La Segunda República Española: Ascenso, Reformas y Caída (1931-1936)
La Segunda República Española, proclamada el 14 de abril de 1931, marcó una etapa crucial en la historia de España. A pesar de un inicio lleno de entusiasmo, la República enfrentó problemas de orden público, insurrecciones y protestas desde el principio, así como tensiones militares. Aunque hubo cinco años de paz, una sublevación militar y una guerra llevaron finalmente al fin de la Segunda República Española.
El Nacimiento de la República
La Segunda República en España surge tras los intentos fallidos de restaurar la normalidad constitucional después del golpe de estado de Primo de Rivera en 1923. Tras unas elecciones donde los republicanos ganaron, se proclamó la República el 14 de abril de 1931, con Alfonso XIII marchando al exilio.
El gobierno provisional, liderado por Alcalá Zamora y figuras clave como Alejandro Lerroux y Manuel Azaña, destacó por legislar rápidamente reformas republicanas y convocar elecciones a Cortes Constituyentes en junio de 1931, donde la Izquierda Republicana y el socialismo triunfaron, iniciando un periodo de pluralidad política en España.
La Constitución de 1931 y el Bienio Reformista
Las Cortes Constituyentes iniciaron sesiones el 14 de julio y promulgaron la Constitución el 9 de diciembre de 1931. Esta Constitución estableció la no confesionalidad del Estado, eliminó la financiación estatal del clero, garantizó una amplia carta de libertades, etc. Alcalá Zamora fue elegido Presidente de la República, y Manuel Azaña recibió el encargo de formar gobierno. Los radicales de Lerroux se opusieron a compartir el poder con los socialistas, dando inicio al «bienio reformista».
Durante el Bienio Reformista, la República estuvo bajo el gobierno de la coalición liderada por Manuel Azaña, que representaba a la izquierda burguesa y la socialdemocracia. Niceto Alcalá Zamora ocupó la presidencia de la República durante este período.
Reformas y Tensiones
Reforma Militar
En 1931, el ejército español enfrentaba problemas como la sobrepoblación de mandos, sectores antirrepublicanos y equipamiento obsoleto. Manuel Azaña, desde el gobierno provisional, impulsó una reforma militar a través de decretos: cerrando la Academia Militar de Zaragoza, desmilitarizando Marruecos, etc.
Relaciones con la Iglesia
La República española implementó medidas que fueron condenadas por el papa Pío XI como «abiertamente anticristianas», lo que provocó una sensación de persecución entre los católicos y fortaleció el apoyo a las fuerzas de derecha.
Legislación Social
La legislación sociolaboral durante la Segunda República fue liderada por Francisco Largo Caballero, del Partido Socialista, como ministro de Trabajo. Las medidas adoptadas buscaban mejorar las condiciones de trabajo.
Reforma Agraria
Durante la Segunda República, la Reforma Agraria se destacó como un tema políticamente relevante, principalmente impulsada por la pequeña burguesía liberal. La Reforma Agraria durante la Segunda República Española fue un tema políticamente relevante, enfrentando visiones entre la pequeña burguesía liberal y los socialistas. La expropiación de latifundios y el asentamiento de campesinos fueron los principales objetivos, pero enfrentaron obstáculos como la resistencia de los propietarios y la complejidad técnica de la ley. Esto provocó descontento entre los propietarios y decepción entre los campesinos, llevándolos hacia posturas más radicales y a menudo violentas.
Cuestión Nacional
La República tuvo que enfrentarse a la cuestión de la diversidad nacional, especialmente en Cataluña y el País Vasco. En Cataluña, el gobierno provisional pactó con Francesc Maciá el fin de la República catalana a cambio de un proyecto de Estatuto, que finalmente fue aprobado en 1932, estableciendo un gobierno autónomo (la Generalitat). En el País Vasco, el PNV propuso un estatuto rechazado por la mayoría de izquierdas, y no fue hasta octubre de 1936, en plena guerra, que se concedió autonomía, con José Antonio Aguirre como primer lendakari.
Educación
Finalmente, en el ámbito educativo, incluyeron la eliminación del analfabetismo mediante la construcción de escuelas, aumento de maestros y presupuesto educativo. Se promovió una escuela laica, obligatoria y mixta, siguiendo las ideas de Fernando de los Ríos.
Conflictos y Polarización (1933-1936)
Durante el primer bienio de la Segunda República, las reformas, como la militar y la social, generaron conflictos y tensiones. El rechazo en un sector del Ejército, evidenciado por la sublevación fracasada de José Sanjurjo, reflejó el malestar en esa institución. La legislación social no logró alcanzar la paz social, con continuas huelgas, ocupaciones de tierras e incidentes, como los sucesos de Arnedo en 1923 y los sucesos de Castilblanco en 1931. La defensa del orden público se volvió una obsesión para el Gobierno, manifestada en leyes como la de orden público de 1933 y la creación de una nueva policía armada. La ideología anarquista promovió sublevaciones armadas, como los Sucesos de Casas Viejas y las acciones insurreccionales anarquistas. Sin embargo, fueron las élites desplazadas del poder con la llegada de la República que mostraron actitudes más combativas, con el objetivo de revertir las reformas y eliminar la amenaza revolucionaria.
A partir de febrero de 1933, el catolicismo, respaldado por numerosos pequeños propietarios rurales, se consolidó con la formación de la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) liderada por José María Gil Robles. En este mismo año, surgieron organizaciones de extrema derecha, como los grupos gastistas, y se fundó Falange Española por José Antonio Primo de Rivera.
El Segundo Bienio Reformista y la Revolución de Octubre
En las elecciones de noviembre de 1933, la CEDA y los radicales obtuvieron una victoria significativa, dando inicio al segundo bienio reformista. El gobierno de Alejandro Lerroux se enfrentó a múltiples crisis debido a los desacuerdos entre sus miembros, lo que dificultó la implementación de reformas. Se paralizaron proyectos reformistas del bienio anterior y en 1934, la polarización entre izquierda y derecha se hizo evidente, con una izquierda cada vez más radicalizada y una derecha representada por Falange Española, JONS y la CEDA de Gil Robles. Ante una huelga general de campesinos por la reforma agraria, el gobierno de Lerroux cedió a la presión de la CEDA y otorgó ministerios, desencadenando la Revolución de Octubre. La entrada de miembros de la CEDA es vista como un paso hacia el fascismo, desencadenando huelgas en todo el país y la declaración del estado de guerra por parte del Gobierno. En Asturias, los mineros lideran un intento de revolución social mientras que en Cataluña, el presidente de la Generalitat proclama la República catalana dentro de la República española, desatando una huelga general. El gobierno responde con dureza, dando a Franco plenos poderes para sofocar la revolución en Asturias y el general Batet reprime la revuelta en Cataluña.
Elecciones de 1936 y el Camino a la Guerra
Tras los escándalos que apartaron a los radicales del gobierno, la CEDA de Gil Robles exigió formar gobierno al presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, quien se negó y optó por otros políticos, lo que llevó a la disolución de las Cortes y la convocatoria de elecciones para febrero de 1936. En estas elecciones la izquierda ganó las elecciones, pero la derecha obtuvo un gran número de votos, aunque con menos escaños. Tras la constitución de las Cortes el 3 de abril, Manuel Azaña fue elegido como nuevo presidente de la República. Casares Quiroga formó un gobierno compuesto por Izquierda Republicana y Unión Republicana, sin la participación de socialistas ni comunistas. Se decretó una amnistía y se restauró plenamente el Estatuto de autonomía de Cataluña. Sin embargo, estas medidas provocaron un proceso de radicalización política y social que culminó en el conflicto armado de julio de 1936. La violencia se convirtió en el rasgo más destacado de la vida nacional entre febrero y julio de 1936, lo que desbordó al gobierno y aceleró el levantamiento militar.