La Revolución Francesa (1789-1799)
Crisis del Antiguo Régimen en Francia
En Francia existía una estructura social y económica con las características propias del Antiguo Régimen. Este sistema entra en crisis debido a un conjunto de factores que podemos resumir en:
Factores sociales
En Francia, como en todos los países de la Europa occidental, se produce un aumento demográfico (se pasa de 18 millones de personas en 1715 a 26 en 1789), que se traduce en una presión sobre la economía. Aumentan las necesidades de alimentos y puestos de trabajo, situación que la agricultura no puede resolver por ser de subsistencia y por padecer una serie de malas cosechas. Todo ello se traduce en descontento, principalmente de los campesinos, hacia el sistema social que les reduce a esa situación de hambre.
Por otra parte, la sociedad estamental se estaba quedando desfasada. Desde principios del siglo XVIII, la burguesía había ido aumentando en número y riqueza y respondía a las nuevas necesidades de la población, que empezaban a ser otras distintas a las del Antiguo Régimen. La aristocracia, que estaba destinada a cumplir un papel fundamental en el Antiguo Régimen (la defensa de la sociedad), ya no tenía razón de ser, y sus privilegios irritaban por igual a campesinos y burgueses. El tercer estado, que tenía el poder económico, reclama también el poder político.
Factores económicos
La fase de prosperidad del siglo XVIII se quiebra hacia 1780 con una serie de malas cosechas de cereales que hace subir los precios del trigo y, consecuentemente, el coste general de la vida, que experimenta un alza del 60% entre 1755 y 1789. Esto se completa con una superproducción de vino, cuyo precio baja, con lo cual se agrava la situación para los viñadores. Esta crisis alcanza también a la industria al ver restringido su mercado: en 1789 el comercio se había reducido en un 50%. Si a esto se añade que la población había aumentado, tenemos la siguiente realidad: menos productos, más caros y para gente con menos poder adquisitivo. Este desequilibrio engendrará hambre y arrastrará a la revolución.
Factores financieros
Los factores financieros se refieren más bien al Estado: gasta un 20% más de lo que ingresa, debido a dos motivos principalmente: las guerras y las lujosas fiestas reales de Versalles. El déficit hay que cubrirlo con más impuestos pero el pueblo no puede hacer frente a ello porque ha disminuido su poder adquisitivo. Cuando se intente hacer pagar a la nobleza y al clero, se darán los primeros pasos hacia la revolución.
Factores políticos
La monarquía absoluta es anacrónica, incapaz de adaptarse a las nuevas circunstancias. Cuando intenta reformas para solucionar el problema financiero, la aristocracia y el clero se le oponen porque ello supondría abolir sus privilegios. Las instituciones, inmovilistas y diseñadas para perpetuar en el poder a una minoría, se muestran incapaces de adaptarse a la nueva realidad social y económica de base burguesa.
En definitiva, la sociedad francesa de finales del siglo XVIII es una sociedad en ebullición. Desean un cambio la mayoría de los campesinos, las masas urbanas, la burguesía, todos los sectores que constituyen el Tercer Estado y que sustentan a la sociedad. Algunos nobles con problemas económicos y el bajo clero, conscientes de la situación y de la necesidad de cambio, se inclinan también por reformas en la sociedad y la política francesas. Por el contrario, el resto de la nobleza y el alto clero, grandes beneficiarios de este sistema, se oponen a cualquier reforma y a la pérdida de sus privilegios.
Revuelta de los Privilegiados y los Estados Generales
La crisis financiera que venía padeciendo Francia se agrava a causa de los gastos de ayuda a la guerra de Independencia de EE.UU. y del tratado de comercio con Inglaterra, que permite la entrada de productos industriales mejores y más baratos que los franceses. Lo que parecía claro ya en la época es que el déficit de la Hacienda no se podía saldar con el mismo sistema de impuestos que venía implantado desde épocas anteriores y que sólo pagaba el Tercer Estado, pues en esta crisis un gran número de campesinos ya pasaba hambre y gran parte de los obreros ya estaba en paro.
Los sucesivos ministros de Hacienda como Turgot, Necker, Calonne o Brienne están de acuerdo en que la solución está en reformar el sistema retributivo e imponer un nuevo impuesto, la «subvención territorial», proporcional a la renta y obligatorio para todos, incluso para los privilegiados. La Asamblea de Notables (nobleza y clero), convocada para darle respaldo legal, y el Parlamento de París rechazan el nuevo impuesto, que suponía la abolición de sus privilegios, y declaran que sólo los auténticos representantes de la nación tienen poder para hacerlo. De este modo, se obliga al rey a convocar los Estados Generales: es la revuelta de los privilegiados. Estos, pensando en el voto por estamento (nobleza y clero dos votos, frente a tercer estado un voto), esperaban dominar los Estados Generales y, en consecuencia, reforzar sus privilegios y ampliar su participación en la política.
Durante la elección de representantes para los Estados Generales, cada estamento redacta unos «cuadernos de quejas” en los que reflejan sus peticiones:
- Los privilegiados pedían la monarquía constitucional, la reunión periódica de los Estados Generales y la defensa de sus privilegios.
- La burguesía solicitaba la igualdad de derechos, el voto por cabeza y no por estamentos, la limitación del poder real, la monarquía constitucional y la supresión de los privilegios.
- Los campesinos hacían reivindicaciones más concretas como supresión de los derechos señoriales, menos impuestos, etc.
Todo el mes de mayo de 1789 se pasó en deliberaciones sobre cómo hacer la verificación de poderes, si en común o por separado cada estamento, y en cómo realizar la votación, si por persona o por estamento. Hasta que el 10 de junio el Tercer Estado decide hacer él sólo la verificación de poderes y el 17 de junio se proclama en Asamblea Nacional, es decir, representante único del pueblo. Al impedírseles la reunión en la sala de sesiones, los representantes del Tercer Estado se van a una sala contigua destinada al juego de la pelota y allí juran no separarse hasta dar a Francia una constitución, a la vez que amenazan al rey con no pagar los impuestos. Se consuma así el primer acto revolucionario de una asamblea burguesa. Se puede decir que la transformación de los Estados Generales en una Asamblea Nacional representa una verdadera revolución y la consagración de la monarquía constitucional frente a la de derecho divino.