La Revolución Francesa
1. La Revolución Francesa: Causas de la Revolución: Descontento del campesinado. En 1788, el precio del trigo subió debido a una serie de malas cosechas. La crisis de subsistencia afectó a amplios sectores de la población, creando un ambiente de tensión social y política. Frente a la escasez, la carestía y el hambre, los nobles y la corte vivían en un ambiente de lujo y despilfarro. Descontento de la burguesía, que se había enriquecido pero no participaba en la política. Descontento de la nobleza, que veía amenazados sus privilegios y rentas fijas. Mala gestión política, ya que Francia estaba gobernada por una monarquía absoluta encarnada en el rey Luis XVI. En 1789, esta monarquía había quedado absoluta y el aparato administrativo y judicial no funcionaban correctamente. La hacienda pública estaba arruinada debido a los gastos excesivos. Colonne aconsejó una profunda reforma fiscal. Esta situación provocaría uno de los detonantes del estallido de la revolución. Comienza la Revolución: Etapas
- La revuelta de los privilegiados: la nobleza y el clero se opusieron a las propuestas del ministro de Luis XVI, Calonne. Solicitaron al rey la convocatoria de los Estados Generales, formados por representantes de los tres estamentos, los únicos que podían aprobar impuestos.
- Los Estados Generales: se reunieron en Versalles el 5 de mayo de 1789 con el propósito de solventar el problema financiero. El Tercer Estado planteó en el Cuaderno de Quejas que se notara por diputado y no por estamento, a lo que se opusieron los privilegiados. El Tercer Estado optó por abandonar la sala y reunirse separadamente, nombrándose la Asamblea Nacional representante de la nación.
- La Asamblea Nacional: hasta elaborar una constitución para Francia. Fue el Juramento de la Pelota por el monarca. Intentó disolver esta asamblea y el pueblo respondió con el asalto a la Bastilla. Firmaron la Guardia Nacional, hicieron cambios, abolieron los privilegios feudales y la sociedad estamental. Elaboraron la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, promulgaron la Constitución de 1791 y redactaron la Constitución Civil del Clero. Monarquía constituyente.
- La Asamblea Legislativa: los privilegiados se opusieron a las reformas y migraron al extranjero, donde preparaban la vuelta al absolutismo. Pero entonces el rey intentó huir de Francia, fue descubierto en Varennes y obligado a volver a París, provocando el desprestigio de la monarquía. Las potencias absolutistas, Austria y Prusia, decidieron ayudar al monarca. La Asamblea Constituyente les declaró la guerra. El pueblo, representado por los sans-culottes, asaltó el Palacio de las Tullerías, encarceló al rey y proclamó la República.
- La Convención Nacional: se estableció por sufragio universal, abolió la monarquía e implantó la República. Contaba con varias tendencias: girondinos (representantes de la alta burguesía, revolucionarios moderados), jacobinos (representantes de la burguesía media, revolucionarios radicales) y la llanura (representantes de ambos, burguesía moderada). Significado de la Revolución: fue la primera revolución política burguesa del continente europeo. Sus precedentes hay que buscarlos en la Revolución Inglesa del siglo XVII y en la independencia de las colonias americanas. Supuso la implantación del liberalismo y acabó con el absolutismo monárquico, que fue reemplazado por la soberanía nacional, la división de poderes y el reconocimiento de las libertades individuales. Constituyó un referente político e ideológico, ya que las futuras revoluciones burguesas del siglo XIX se inspirarían en ella.
El Imperio Napoleónico
2. Imperio Napoleónico: El gobierno de Napoleón fue la consolidación del nuevo estado francés heredero de la Revolución. Se asentó sobre un régimen personalista y autoritario que, sin embargo, difundiría los ideales revolucionarios mediante la ocupación de numerosos estados de Europa. Los pasos que siguió en su forma política fueron: el Consulado (Tres Cónsules), el Consulado Vitalicio y finalmente el Imperio. El resultado de su política a nivel interior fue establecer los principios de 1791, que se materializaron en su Código Civil de 1804, un Código de Comercio y un Código Penal. Todo lo que garantizaba llevó a cabo una centralización administrativa mediante prefectos, representantes del jefe de estado en los departamentos, y reformó la hacienda y el sistema de enseñanza pública. Mantuvo muchos de los principios de la Revolución: liberalismo, soberanía nacional, subordinación del clero al estado. Fomentó la educación, pero no dejó actuar con libertad al poder legislativo. La educación fue utilizada como un medio de control moral y político. En el plano internacional, persiguió el proyecto de una Europa unida bajo un mismo orden, lo que abarcó una política imperialista que acabó con todos los reductos del Antiguo Régimen. Caida de Napoleón: en cada uno de los países conquistados se le rechazó porque aprovechó las conquistas para cobrar impuestos, apropiarse de sus riquezas y explotarlos económicamente. Surgió un sentimiento patriótico. Las derrotas fueron en España, donde se reveló en 1808, y fue derrotado en 1814 en Rusia, tras ser vencido por la coalición europea. Fue desterrado en la isla de Elba, pero el descontento popular ayudó a escapar a Napoleón y regresar al poder. El Legado Napoleónico: en los campos, supuso la extensión de las formas revolucionarias del liberalismo y la quiebra definitiva de las estructuras feudales. El nacimiento de una serie de constituciones de signo liberal moderado en los países que ocupó. El ascenso de la burguesía. La puesta en práctica del derecho moderado. El imperialismo napoleónico fomentó el nacionalismo tanto francés como el de los estados que fueron ocupados por sus ejércitos.
La Restauración
3. La Restauración: Aspectos a destacar en este periodo: El Congreso de Viena. Las potencias europeas se reunieron en este congreso en 1814 con el objetivo de proceder al reajuste territorial de Europa. En el congreso participaron las principales potencias, representadas por sus respectivos embajadores: Austria, Gran Bretaña, Rusia y Prusia. En la restauración de la frontera no se tuvieron en cuenta las aspiraciones nacionalistas. El Reino Unido no tenía ambiciones territoriales. Rusia obtuvo, entre otros, el control de gran parte de Polonia. Austria ocupó Lombardía, Venecia y parte de Polonia. Francia volvió a sus antiguas fronteras. Se creó el Reino de los Países Bajos. Prusia ocupó territorios al norte de la Confederación Germánica. Se firmó la Santa Alianza, que se fundamentó en los siguientes puntos: extremar la vigilancia para detectar y sofocar las iniciativas revolucionarias liberales, ayudando así a los monarcas absolutos y creando una fuerza armada lista para intervenir en caso de necesidad, cuando en algún país surgieran movimientos liberales. Esto es lo que se conoce como los Cien Mil Hijos de San Luis.
Movimientos Nacionalistas Destacados
4. Unificación Italiana: Lombardía y Venecia en posesión de Austria. Los ducados de Parma, Módena y Toscana bajo control de Austria. Las Dos Sicilias bajo el poder de los Borbones de España. Los Estados Pontificios bajo el poder del Papa. La idea de la nación surge cuando Napoleón invade Italia y resurge cuando, en la Restauración, Austria ocupa los estados del norte. En 1830 surge un movimiento intelectual que pretende, mediante una insurrección popular. En todas las revoluciones de la primera mitad del siglo XIX se produjeron revueltas nacionalistas, pero no tuvieron éxito. Finalmente, la iniciativa de la unificación partió del Reino de Piamonte, en especial de su primer ministro Cavour, que logró que el emperador francés Napoleón III le apoyara con su ejército. El proceso de la unificación fue de carácter popular. En 1859, la armada franco-piamontesa, en las batallas de Magenta y Solferino, venció a los austriacos, que cedieron Lombardía a Piamonte a cambio de que Francia cediera Niza y Saboya. Los ducados de Parma, Módena y Toscana dejaron de ser controlados por Austria y se incorporaron a Piamonte. El republicano Garibaldi, encabezando un ejército de voluntarios (los Camisas Rojas), conquistó los estados del sur. Entonces, las tropas de Piamonte ocuparon la Italia central, fueron a su encuentro y Garibaldi entregó los territorios a cambio de la unificación. Por eso, las Sicilias pasaron a ser parte de Piamonte. En 1861, representantes de todos los estados incorporados formaron un parlamento en Turín, en el que se proclamó el Reino de Italia, cuyo rey fue Víctor Manuel II, rey de Piamonte. Solo Venecia y los Estados Pontificios quedaban fuera del reino, a los que se incorporarían en 1866 y 1870, respectivamente. Tuvieron tres problemas: el Papa no aceptaba tal unificación (quedó limitado a la Ciudad del Vaticano), el contraste económico entre el norte industrial y el sur agrario, y el carácter inacabado de la unificación al no integrarse a los alemanes de Austria.
Unificación Alemana: fue un proceso para lograr la integración y la posterior unificación de diferentes estados alemanes en una sola Alemania. Se inició a mediados del siglo XIX y finalizó en el año 1871. El proceso fue dirigido por el ministro prusiano Otto von Bismarck, conocido como el Canciller de Hierro, y culminó con el Segundo Reich, el segundo Imperio Alemán. La unificación, a mediados del siglo XIX, Alemania no era una nación unificada, sino un conjunto de 39 estados independientes que formaban la llamada Confederación Germánica. Entre dichos estados, sobresalieron por su importancia el Reino de Prusia, que agrupaba a pueblos de origen germánico, y Austria, poblada por diversidad de razas. Prusia y Austria aspiraban a llevar a cabo el proceso. Las Guerras Napoleónicas y el anhelo nacionalista que agitó a Europa con la Restauración hicieron que los pueblos germánicos también aspiraran a formar un solo estado poderoso, una sola nación: Alemania. El primer paso para la unificación fue la Zollverein, una unión económica prusiana. Los periodos de la unificación alemana fueron:
- Guerra contra Dinamarca (1864): en alianza con Austria, Prusia declaró la guerra a Dinamarca y le arrebató los ducados de Schleswig y Holstein, territorios que luego quedaron bajo el dominio de Prusia y Austria.
- Guerra contra Austria (1866): Prusia, en alianza con Víctor Manuel II, declaró la guerra a Austria por el deseo de arrebatarle algunos territorios, como Holstein. El ejército prusiano venció a los austriacos en la batalla de Sadowa (1866), por lo que Prusia ensanchó sus territorios con la incorporación de los ducados de Schleswig, Holstein, el Reino de Hannover y otros. Austria renunciaba a formar parte de Alemania y aceptaba la disolución de la Confederación Germánica. Poco después, todos los estados alemanes se unen y forman la Confederación de Alemania del Norte, que reconocía como soberano a Guillermo I. Austria tuvo que devolver Venecia a Italia.
- La tercera guerra contra Francia (1870): Prusia, convertida en gran potencia y bajo la hábil dirección de Guillermo y de Otto, buscó la oportunidad de enfrentarse a Francia para arrebatarle las provincias de Alsacia y Lorena. El pretexto surgió cuando el príncipe Leopoldo, primo del rey de Prusia, aspiró a la corona de España, vacante por el destronamiento de Isabel II. Francia se opuso y Napoleón declaró la guerra a Prusia. El encuentro se realizó en Sedán, donde las tropas francesas resultaron derrotadas y tomaron prisionero a Napoleón. Francia se rindió ante Prusia por el Tratado de Frankfurt. Alemania culminó la empresa de la unificación germánica o alemana. Alemania estableció el Segundo Reich y Guillermo I fue proclamado emperador en 1871. Se trataba de una estructura confederal con dominio de Prusia, que impuso su ideología conservadora y militarista al nuevo estado. Tuvo dos problemas: la dualidad religiosa entre el norte luterano y el sur católico, y el carácter inacabado de la unificación al no integrarse los alemanes de Austria.