Los últimos años de Fernando VII se caracterizaron por las intrigas palaciegas respecto a la cuestión sucesoria entre Carlistas e Isabelinos.
Los Carlistas eran partidarios de que la sucesión recayera en el hermano de Fernando VII, Carlos María Isidro; y los Isabelinos, en la hija de Fernando VII, Isabel.
De 1830 a 1833, la cuestión sucesoria alternó entre la aplicación de la Ley Sálica (establecía que la sucesión real debía ser por vía masculina) y la Pragmática Sanción (establecía el derecho de las mujeres a acceder a la corona). La Ley Sálica beneficiaba a Carlos, mientras que la Pragmática Sanción beneficiaba a Isabel. En 1833, murió Fernando VII y, al estar vigente la Pragmática Sanción, su hija Isabel accedió al trono con tan solo 3 años de edad.
Las fuerzas políticas del momento estaban representadas por dos ideologías:
- Liberales: Divididos en dos tendencias, moderados y progresistas, que siendo liberales discrepaban en ciertos aspectos. Los moderados establecían la soberanía nacional compartida entre el rey y las cortes, el sufragio censitario (solo la cultura y el dinero permitían votar y ser elegido), el centralismo político y la confesionalidad del Estado. Los progresistas eran partidarios de la soberanía nacional residente en las cortes, un sufragio censitario menos restringido, la descentralización política y la tolerancia de otras religiones.
- Absolutistas
El proceso político entre 1833 y 1868 lo protagonizaron los dos grupos liberales, de ahí que estos recibieran el nombre de Isabelinos, mientras que los absolutistas eran los llamados Carlistas por ser defensores del tío de la reina. Las dos tendencias liberales evolucionaron de la siguiente manera: del ala izquierda de los moderados surgió el Partido Unionista o Unión Liberal; y del ala izquierda de los progresistas, el Partido Demócrata y el Republicano.
1. La Minoría de Edad de Isabel II (1833-1843)
Tras la muerte de Fernando VII en 1833, heredó el trono su hija Isabel con tan solo 3 años. Hasta 1843, Isabel II no alcanzó la mayoría de edad, por lo que hasta entonces transcurrieron dos regencias:
1.1. Primera Regencia: Regencia de María Cristina (1833-1840)
Doña Cristina de Borbón asumió la regencia de su hija Isabel apoyándose en los liberales, partidarios de la reina frente a los Carlistas, partidarios de Carlos.
Hasta 1835, el gobierno recayó en los moderados y, entre los cambios y reformas que llevaron a cabo, hay que destacar la proclamación del Estatuto Real de Martínez de la Rosa (1834). Se trata de una carta otorgada en la que se plasmaba un régimen basado en la soberanía compartida entre el rey y las cortes, otorgándose así el poder legislativo al rey y quedándose las cortes con una mera función consultiva, y establecía las cortes bicamerales: la Cámara de Próceres (aristócratas y clero) y la Cámara de los Procuradores (elegida por sufragio censitario). Entre los problemas a los que tuvieron que hacer frente los moderados y que llevaron a su caída están las Guerras Carlistas, la debilidad de la hacienda, la epidemia de cólera y la matanza de frailes acusados de haber causado dicha enfermedad. Estos problemas provocaron el cese de los moderados y la llegada al gobierno de los progresistas (1835).
Desde 1835 hasta 1837 estuvieron en el gobierno los progresistas. En 1835, la regente llamó a formar gobierno a Mendizábal, que llegó al gobierno en un tiempo de deuda, por lo que su principal preocupación fueron las finanzas. Así, entre sus reformas, destacó la desamortización de tierras eclesiásticas. Esta legitimó la vinculación del patrimonio nobiliario y civil que se había iniciado en las Cortes de Cádiz y que continuó durante el Trienio Liberal, y declaró propiedad nacional los bienes raíces, rentas y derechos de las comunidades religiosas, disponiendo su salida a pública subasta. Los objetivos de la desamortización de Mendizábal eran: privar a los antiguos estamentos de sus fuerzas económicas, iniciar una reforma agraria dotando de tierras a los campesinos carentes de ellas al tiempo que propiciaban una explotación más adecuada del suelo español, crear una capa social de propietarios que apoyaran al liberalismo y conseguir dinero para pagar las Guerras Carlistas.
Los resultados de la desamortización fueron que la deuda no disminuyó y la situación del campesinado tampoco mejoró, ya que la tierra, al ser subastada, solo cambiaba de manos, por lo que los campesinos vieron aumentado el precio de las rentas; contribuyó a aumentar el número y tamaño de los latifundios, ya que los lotes de tierra solo podían ser comprados por las grandes fortunas.
Otra de las reformas llevadas a cabo por los progresistas fue la elaboración y aprobación de la Constitución de 1837. Esta constitución pretendía ser de consenso entre las dos corrientes del liberalismo. Entre su formulación se recoge el principio de la monarquía constitucional, la soberanía nacional compartida (aunque la autoridad del rey quedaba limitada), una amplia declaración de derechos, la libertad de prensa e imprenta, etc. Pero no establece la pluralidad religiosa ni la descentralización política, pues se le otorga mayor autonomía a los ayuntamientos.
En 1837 se convocaron elecciones que dieron el triunfo a los moderados, que gobernaron hasta 1840. Pero la actuación de estos, que pretendían hacer una ley electoral más estricta, provocó motines en Madrid y Barcelona, y por consiguiente la llegada al poder de los progresistas en 1840. Ese año formó gobierno el progresista Espartero, y al poco tiempo María Cristina renunció y abandonó España, exiliándose en París. Espartero, que había destacado en la Primera Guerra Carlista, se hizo muy popular, convirtiéndose así en regente.
1.2. Regencia de Espartero (1840-1843)
Espartero, que llegó a la regencia siendo muy popular, terminó su regencia siendo lo contrario. Las causas de aquello fueron su política personalista y autoritaria, la política librecambista (levantando barreras aduaneras que protegían a la industria textil catalana contra los tejidos ingleses más competitivos, lo que provocó la crisis para la industria textil y la ruina para Cataluña), la austeridad en los presupuestos militares y su política desamortizadora, orientada al beneficio de los nuevos propietarios y hacia la ruina de los campesinos. Ante la falta de apoyo y la enorme oposición, Espartero renunció a la regencia y se exilió en Londres en 1843.
2. Mayoría de Edad de Isabel II (1843-1868)
Tras la dimisión de Espartero, se adelantó la mayoría de edad de Isabel II con tan solo 13 años. Esta segunda etapa del reinado de Isabel II presenta las siguientes características:
- La influencia del ejército en la vida política.
- La debilidad de los partidos políticos.
- La falta de neutralidad de la corona; aunque en la política participaron los dos partidos liberales, el protagonismo lo tuvieron los moderados. Sin embargo, a partir de 1854 se creó la Unión Liberal, y antes, en 1849, ya se había creado el Partido Demócrata.
- La influencia de María Cristina en su hija y las interferencias de Isabel en los asuntos del gobierno.
Esta etapa puede dividirse en tres fases:
2.1. Década Moderada (1844-1854)
Tras la dimisión de Espartero, se inició un gobierno moderado que duró hasta 1854. Uno de los personajes más destacados fue Narváez. Las principales realizaciones que destacaron:
- La elaboración y aprobación de la Constitución de 1845. Los aspectos más destacados de esta constitución son: la soberanía compartida entre el rey y las Cortes, el sufragio censitario, el catolicismo como única religión de la nación, el centralismo y la pérdida de la autonomía de los ayuntamientos y de las diputaciones, quedando sometidos a la administración central; y la restricción de los derechos individuales.
- La firma del Concordato en 1851 con la Santa Sede. Con el concordato quedaba zanjada la ruptura entre la Iglesia y el Estado liberal por el pleito iniciado con la desamortización de Mendizábal. En este acuerdo, la Iglesia aceptaba el hecho consumado de la desamortización eclesiástica, pero recuperaba los bienes no vendidos y ratificaba el derecho del Estado a presentar candidatos a obispos para las sedes vacantes. Por su parte, el Estado reconocía el compromiso de mantener al clero, además de mantener la religión católica como la única oficial, y se le concedía a la Iglesia algunas prerrogativas en materia educativa.
- La elaboración del Código Penal.
- La creación de la Guardia Civil (1844).
- La reforma fiscal de la hacienda pública, que pretendía mejorar la eficacia del sistema de impuestos para obtener un aumento de los ingresos estatales, reducir el déficit y costear las realizaciones de modernas infraestructuras y servicios públicos. Con estas reformas, los impuestos quedaron clasificados como directos e indirectos.
El gobierno moderado entró en crisis debido al autoritarismo, al desempleo y a la corrupción. Esta situación desembocó en un pronunciamiento militar en 1854, protagonizado por el general unionista O’Donnell en Vicálvaro.
Tras ello, la reina les quita el gobierno a los moderados y se lo da a los progresistas, llegando al poder el general Espartero.
2.2. Bienio Progresista (1854-1856)
Durante estos años estuvieron en el gobierno los progresistas y llevaron a cabo lo siguiente:
- Restauración de la Constitución de 1837 y la redacción de la Constitución de 1856, que no llegó a ser promulgada, por eso es la llamada “Non Nata”, y cuyo ideario era progresista.
- La desamortización de Madoz en 1855, que afectaba sobre todo a los bienes civiles y municipales.
- La Ley General de Ferrocarriles (1855).
- La aprobación de la Ley de Sociedades Bancarias y Crediticias. Se creó el Banco de España (1856).
Sin embargo, estos años fueron de conflictividad social, generada por la corrupción, la especulación, las desamortizaciones y las epidemias. Todo eso provocó la sustitución de Espartero por O’Donnell en 1856, comenzando así una nueva fase de hegemonía moderada con predominio liberal.
2.3. El Desmoronamiento de la Monarquía Isabelina (1856-1868)
Este periodo estuvo caracterizado por la alternancia en el gobierno del Partido Unionista y del Partido Moderado. En el primero destacó O’Donnell y en el segundo, Narváez. Y entre los acontecimientos ocurridos durante estos años cabe destacar la aceptación de la Constitución de 1845. Estos gobiernos desarrollaron una política autoritaria y represiva, y abusaron de su poder, actuando con frecuencia al borde de la Constitución. Esta forma de gobernar acarreó problemas tales como levantamientos campesinos, protestas universitarias, levantamientos militares, agotamiento económico del país y agotamiento político debido al envejecimiento y muerte de O’Donnell y Narváez. Dicho agotamiento político fue tal que los progresistas y demócratas se aliaron en 1866, firmando el Pacto de Ostende, al que también se unieron los unionistas. Con el pacto, acordaban el derrocamiento de la monarquía borbónica y la convocatoria de nuevas cortes por sufragio universal masculino. Finalmente, en septiembre de 1868, estalló en Cádiz una revolución conocida como «la Gloriosa», que acabó con la monarquía isabelina e instauró en España el periodo conocido como Sexenio Revolucionario o Sexenio Democrático, caracterizado por el ideario democrático.