1. La Revolución de Septiembre y el Gobierno Provisional (1868)
La Revolución Gloriosa fue un levantamiento militar liderado por el almirante Juan Bautista Topete en septiembre de 1868, que dio paso a un movimiento revolucionario conocido como el Sexenio Democrático. Este levantamiento fue resultado de una alianza entre progresistas y unionistas, con la aprobación de los demócratas. El verdadero ideario revolucionario lo aportaban los demócratas, que pedían sufragio universal, supresión de los consumos y quintas. También fue un movimiento organizado desde el poder político y militar para acabar con el bloqueo parlamentario promovido por la reina Isabel II, que impedía a los progresistas gobernar. Fue una revolución que buscaba destronar a la reina y establecer un nuevo régimen.
En la batalla de Alcolea se manifestó la incapacidad del gobierno para frenar la sublevación. El triunfo de los sublevados provocó que el 30 de septiembre Isabel II huyera a Francia. Se formaron juntas revolucionarias en toda España.
El general Serrano asumió el mando y se encargó de la formación de un gobierno provisional, que se constituyó el 8 de octubre tras la llegada de Prim. El gobierno provisional, presidido por Serrano, lo firmaron 5 ministros progresistas y 4 unionistas. Las primeras medidas fueron: disolución de las juntas, reorganización de la milicia nacional y disciplina del ejército. Atendió peticiones populares como la supresión del impuesto de consumo y la emancipación de los hijos de esclavos nacidos tras la revolución.
El gobierno provisional publicó un manifiesto a la nación con su programa de reformas. Incluyó la nueva moneda nacional, la peseta. En 1869 se convocaron elecciones a Cortes Constituyentes.
2. La Regencia de Serrano (1869-1870)
La Constitución de 1869 fue un texto de 112 artículos que establecía en el preámbulo la soberanía nacional de base popular y proclamaba la división de poderes y una amplia declaración de derechos. Destacan: la regulación de los derechos individuales, el sufragio universal masculino, el sistema bicameral, entre otros.
Uno de los problemas de la Regencia fue que se obligó a nombrar a Serrano regente, mientras que Prim ocupó la jefatura del gobierno. El poder ejecutivo tuvo que hacer frente a complejos problemas internos y externos: la guerra colonial en Cuba, la oposición activa de los carlistas y los moderados, y el acoso de los republicanos. La Regencia estuvo plagada de convulsiones sociales y movimientos revolucionarios, que unieron a los sectores burgueses con el incipiente movimiento obrero. En julio se levantaron varios partidos carlistas que anunciaban la Tercera Guerra Carlista. Se firmó el Pacto Federal de Tortosa, Prim reprimió estos levantamientos y asumió poderes extraordinarios.
A estos problemas se sumó la elección del nuevo rey, que debía pertenecer a una dinastía que no fuera la de los Borbones. Finalmente, se optó por Amadeo de Saboya. Prim agilizó la proclamación de Amadeo.
3. El Reinado de Amadeo I (1871-1873)
Amadeo de Saboya fue elegido rey por el empeño de Prim, quien quería evitar la proclamación de la República. El 30 de diciembre de 1870, Amadeo desembarcaba en España y tres días antes fallecía en Madrid el general Prim. Amadeo I entró en Madrid el 2 de enero de 1871 y juró la Constitución.
Amadeo I sufrió el desprecio o la indiferencia de los altos mandos militares. Además, tuvo que enfrentarse a la división interna en los partidos que lo apoyaban. Dentro del progresismo había dos tendencias: una más conservadora y otra más reformista. Existía una gran agitación sociopolítica. Las clases populares se alejaron del régimen liberal, apostando por una revolución obrera. El desprestigio del gobierno obligó a Amadeo I a sustituir a Sagasta y poner en su lugar a Serrano. Pero su gobierno duró poco y le sustituyó Ruiz Zorrilla.
Durante el reinado de Amadeo I se produjo otra rebelión carlista y la guerra de Cuba continuó. El malestar en el ejército se acentuó por el nombramiento del general Hidalgo como capitán general. El gobierno y las Cortes querían reafirmar el poder civil sobre el ejército y aceptaron la renuncia de Hidalgo. Amadeo I se negó a firmar la destitución, pero al haberlo apoyado el Congreso, finalmente la firmó y renunció al trono. El carlismo adquirió nuevo impulso durante el Sexenio Democrático. Su persistencia se explica por tres razones: la resistencia campesina, la resistencia de los antiguos territorios forales y la resistencia de la religiosidad.
La Tercera Guerra Carlista se inició con la vuelta a España de Don Carlos. La centralización administrativa establecida en 1876 acabó con los restos del sistema foral.
4. La Primera República (1873-1874)
El 11 de febrero de 1873 se proclamó la Primera República Española. Los parlamentarios pretendían establecer un régimen similar al de Amadeo I. La pugna entre federales y unitarios marcó la primera experiencia republicana en España. Este periodo abarcó menos de un año, pero sucedieron numerosos acontecimientos: construir un nuevo modelo de estado supuso dificultades por la cuestionada legitimidad de su origen, la diversidad de corrientes y proyectos políticos de federales y radicales.
El primer presidente del poder ejecutivo fue Estanislao Figueras, con un gobierno formado por 5 ministros radicales y figuras destacadas. Se mantuvo la Constitución de 1869 y se convocaron elecciones. Sin embargo, la agitación federalista hizo temer a los más radicales que perdieran las elecciones, por lo que dieron un golpe de estado que fracasó. La consecuencia fue una ruptura entre radicales y republicanos.
A Figueras le sustituyó Francesc Pi i Margall, quien intentó conciliar las corrientes republicanas, pero los problemas que tenía que superar eran insuperables. Quería negociar con carlistas y republicanos, pero surgieron cantones que proclamaron la república federal. Como objetivo social, el movimiento cantonal pretendía llevar el federalismo hasta sus últimas consecuencias: democracia directa, autonomía de municipios y diputaciones, supresión de consumos, etc. El movimiento cantonal dividió a los republicanos entre transigentes y partidarios de la represión.
La secuencia temporal de este movimiento se inició en Cartagena. Pi i Margall se negó a reprimir los levantamientos cantonales y el gobierno entró en crisis.
Nicolás Salmerón sustituyó a Pi i Margall y se comprometió a restablecer el orden y proporcionar las reformas sociales pendientes. La represión se inició el 20 de julio y en un mes cayeron los principales cantones. La Constitución Federal de 1873, que no llegó a entrar en vigor, regulaba los derechos y libertades de los españoles, delimitaba los poderes del Estado federal y los del Estado que lo componía. El 6 de septiembre, Salmerón dejaba la presidencia al negarse a firmar dos sentencias de muerte.
Le sustituyó Emilio Castelar, que defendía una república centralista y movilizó a los reservistas para acabar con el problema cantonal y continuar las dos guerras vigentes. Firmó la pena de muerte que Salmerón no firmó e hizo volver a Serrano al gobierno. Presentó la necesidad de separar Iglesia y Estado. El general Manuel Pavía preparó un golpe de estado, pero tras negar la Cámara la confianza a Castelar, este dimitió.
El 3 de enero de 1874, Pavía reunió a altos cargos militares para imponer una república unitaria con Serrano como presidente. Se instauró un régimen conocido como República Unitaria o Dictadura de Serrano. Se trataba de una dictadura personal. Este sistema reconocía la Constitución de 1869, otorgaba un papel primordial al ejército y favorecía a los grupos sociales acomodados.
Los tres gobiernos de 1874 actuaron con la idea de provisionalidad y de volver a la normalidad tras la recuperación del orden. Esta provisionalidad facilitó los preparativos del retorno del hijo de Isabel II, Alfonso XII.