La Segunda República Española: De la Constitución de 1931 a la Guerra Civil

El Bienio Reformista (1931-1933)

Tras la victoria republicana en las elecciones municipales del 14 de abril de 1931, se formó un Gobierno Provisional presidido por Niceto Alcalá Zamora, compuesto por republicanos de izquierda y derecha, socialistas y nacionalistas. Este gobierno impulsó las primeras reformas agrarias y laborales, generando un clima de tensión social con enfrentamientos con la Iglesia y huelgas. Las elecciones a Cortes Constituyentes de junio de 1931 dieron la victoria a la coalición republicano-socialista. En diciembre de 1931 se aprobó la nueva Constitución, que establecía la soberanía popular, el sufragio universal masculino y femenino, entre otros avances. Con Manuel Azaña como presidente del gobierno y Niceto Alcalá Zamora como presidente de la República, el gobierno republicano-socialista emprendió reformas en ámbitos como el laboral y el educativo, favoreciendo a los trabajadores y sindicatos.

La oposición al gobierno provenía de los radicales de Lerroux (derecha), los sindicatos anarquistas y, a medida que avanzaba la crisis económica y las huelgas, la derecha se unificó. En 1932, el general Sanjurjo lideró un golpe de Estado militar en Sevilla, conocido como «la Sanjurjada», que fracasó. Ese mismo año, los incidentes de Casas Viejas, donde la Guardia Civil mató a un grupo de campesinos anarquistas, generaron un gran escándalo que llevó al gobierno a convocar elecciones.

El Bienio Radical-Cedista (1933-1936)

En las elecciones de 1933, la derecha se presentó en tres grupos: CEDA, Renovación Española y Falange Española. La izquierda, por su parte, se presentó fragmentada y los anarquistas llamaron a la abstención. El Partido Republicano Radical y la CEDA ganaron las elecciones. El gobierno de Lerroux se propuso rectificar las reformas del bienio anterior, paralizando las iniciativas progresistas, expulsando de las tierras a los jornaleros y colocando en puestos clave a militares antirrepublicanos como Franco. La Izquierda Republicana de Manuel Azaña optó por una política de alianzas con el movimiento obrero. La tensión política culminó con una huelga general contra el gobierno. El movimiento fracasó en Madrid, pero en Barcelona adquirió tintes independentistas y en Asturias derivó en una insurrección que el gobierno reprimió violentamente. La Revolución de Octubre de 1934 se saldó con más de mil trescientos muertos y numerosos detenidos, incluyendo a Companys y Azaña. El gobierno endureció su política y suspendió el Estatuto de Cataluña.

El Frente Popular y el Estallido de la Guerra Civil (1936)

En las elecciones de 1936, el Frente Popular, formado por Izquierda Republicana, PSOE y otros partidos de izquierda, se enfrentó a una coalición de derechas. La victoria fue para el Frente Popular. Manuel Azaña fue nombrado presidente de la República y Casares Quiroga, jefe de Gobierno. El nuevo gobierno impulsó reformas como la amnistía para los presos de octubre de 1934 y el restablecimiento del Estatuto catalán. La tensión política seguía en aumento. El general Emilio Mola, destinado en Pamplona, se convirtió en el jefe de la conspiración militar. El 17 de julio de 1936, el ejército de Marruecos se sublevó, iniciando la Guerra Civil Española.

La Guerra Civil (1936-1939)

El golpe militar del 17 de julio de 1936 triunfó en algunas zonas del país, como Galicia, Castilla y León, Navarra (con el general Mola), Andalucía (con Queipo de Llano), Sevilla y Baleares (con el general Goded). Franco, por su parte, se desplazó a Marruecos para liderar el Ejército de África. El golpe fracasó en Asturias, Cantabria, parte del País Vasco y Cataluña. En Barcelona, obreros de la CNT se unieron a la Guardia Civil y la Guardia de Asalto contra la insurrección. El presidente Giral entregó armas a las milicias obreras. España quedó dividida en dos zonas: la zona nacional, con un ejército profesional y el apoyo del Ejército de África, y la zona republicana, que contaba con el oro del Banco de España pero carecía de un ejército organizado. En el bando nacional, un grupo de generales, liderados por Mola, se hizo con el poder. En julio de 1936, crearon la Junta de Defensa Nacional, que suprimió las libertades y canceló las reformas republicanas. En el bando republicano, se formó un gobierno presidido por el socialista Largo Caballero, con ministros del PSOE y otros partidos. Sin embargo, el poder real estaba en manos de comités obreros y militares. La represión y los asesinatos se extendieron por ambos bandos. El avance nacionalista fue posible gracias a la ayuda de la aviación italiana y alemana. En noviembre de 1936, comenzó la batalla de Madrid. La capital resistió durante tres años. Tras el fracaso del ataque a Madrid, Franco centró sus esfuerzos en el norte, conquistando el País Vasco en 1937, donde se produjo el bombardeo de Guernica. La muerte de Mola en un accidente de avión dejó vía libre al liderazgo de Franco. En 1937, se aprobó el Decreto de Unificación, que integró a falangistas y carlistas en un solo partido. Las victorias nacionalistas en Teruel y el Ebro dejaron la zona republicana dividida en dos. Tras tomar Barcelona, las tropas franquistas llegaron a la frontera francesa en 1939. El Pacto de Múnich y la retirada de las Brigadas Internacionales debilitaron a la República. El golpe de Casado contra el gobierno de Negrín intentó negociar con Franco, pero este exigió la rendición incondicional, que se produjo el 1 de abril de 1939.

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