La Revolución Francesa y el Ascenso del Liberalismo: De la Monarquía al Estado Moderno

La Revolución Francesa (1789-1814)

Entre 1789 y 1814, se desarrolló la llamada Revolución Francesa, un proceso que abolió los derechos feudales de la nobleza sobre los campesinos, proclamó la igualdad de derechos de todos los hombres y sentó las bases para el desarrollo del orden económico burgués, liberal y capitalista.

Pensadores Clave de la Ilustración

Montesquieu, Voltaire y Rousseau fueron tres de los más destacados pensadores del movimiento de la Ilustración, cuyas ideas influyeron en la Revolución.

De la Reacción Feudal a la Revolución Burguesa

La revolución comenzó durante el reinado del monarca absolutista Luis XVI, de la dinastía de los Borbones.

En 1787, el rey estableció nuevos impuestos que se aplicaban a todas las propiedades territoriales y debían ser pagados por la nobleza.

Los nobles se reunieron en el Parlamento de París y enfrentaron a la monarquía, exigiendo al rey que convocara una reunión de los Estados Generales.

En 1789, cuando se reunieron los Estados Generales, la sociedad francesa se hallaba en una situación generalizada de descontento y agitación social.

La Asamblea Nacional

La crisis económica y la debilidad de la monarquía permitieron a los burgueses representantes del tercer estado iniciar una ofensiva política. Exigieron que todos los diputados deliberaran en una misma asamblea y que los votos se contaran “por cabeza”. Con este propósito, decidieron que ya no sesionarían como Estados Generales sino como “Asamblea Nacional”.

De la Monarquía Constitucional a la República

En la Asamblea Nacional, la mayoría de los representantes eran burgueses. Pero éstos no formaban un grupo social homogéneo.

En una sesión celebrada el 4 de agosto de 1789, los diputados reunidos en la Asamblea Nacional abolieron legalmente el orden feudal.

Unos días después, la Asamblea proclamó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. En ella estableció la igualdad de los ciudadanos frente a la ley, aseguró la libertad de comercio y la propiedad privada y proclamó que la soberanía residía en la Nación y que ningún cuerpo ni individuo podía ejercer la autoridad si no emanaba expresamente de ella.

Aunque toda la burguesía estuvo de acuerdo con estas ideas, los sectores burgueses con mayor poder económico tuvieron posturas cada vez más moderadas y se mostraron partidarios de negociar con la nobleza y la monarquía. Los burgueses que eran profesionales o tenían pequeñas propiedades fueron partidarios de eliminar totalmente la monarquía y construir una República Democrática en la que todos tuvieran derecho a participar.

El 3 de septiembre de 1791, la asamblea proclamó la nueva Constitución que estableció la monarquía parlamentaria y otorgó el derecho al voto. A partir de 1792, los conflictos políticos internos se vieron agravados por la guerra con otros reinos europeos que se aliaron en auxilio de la monarquía francesa. Frente a las presiones de los burgueses más ricos y la amenaza de la guerra exterior, el gobierno republicano intensificó la persecución política a los presuntos conspiradores contra el orden revolucionario y muchos de ellos fueron guillotinados.

Hacia la Consolidación del Orden Burgués

En 1794, algunos sectores de la burguesía más poderosa se propusieron terminar con lo que consideraban los “excesos del populacho” y produjeron un “golpe de Estado”.

El nuevo gobierno restringió el derecho al voto, concediéndolo sólo a los que poseían cierta fortuna. En 1799, Napoleón Bonaparte dio un golpe de Estado, y luego de un firme proceso de concentración de poderes, en 1804 se coronó “emperador”.

Durante su gobierno, tomó numerosas medidas que favorecieron a la burguesía. En 1804, sancionó un Código Civil. En 1815, fue derrotado por los ejércitos de la Santa Alianza, tratado firmado por los reyes de Rusia, Austria y Prusia.

Las Revoluciones Burguesas en Europa

Después de la derrota de Napoleón Bonaparte, en Francia fue restaurada la monarquía absoluta y el clero recuperó algunos de sus privilegios. Pero en Francia, los burgueses no aceptaron perder las ventajas que habían obtenido durante la Revolución Francesa y en otros países europeos comenzaron a luchar por el establecimiento de los principios de libertad e igualdad ante la ley, que las campañas de Napoleón habían difundido por el continente.

Durante las primeras décadas del siglo XIX, la mayor parte de la burguesía europea adhirió a los principios del liberalismo y actuó unida contra el absolutismo y en defensa de los derechos civiles y políticos de los individuos.

El objetivo político de los revolucionarios de 1820 fue lograr el establecimiento de monarquías constitucionales.

Las revoluciones burguesas de 1830 significaron la derrota definitiva del absolutismo en varios países europeos. Pero los nuevos gobiernos establecieron el sufragio restringido. Esto significaba que solo algunos tenían derecho al voto.

1848: Hacia la Democracia Liberal

La oleada revolucionaria de 1848 también comenzó en Francia y el nuevo estallido estuvo relacionado con los resultados de las revoluciones de 1830.

El descontento se agravó a partir de 1845, cuando se acentuó la crisis económica. Una serie de malas cosechas provocó un fuerte aumento en los precios de los alimentos básicos de los trabajadores. El cierre de fábricas por causa de la crisis de la industria textil había aumentado el desempleo y el hambre se generalizó.

En las revoluciones de 1848 se puso de manifiesto que los trabajadores tenían demandas específicas diferentes de las de los burgueses. Estos pedían una reforma del sistema electoral y parlamentario para lograr su participación en el gobierno. Los trabajadores, en cambio, pedían soluciones para la desocupación, el hambre y la miseria que sufrían ellos y sus familias.

Muchos burgueses que eran liberales se fueron convirtiendo en conservadores. Los trabajadores y los burgueses liberales radicales quedaron solos frente a la unión de las antiguas fuerzas aristocráticas y la burguesía conservadora.

Las reformas económicas reemplazaron a la revolución y la burguesía dejó de ser una fuerza revolucionaria.

Consolidación de la Democracia Liberal como Régimen Político

  • En el siglo XIX, los gobiernos de las sociedades industrializadas dieron una respuesta a los reclamos de diferentes sectores sociales.
  • Hacia 1850, los gobernantes europeos y algunos pensadores liberales consideraban la democracia política como un problema ya que permitía la participación en el gobierno de los trabajadores y de los pobres.
  • En la segunda mitad del siglo XIX, la democracia liberal se consolidó como régimen político de los Estados Unidos de América y en casi toda Europa.
  • Se trató de regímenes políticos en los que la democracia fue restringida porque solo votaban los varones ya que las mujeres no tenían derecho al voto y porque los gobiernos aceptaron el funcionamiento de asambleas soberanas elegidas por sufragio universal pero se propusieron manipular los resultados de la aplicación de la democracia política.

Los Nuevos Partidos Políticos

  • Crecieron las demandas de participación política por parte de los burgueses con pequeñas propiedades.
  • Con el objetivo de evitar nuevos movimientos revolucionarios, los gobiernos conservadores comenzaron a incorporar a la masa de la población en la toma de decisiones políticas a través de la extensión del sufragio universal.
  • En el siglo XIX, el proceso de ampliación de la ciudadanía originó la organización de un nuevo tipo de partido político, denominado partido de masas, que representaban los intereses generales de los integrantes de la población.
  • Los partidos que representaban los intereses particulares de una clase social determinada (como la clase obrera) fueron denominados partidos de clase.

Naciones, Estados Nacionales y Nacionalismos en la Europa del Siglo XIX

Entre los siglos XV y XVIII, en Europa occidental se habían desarrollado procesos de construcción de estados centralizados y modernos en España, Gran Bretaña y Francia. El nuevo Estado centralizado se consideró como el representante de una determinada nación.

En el siglo XIX, el conjunto de reinos, ciudades y principados protagonizaron la constitución de un Estado nacional alemán unificado.

Los Movimientos Nacionalistas

  • Las luchas por el reconocimiento de los derechos políticos favorecieron el desarrollo del nacionalismo (los reclamos de habitantes que sentían que su nacionalidad no era representada ni respetada).
  • Los movimientos nacionalistas organizaron partidos políticos y comenzaron a exigir el derecho de autodeterminación, que significaba el derecho a formar un Estado independiente.
  • Muchas comunidades nacionales que quedaron dentro de los límites de los nuevos Estados no estaban de acuerdo con su inclusión en ellos y los conflictos se multiplicaron.
  • Varias comunidades que vivían en los territorios de los Estados que eran mal representados se consideraban parte del Estado nacional. Los movimientos nacionalistas se sintieron alentados por la posibilidad de lograr sus objetivos políticos a través de las elecciones.

La Guerra Civil y la Unificación de la Nación en los Estados Unidos de América

En el siglo XIX, el proceso de expansión de la frontera hacia el oeste y la campaña antiesclavista pusieron en crisis el equilibrio político entre la burguesía del norte y los terratenientes del sur.

En 1820, los representantes de las dos regiones acordaron la división del resto del territorio y establecieron que la esclavitud estaba prohibida al norte de esa línea: al norte “estados libres”, al sur “estados esclavistas”. Esto determinaba el número de representantes que la burguesía comercial e industrial del norte y los plantadores terratenientes del sur tenían en la Cámara de Representantes y en el Senado.

En 1830, el enfrentamiento entre los dos bloques regionales se agudizó alrededor de tres cuestiones: los aranceles de aduana que los estados del sur debían pagar al gobierno federal; el reparto de tierras a colonos en el oeste; y los intentos de abolir la esclavitud en toda la Unión.

En 1860, con la elección de Abraham Lincoln como presidente, los estados del sur decidieron declarar su independencia de la Unión.

El gobierno federal intervino militarmente para preservar la Unión y en 1861 se inició la Guerra Civil. En 1865, los ejércitos de la Unión derrotaron a las tropas confederadas del sur.

La victoria del norte consolidó la unidad nacional y definió la cuestión de si los Estados Unidos constituían una confederación de estados o una sola nación unificada. También aseguró la abolición de la esclavitud.

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