La Segunda República Española: Del Bienio Reformista a la Guerra Civil

Los temas más debatidos en la Segunda República

Los temas que produjeron más discusiones fueron tres: la Iglesia, las autonomías y el derecho a voto de las mujeres. En este último caso, resulta interesante conocer qué pensaban los diputados y las mujeres diputadas. Clara Campoamor se presentó en todo momento a favor del voto de la mujer y, entre quienes se oponían a ese voto estaban las otras dos mujeres, de izquierdas, Victoria Kent y Margarita Nelken. Victoria Kent defendía el sufragio universal, pero en su opinión, las mujeres de España todavía estaban bajo la influencia del clero, por lo que sus votos irían sobre todo a los partidos de la derecha.

El Bienio Radical-Cedista (1933-1936)

Bienio radical-cedista: Las elecciones se celebraron en noviembre, en un contexto difícil: la crisis económica había llegado, los partidos de izquierda no llegaron a un acuerdo de coalición, la fama del gobierno de Azaña era mala… Las elecciones las ganó la CEDA y el Partido Radical de Lerroux. Sin embargo, el presidente de la República, Alcalá-Zamora, llamó a Alejandro Lerroux para formar un nuevo gobierno. La razón de esta decisión era la siguiente: la CEDA reunía algunos políticos que eran antirrepublicanos y, por ello, y para que el gobierno no se escorase demasiado a la derecha se vio preferible un gobierno dirigido por Lerroux.

En este bienio se distinguen dos etapas: la del gobierno radical, desde noviembre de 1933 al otoño de 1934; la del gobierno radical-cedista, de octubre de 1934 a febrero de 1936. En la primera etapa, el gobierno del Partido Radical tuvo el apoyo imprescindible de la CEDA. En lo referente a los Estatutos de Autonomía, el bienio radical-cedista no aceptó ningún Estatuto y se redujeron las competencias del Estatuto de Cataluña. En esta situación los conflictos estaban garantizados y la inestabilidad se agudizó. Todo esto complicó la relación entre el Partido Radical y la CEDA. Lerroux dimitió y Alcalá-Zamora nombró a Ricardo Sempere jefe de gobierno. Duró poco. Alcalá-Zamora volvió a llamar a Lerroux para formar gobierno, pero en ese momento, La CEDA exigió formar parte de él. A primeros de octubre se formaba el nuevo gobierno con tres ministros de la CEDA.

La reforma de la educación:

El gobierno de Azaña tuvo claro que la educación en España necesitaba un cambio. En opinión del gabinete, la razón del retraso del país radicaba en el sistema educativo. Era necesario dejar atrás los métodos anticuados y sustituir a los profesores religiosos para establecer una educación progresista. La mayor parte de los esfuerzos se centraron en la educación básica. El objetivo era establecer una educación primaria gratuita, laica y obligatoria. Para ello el gobierno realizó una gran inversión y estableció medidas para quitar a la Iglesia el monopolio de la educación, como, por ejemplo, la expulsión de los jesuitas, o la ley que prohibía que las órdenes religiosas se ocupasen de la educación.

Se construyeron más de 10.000 escuelas en el período 1931-1933 y el gobierno subió sus salarios. Así y todo, resultó imposible eliminar el monopolio de la Iglesia. Además, en momentos de crisis era muy difícil invertir tanto dinero y, al cerrarse los colegios de las órdenes religiosas, la solicitud de plazas aumentó muchísimo. Las clases de religión dejaron de ser obligatorias y se estableció la libertad religiosa, tanto para profesores como para alumnos. Por otro lado, surgieron las misiones pedagógicas para llevar la educación y la cultura a las zonas rurales.

El Pacto de San Sebastián y el Fin de la Monarquía

El Pacto de San Sebastián y el fin de la monarquía: El Pacto de San Sebastián se firmó el 17 de agosto de 1930, con la intención de preparar la transición hacia la república. Ese pacto lo firmaron tres fuerzas principales: los constitucionalistas y algunos monárquicos, los republicanos históricos y el Partido Socialista. Este pacto dio lugar a dos corrientes:

  • La corriente revolucionaria: El 12 de diciembre de 1930 en Jaca, los capitanes Galán y García Hernández y sus soldados se amotinaron al grito de “¡Viva la República Española!”.
  • La corriente política: Su objetivo era, por medio de mítines y de la propaganda política, anular el prestigio de la monarquía. Se creó un consejo revolucionario. Entre sus miembros estaban Niceto Alcalá-Zamora, Miguel Maura, Marcelino Domingo, Indalecio Prieto, Manuel Azaña, y Fernando de los Ríos. La CNT (Confederación Nacional del Trabajo) y otras fuerzas obreras no estaban representadas.

En vista de la inestabilidad política, la intención de los gobiernos de Berenguer, primero, y de Aznar, después, era organizar un proceso electoral tranquilo. Según la ley electoral en vigor, el primer paso era celebrar las elecciones municipales y después realizar la convocatoria para las Cortes Constituyentes. Pero las elecciones que se celebraron el 12 de abril se convirtieron en un plebiscito sobre la monarquía. Los monárquicos obtuvieron más concejales en el conjunto de España, pero los republicanos consiguieron la mayoría en las capitales de provincia. Como consecuencia de la industrialización España se había convertido en un país urbano y, en consecuencia, la fuerza del republicanismo era notoria. En vista de la situación, el destino de Alfonso XIII estaba escrito. El 13 de abril, después de darse a conocer el resultado de las elecciones, miles de personas salieron a las calles para celebrar la llegada de la república.

Gobierno Provisional y las Primeras Reacciones

Gobierno provisional y las primeras reacciones: El conde de Romanones, convencido de que las elecciones fueron una clara expresión contraria a la monarquía, recomendó al rey abandonar España y negoció con el consejo revolucionario el traspaso de poder. Finalmente, y una vez sabido que el general Sanjurjo, jefe de la Guardia Civil, no lucharía por defender la monarquía, Alfonso XIII se dirigió al exilio. El 14 de abril de 1931, Niceto Alcalá-Zamora proclamó la Segunda República Española y el consejo revolucionario se convirtió en el gobierno provisional. El objetivo fundamental del gobierno provisional era formar las Cortes Constituyentes, pero en esos primeros meses iniciaron una serie de reformas para hacer frente a algunos problemas: la organización del Estado, el problema agrario, la educación y el orden público.

El gobierno provisional de la Segunda república (1931)

Niceto Alcalá-Zamora

Jefe de gobierno

Derecha liberal republicana

Miguel Maura

Gobernación

Alejandro Lerroux

Estado

Partido radical

Diego Martínez Barrio

Comunicaciones

Manuel Azaña

Guerra

Líderes de los partidos republicanos de izquierda

Marcelino Domingo

Educación

Fernando de los Ríos

Justicia

Partido socialista

Indalecio Prieto

Hacienda

Francisco Largo Caballero

Trabajo

Santiago Casares Quiroga

Marina

Republicano gallego

Nicolau D´Olwer

Economía

Republicano catalán

Álvaro de Albornoz

Fomento

Socialista-radical

Las Cortes Constituyentes y la Constitución de 1931

Las Cortes Constituyentes y la Constitución de 1931: El objetivo del gobierno provisional era organizar las elecciones para formar las Cortes. Finalmente, el 28 de junio se celebraron dichas elecciones con una gran participación. La coalición de republicanos y socialistas consiguió una mayoría clara en todas las provincias, salvo en Euskadi y Navarra. En éstas, los nacionalistas y tradicionalistas, respectivamente, fueron los que obtuvieron más votos. Antes de celebrarse las elecciones hubo que modificar la ley electoral de 1907 por medio de un decreto, para evitar los fraudes generados por la corrupción y el caciquismo. En general, fueron unas elecciones libres y democráticas pero todavía las mujeres carecían del derecho a voto, aunque tenían el derecho a ser elegidas diputadas. No podemos dejar de mencionar que, en aquellas elecciones, por primera vez en la historia de España, tres mujeres entraron en las Cortes: Victoria Kent, Clara Campoamor y Margarita Nelken.

En las nuevas Cortes destacaba la presencia de dos partidos: el Partido Socialista y el Partido Republicano Radical. La izquierda venció y la derecha, debido a una mala organización, obtuvo malos resultados. El 14 de julio se abrieron las Cortes. Julián Besteiro, socialista moderado y catedrático de filosofía, fue elegido presidente de la cámara. Su tarea principal era elaborar una nueva constitución y con esa intención crearon una comisión, siendo Luis Jiménez de Asúa su presidente. Esta comisión tenía el mandato de redactar la primera constitución republicana de España. En el proceso se plantearon muchos problemas y hubo apasionadas discusiones. Las relaciones con la Iglesia fue un tema enquistado y generó muchos enfados y una grave crisis de gobierno. Debido a las decisiones relacionadas con la religión, algunos diputados abandonaron el Congreso y Niceto Alcalá-Zamora y Miguel Maura dimitieron. En consecuencia, Manuel Azaña, hasta entonces ministro de la Guerra, se convirtió en jefe de gobierno. El 9 de diciembre de 1931, las Cortes de la República aprobaron el texto constitucional. Su contenido se puede resumir en los puntos siguientes:

  • La declaración de derechos de los ciudadanos era amplia, más que las de las constituciones liberales más progresistas del siglo XIX: el sufragio universal (incluidas las mujeres), el matrimonio civil y el divorcio, entre otros.
  • España era “una república democrática formada por trabajadores de toda clase”.
  • El Estado era único y centralista, pero la Constitución abría la puerta a la elaboración de estatutos de autonomía.
  • El Estado era laico, pero se aceptaba la libertad de conciencia y también la libertad religiosa. Sin embargo, a la Iglesia Católica se le prohibió intervenir en el comercio, en la industria y en la educación.
  • Se reconocía la propiedad privada, pero subordinada a los intereses de los ciudadanos y del Estado.
  • Las Cortes estaban constituidas por una sola cámara, el Congreso, ya que el Senado fue eliminado. El poder de las Cortes aumentó en el ámbito legislativo y la actuación del gobierno quedó bajo su control.

El Bienio Reformista (1931-1933)

El bienio reformista (1931-1933): A lo largo del bienio reformista, e incluso antes de aprobar la Constitución, se impulsaron reformas que pretendían renovar y transformar la estructura de España. Al día siguiente de aprobar la Constitución, el gobierno provisional se disolvió y se formó un nuevo gobierno. Su jefe era Manuel Azaña (Acción Republicana), hasta entonces ministro de la Guerra en el gobierno provisional. Los otros ministerios se repartieron entre los republicanos de izquierda y los socialistas. El partido de Alejandro Lerroux no participó en él, puesto que Lerroux no quiso gobernar en coalición con los socialistas. La presidencia de la República recayó en Niceto Alcalá-Zamora, un político conservador, con el fin de no perder el apoyo de los partidos de la derecha. Sin embargo, las Cortes no se disolvieron, pues se prefirió continuar con las reformas.

Las Reformas del Bienio

Las reformas del bienio: El gobierno provisional había iniciado una serie de reformas que el gobierno de Azaña desarrolló. Su objetivo era transformar la estructura de España y también llevar la reforma a todos los sectores.

  • La reforma de la educación: Ya se ha descrito anteriormente.
  • La reforma militar: El ejército fue uno de los principales problemas de la República. El gobierno sabía que la permanencia del nuevo régimen dependía, en buena medida, de conseguir su lealtad. Por ello, su reforma se convirtió en un objetivo prioritario de la República. El ejército español tenía muchos problemas, entre ellos, los siguientes: la poca formación de los soldados, el material estaba anticuado, había demasiados oficiales (822.000). Por ello, Azaña, ministro de la Guerra en el gobierno provisional y jefe de gobierno y ministro de la Guerra en el primer gobierno, inició la reforma del ejército con estos objetivos:
    • Reducción de los oficiales del ejército.
    • Mejora de la formación de los soldados.
    • Renovación y adecuación del material.
    • Republicanizar el ejército.
  • La reforma agraria: El gobierno de Azaña hizo brotar la esperanza de arreglar el grave problema que España había tenido durante siglos. En Andalucía y Extremadura había enormes latifundios mientras muchos jornaleros vivían en la miseria. Además, un sector importante de la agricultura del país estaba anticuado: la productividad de la tierra era escasa, el retraso técnico era enorme y la propiedad de la tierra estaba muy desequilibrada. La ley para expropiar las tierras generó muchos conflictos y se topó con la oposición de los propietarios. Además, debido a las discusiones y conflictos, la ley quedó paralizada en el Congreso. En esa coyuntura se produjo, en agosto de 1932, un golpe de Estado dirigido por el general Sanjurjo. El objetivo de ese golpe de Estado monárquico era acabar con la República. El golpe fracasó por la mala organización y por la imposibilidad de los rebeldes de controlar Sevilla y Madrid. Sanjurjo fue detenido, juzgado y condenado a muerte. Azaña salió reforzado por el fracaso del golpe y aprovechó para que las Cortes aprobasen la “Ley de Bases para la Reforma Agraria”. La reforma se puso en marcha a través del IRA. La reforma no fue un completo fracaso, pero no cumplió las expectativas depositadas en ella por una serie de razones:
    • La ley fue aprobada muy tarde.
    • La burocracia del IRA retardó el proceso.
    • Los problemas económicos del Estado no ayudaron en el proceso de expropiación.

Octubre de 1934 y la Revolución de Asturias

Octubre de 1934 y la revolución de Asturias: A partir de la primavera de 1934, la situación social se tensó profundamente. El ascenso del nazismo en Alemania produjo miedo en algunos sectores sociales; el PSOE estaba listo para tomar el poder por la fuerza, pues estaba convencido que algunas fuerzas políticas estaban determinadas a destruir la República, y el PSOE ordenó difundir el llamamiento a una huelga general. El objetivo era éste: llamar a la huelga general para que después se uniesen a la revuelta las fuerzas militares. La huelga comenzó en Barcelona el 5 de octubre sin el apoyo de la CNT. Al día siguiente Lluis Companys, por propia iniciativa, proclamó el Estado de Cataluña dentro de la República Federal española, rompiendo la relación con el gobierno de Madrid. Las fuerzas militares no se unieron a la revuelta y el general Batet ocupó Barcelona.

Al mismo tiempo, la huelga había empezado en otros lugares: en Madrid, Sevilla, Córdoba, Zaragoza, las zonas mineras de Bizkaia y Valencia. Los soldados no salieron de los cuarteles. Pero lo ocurrido en Asturias fue completamente diferente. Allí, los días 5 y 6 de octubre estalló la revolución. En las cuencas mineras de Asturias los sindicalistas ocuparon los cuarteles de la Guardia Civil, controlaron las ciudades de Avilés y Oviedo y también la fábrica de cañones de Trubia. Los servicios públicos, los transportes, el abastecimiento, la producción… quedaron bajo su poder. Además, en algunos lugares quedó suspendido el uso de la moneda oficial y comenzaron los ataques con gran violencia a grandes propietarios, a personas con poder y al clero. Asesinaron a 34 personas entre sacerdotes, seminaristas y personas vinculadas al clero y quemaron 58 iglesias, además del palacio episcopal, el seminario y la “Cámara Santa” de la catedral. Para controlar la situación el gobierno llamó al general Francisco Franco. El 18 de octubre, los últimos grupos revolucionarios capitularon. El resultado fue sangriento: 1.100 fallecidos y casi 200 heridos entre los revolucionarios. Además, se contabilizaron 300 muertos entre los militares. La represión posterior fue muy dura. El fracaso de la revolución resultó patente. Los militares no se habían situado a favor de la revuelta, la formación militar de los revolucionarios fue muy deficiente y no se consiguió cambiar la estructura del Estado. Además, en ese momento los socialistas habían roto con la vía democrática.

Lo ocurrido en octubre y sus consecuencias agudizaron las tensiones. En el panorama político, había aparecido el Bloque Nacional (un movimiento de extrema derecha), la UGT dirigida por Largo Caballero se radicalizó, la Falange había surgido en 1933, Gil Robles intentó ser jefe de gobierno, pero Alcalá-Zamora lo impidió, los escándalos del Partido Radical salieron a la luz… En ese ambiente, y después de una serie de cambios de gobierno, la situación de debilidad se agudizó y el presidente de la República disolvió las Cortes y convocó elecciones para febrero de 1936.

Las Elecciones del 16 de Febrero de 1936

Las elecciones del 16 de febrero de 1936: El Frente Popular ganó las elecciones convocadas el 16 de febrero de 1936. Un 72% de la población con derecho a voto participó en esas elecciones y el Frente Popular fue quien obtuvo más votos. A decir verdad, la diferencia total de votos no fue muy marcada, pero el sistema electoral le proporcionó una mayoría holgada en el reparto de escaños. De esta manera, quedaba anulado el deseo de Alcalá-Zamora de conseguir un centro político fuerte. El Frente Popular fue una coalición de muchos partidos de centro y de izquierda. Su programa era el siguiente: poner de nuevo en marcha las reformas del bienio azañista, la amnistía para los condenados y encarcelados por la revolución de 1934, continuar la reforma agraria, impulsar las políticas sociales… A decir verdad, la izquierda acordó unos principios básicos para crear el Frente, pero así y todo, esos principios no eran suficientes para formar un gobierno de coalición.

La situación no era fácil. Los movimientos y sectores sociales de la derecha, visto lo que había ocurrido en 1934, temían que esa situación se repitiese. Entre los militares se difundió enseguida un llamamiento a la rebelión. Franco estuvo junto con otros militares en el inicio del proceso, pero no lo vio claro y decidió quedar al margen. En el ámbito social y político, el nivel de tensión crecía y el pistolerismo se agudizó. En marzo de 1936, los falangistas asesinaron al dirigente socialista Luis Jiménez. Al de poco tiempo, detuvieron a José Antonio Primo de Rivera junto a otros falangistas y la Falange fue ilegalizada. Los falangistas también asesinaron al juez Manuel Pedregal. El gobierno puso en marcha de nuevo las reformas del primer bienio y cambió el cargo de algunos militares pero los rumores de un golpe no desaparecieron, siendo Mola el principal organizador (“El director”). En abril la República tuvo un nuevo presidente: Manuel Azaña.

El 12 de julio de 1936, los pistoleros de extrema derecha asesinaron a José del Castillo, miembro de la Guardia de Asalto. Como respuesta, poco después, el día 14, un grupo formado por amigos de José del Castillo asesinó a Calvo Sotelo. La situación se deterioró.

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