1. Introducción
Marx había pensado que su sociedad comunista se daría en un país industrializado, pero no fue así. La revolución comunista se llevó a cabo en una sociedad agraria que salía del absolutismo. A principios del siglo XX, el zar Nicolás II creía que el poder le venía por derecho divino. Creía en una estructura absolutista, y así gobernaba el país. La figura principal de Rusia era el zar, quien contaba con el apoyo de la nobleza y de la Iglesia ortodoxa, que estaba muy vinculada al poder.
El régimen zarista se fundamentaba en tres pilares:
- Un numeroso ejército.
- La policía política, que juzgaba a los que no estaban con el zar.
- La religión, representada por la Iglesia ortodoxa.
La economía rusa estaba basada en la agricultura y necesitaba mucho capital extranjero. Los campesinos representaban el 60% de la población y vivían casi en régimen de servidumbre, que duró hasta 1860. Aún así, las condiciones de vida no mejoraron mucho. La industria se centraba en San Petersburgo, Moscú, Donet y los Urales. El resto del país era básicamente rural.
El proceso de industrialización de Rusia, que comienza a finales del siglo XIX, se desarrolló básicamente por el Estado, pero con capital francés. Los bancos rusos dependían del exterior también. Esto se debía al hecho de que en Rusia la burguesía era una minoría y no tenía poder económico ni político, lo cual era problemático.
2. Las Fuerzas Revolucionarias
La situación rusa propició que se expandiera fácilmente la oposición. Las primeras organizaciones revolucionarias eran de carácter populista y tenían como modelo a Bakunin (anarquismo). Este sector quería destruir el estado e impulsar una revolución campesina. En 1881, llevaron a cabo un atentado contra el zar.
En las zonas industriales, las ideas difundidas fueron las de Marx, y se creó, alrededor de la figura de Plejánov, un partido político que defendía los postulados marxistas. Dentro del partido destacó Lenin.
A principios del siglo XX, el partido se dividió en dos tendencias: los bolcheviques y los mencheviques. Defendían dos visiones del partido diferentes, pero ambas revolucionarias:
- Bolcheviques: Partido proletario socialista.
- Mencheviques: Revolución burguesa como paso previo a la emancipación obrera.
A principios del siglo XX, apareció otro partido liberal: el KD, que defendía la destrucción del estado absolutista para instaurar un estado liberal. Por otro lado, había grupos mucho más radicales que querían una revolución campesina e instaurar una sociedad colectiva.
3. La Revolución de 1905
Los cambios económicos y la difusión de ideas liberales, como el anarquismo o el marxismo, desgastaron al Imperio ruso y al antiguo régimen. La población pedía libertades básicas, una sociedad más justa, un mejor reparto de las riquezas, y un sistema político y judicial transparente.
Desde el inicio del reinado de Nicolás II, la agitación política aumentó, motivada por las malas condiciones de vida y la corrupción en la corte. Esta situación se agravó por la derrota en la guerra ruso-japonesa. La oposición al régimen pidió que se mejoraran las condiciones de vida y se democratizara el sistema político.
El 22 de enero de 1905 estalló una manifestación pacífica frente al Palacio de Invierno del zar. Hubo muchos manifestantes, encabezados por el pope Gapon (sacerdote ortodoxo). Este hecho hizo tambalear al gobierno zarista. La manifestación fue disuelta de forma violenta, causando muertos y heridos (Domingo Sangriento).
El zar se negó a hacer ningún cambio, provocando la reacción de los bolcheviques, que promovieron huelgas en todos los núcleos industriales. Los eseristas promovieron la revuelta campesina, donde pedían la propiedad colectiva de la tierra. Al mismo tiempo, se produjeron revueltas militares, como la del acorazado Potenkin (los soldados se rebelaron).
En agosto de 1905 se creó el KD, que intentaba unir a todos los que querían un cambio de régimen. Todo ello generó un espíritu de organización de masas. Aparecieron los soviets, que eran asambleas con un gran componente democrático y organizativo.
Rusia firmó la paz con Japón, y el zar se vio obligado a hacer algunas pequeñas reformas (aceptó algunos principios liberales y la convocatoria de elecciones para una Asamblea representativa: La Duma).
Los obreros continuaron su lucha contra el régimen, y el zar estableció un sistema electoral que le favorecía en el control de la Duma. Los intentos de reforma económica del zar no fueron suficientes. Por mucho que eliminara formas de propiedad feudales, el sistema no mejoró. El Imperio quedó casi como estaba.