conservador de Cánovas y el Partido Liberal de Sagasta (creado en 1875 con la ayuda de Cánovas, e integrado por progresistas, unionistas y demócratas).
- Se pretendía evitar el “Régimen de los Generales”, excluyendo a los militares activos de la política para evitar golpes de Estado y dar estabilidad al sistema.
- Se buscaba acabar con los levantamientos mediante una política laboral que atendiera las reivindicaciones de los trabajadores.
Cánovas tenía dos objetivos principales: preparar la vuelta del príncipe Alfonso y su coronación en 1875, y la elaboración y aprobación de la Constitución de 1876. Para ello, implantó un sistema basado en dos principios fundamentales.
3.1 Bipartidismo
El sistema se basaba en la existencia de dos grandes partidos que estuvieran de acuerdo en los aspectos fundamentales del gobierno: el Partido Conservador de Cánovas y el Partido Liberal de Sagasta. Ambos partidos compartían una ideología similar:
- Eran monárquicos.
- Aceptaban y defendían la Constitución de 1876 en sus puntos fundamentales.
- Defendían el derecho a la propiedad privada y el capitalismo.
- Apoyaban un Estado centralista y unido.
Sin embargo, cada partido tenía su propia estructura y sus principales diferencias eran:
- Conservadores: Partidarios de hacer el mínimo de reformas (inmovilismo político) y de manera lenta. Defendían los privilegios de la Iglesia y el uso del ejército para solucionar altercados públicos de manera rápida y violenta.
- Liberales: Partidarios del reformismo político profundo, aceptando la confesionalidad del Estado, pero sin apoyar la Iglesia ni la intervención del ejército en cuestiones sociales. Sus afiliados pertenecían a las clases altas, terratenientes o profesionales liberales. Las masas populares, por su parte, eran más afines al socialismo o al republicanismo.
3.2 Alternancia o Turno Pacífico
La Constitución de 1876 establecía el método para la alternancia en el poder: cada cuatro años se celebrarían elecciones y el líder del partido ganador sería el encargado de formar gobierno. Si este gobierno se volvía inestable o perdía el apoyo de las Cortes, debía dimitir y el rey pediría al líder de la oposición que formara un nuevo gobierno, sin necesidad de cerrar las Cortes ni convocar nuevas elecciones.
Sin embargo, el nuevo gobierno no siempre obtenía la mayoría parlamentaria, por lo que se recurría a prácticas antidemocráticas. La alternancia pacífica era posible gracias a un sistema corrupto controlado por los partidos y con el consentimiento de la Corona.
El proceso electoral estaba controlado por el Ministerio de la Gobernación, que elaboraba las listas de diputados de cada partido por provincia, distinguiendo entre “encasillados” (residentes) y “cuneros” (no residentes). Las listas se enviaban a los caciques, quienes se encargaban de que se cumpliera el resultado electoral fijado. Según la zona, se aplicaban diferentes métodos de manipulación electoral:
- Pucherazo en núcleos urbanos: Se falsificaban los censos electorales, se incluían votos de personas fallecidas, se impedía votar a los adversarios políticos, se manipulaban las actas electorales (compra y venta de votos) o se amenazaba a los simpatizantes de otros partidos.
- Caciquismo en zonas rurales: Los caciques elaboraban informes personales sobre los campesinos, presidían las mesas electorales, manipulaban el sorteo anual de quintas, controlaban los impuestos y resolvían e intervenían en los problemas de la población. Eran figuras de autoridad que proporcionaban trabajo y controlaban todos los aspectos de la vida social y económica en sus zonas de influencia.
En Andalucía, la endogamia política era una práctica habitual, con la creación de grupos de parentesco que se establecían como clanes familiares. Estos clanes controlaban los puestos más importantes de la administración y las instituciones, llegando a controlar provincias enteras. La oligarquía y el caciquismo funcionaron en Andalucía debido a la fuerza del caciquismo, la debilidad de la oposición y la permisividad del gobierno central. En la oposición andaluza destacaban los republicanos y los socialistas. En la década de 1930, Blas Infante impulsó un fuerte movimiento andalucista.
3.3 Acontecimientos Políticos
Durante el siglo XIX, la monarquía y el sistema político de la Restauración atravesaron momentos difíciles y de crisis:
- La muerte de Alfonso XII sin herederos en 1885. Cánovas y Sagasta firmaron el Pacto del Pardo para reforzar y mantener el sistema de turno y la Constitución de 1876.
- El asesinato de Cánovas en un atentado en 1897. Este fue un momento crítico para el sistema, pero liberales y conservadores reforzaron sus acuerdos para mantener su compromiso con la Restauración.
- El “Desastre del 98” (1898), que supuso una profunda crisis política y social en España.
Durante el reinado de Alfonso XIII también se vivieron momentos graves:
- La “Semana Trágica de Barcelona” en 1909, en la que los obreros se enfrentaron violentamente al ejército a raíz de unos acontecimientos en África, a punto de provocar una guerra civil.
- En el verano de 1917 se produjeron tres crisis simultáneas: militar, política y social, que pusieron de manifiesto la fragilidad del sistema y casi provocan un nuevo estallido social.
4. Fin de Conflictos Militares
4.1 Guerra Carlista (1872-1876)
Tras la retirada carlista a Cataluña, el General Martínez Campos los derrotó en Cataluña, Aragón, Valencia, Navarra y el País Vasco. En 1876 terminó la guerra y Carlos VII se exilió a Francia. Con esto finalizó el problema carlista como conflicto armado, aunque se mantuvieron como grupo político.
Tras la guerra, se abolió el Régimen Foral en el País Vasco y Navarra, y se firmaron los “conciertos económicos” (1878) con el País Vasco, que otorgaban cierta autonomía a cambio de un pago al gobierno central.
4.2 Guerra de Cuba (1868-1898)
La Guerra de Cuba había estallado en 1868 con el “Grito de Yara” y se prolongó hasta 1898. Se pueden distinguir tres fases:
- Primera fase: la Guerra de los Diez Años (1868-1878): Se inició cuando el gobierno provisional de 1868 ignoró las peticiones de los criollos cubanos: abolición de la esclavitud, libertad comercial con Estados Unidos y representación cubana en el gobierno español. Tras la victoria en la Guerra Carlista, España envió más soldados a Cuba, lo que llevó a la firma de la Paz de Zanjón (1878), que incluía medidas como un decreto de amnistía para los sublevados, la abolición de la esclavitud (1888) y promesas de reformas políticas y administrativas.
- Segunda fase: “Guerra Chiquita” (1879-1880): El gobierno español no cumplió con lo acordado en la Paz de Zanjón, por lo que la guerra volvió a estallar en 1879 y se prolongó durante un año, finalizando con nuevas promesas y una fuerte represión sobre la isla.
- Tercera fase (1895-1898): La situación en Cuba era insostenible, por lo que las Cortes españolas propusieron un Estatuto de Autonomía para la isla. Sin embargo, ya era demasiado tarde, pues los cubanos buscaban la independencia. La guerra estalló de nuevo con la intervención de Estados Unidos tras el incidente del acorazado Maine (1898). La superioridad militar estadounidense forzó la firma de la Paz de París, por la que España perdió Cuba, Filipinas y Puerto Rico.
Esta derrota se conoció como el “Desastre del 98” y sumió a España en una profunda crisis política y social. La culpa de la derrota recayó sobre los políticos de la Restauración.
5. Conclusión y Balance Final
La Restauración se basó en tres pilares fundamentales: la Corona, los partidos dinásticos y la exclusión del ejército de la política. A pesar de sus contradicciones y limitaciones, el sistema se mantuvo hasta 1923, cuando el golpe de Estado de Miguel Primo de Rivera impuso una dictadura militar, aunque Alfonso XIII se mantuvo como rey hasta 1931.