Los primeros pasos de la República: Entre la esperanza y la violencia
La proclamación de la Segunda República Española en abril de 1931 fue recibida con gran entusiasmo por amplios sectores de la sociedad. Sin embargo, los primeros meses del nuevo régimen estuvieron marcados por una serie de conflictos y tensiones que pusieron de manifiesto las profundas divisiones existentes en el país.
Violencia anticlerical y conflictos sociales
Uno de los episodios más graves tuvo lugar en Madrid en mayo de 1931, cuando un enfrentamiento entre monárquicos y grupos populares desembocó en una ola de violencia anticlerical. Grupos incontrolados incendiaron iglesias, conventos y colegios religiosos, generando una fuerte reacción en la opinión católica del país. La República perdía así el apoyo de un sector importante de la población.
El movimiento obrero también protagonizó numerosos conflictos sociales. La CNT, sindicato anarcosindicalista, utilizó la huelga como instrumento de lucha, lo que llevó a enfrentamientos con las fuerzas del orden que a menudo terminaban en sucesos sangrientos.
Tensión en el campo y la cuestión de la Reforma Agraria
En el campo, la situación no era menos tensa. La lucha de clases entre campesinos y propietarios se agudizó, con intentos de ocupación de tierras por parte de los primeros. El gobierno republicano se planteó la aprobación de un proyecto de Reforma Agraria, pero el asunto se trasladó a las Cortes sin una solución definitiva.
Las elecciones a Cortes Constituyentes y la Constitución de 1931
Las elecciones a Cortes Constituyentes, celebradas el 28 de junio de 1931, dieron un fuerte respaldo a la coalición de republicanos y socialistas que formaba el gobierno provisional. Los partidos de la derecha conservadora quedaron reducidos a grupos minoritarios.
La Constitución de 1931, elaborada por las Cortes Constituyentes, definió a España como una República democrática y laica. Recogía una amplia declaración de derechos y libertades, incluyendo el sufragio femenino, el matrimonio civil y el divorcio. También establecía el derecho de expropiación forzosa de la propiedad privada por causa de utilidad social.
La «cuestión religiosa» y la primera crisis de gobierno
Uno de los aspectos más controvertidos de la Constitución fue la «cuestión religiosa». Los artículos 26 y 27 contemplaban la separación de la Iglesia y el Estado, el laicismo del Estado, la libertad de cultos y el fin de la financiación estatal de la Iglesia. También disolvían la Compañía de Jesús y prohibían a las congregaciones religiosas ejercer la enseñanza, el comercio y la industria.
La aprobación de estos artículos provocó la dimisión del presidente del gobierno, Alcalá Zamora, y del ministro de la Gobernación, Miguel Maura. Manuel Azaña fue nombrado nuevo presidente del gobierno y se encargó de finalizar los trabajos constitucionales.
La Constitución de 1931 fue aprobada el 9 de diciembre de 1931 sin el consenso de la derecha, que no participó en la votación. Este hecho marcaría el devenir de la Segunda República, que se enfrentaría a constantes desafíos y conflictos hasta su trágico final en 1936.